El grito se perdió entre el asombro de todos los presentes, pero Gala no tardó un segundo, su osa se abalanzó hacia el frente cuando vio que ella iba a desvanecerse, alcanzó el tembloroso cuerpo de Taorana antes de que tocara el suelo.
Parecía estar a punto de entrar en un estado de shock, sus pupilas se dilataron un momento después, los labios le temblaban, su rostro apretado, sus dientes crujían de tensión, cuando buscó su pulso lo encontró demasiado acelerado.
—Taorana, ¿puedes oírme?
No hubo respuesta de su parte, la negrura ocupó sus irises antes verdes, cuando un temblor le sacudió de manera violenta, Taorana giró la mirada y Gala se vio enfrentada por una fractura, un dolor tan puro que atravesaba desde adentro hacia afuera. Sabiendo con lo que estaba luchando, Gala volteó hacia los demás osos que comenzaban a acercarse preocupados por ayudar, les pidió que guardaran su distancia y le hizo un gesto a Alexander.
El león se movió de inmediato y cargó a Taorana en sus brazos pasando un brazo por debajo de la espalda de la mujer y el otro por detrás de sus rodillas, los tendones se marcaron contra la piel del cuello cuando se levantó cargando su peso. De no ser porque Taorana estaba demasiado débil como para resistirse a ser tocada por un desconocido, Gala no habría necesitado el esfuerzo de Alexander. Pero ahora era el único con el que se sentía cómoda, su presencia le ayudaba a pensar más allá de los recuerdos.
No sabía si eso debía preocuparle...
—Vamos.
Un nuevo golpe hizo encogerse a Taorana, estaba peleando contra un enemigo invisible.
—¡Siku! —Exclamó la otra mujer, el alarido quebrado sonó con una fuerza arrolladora.
Con los ojos muy abiertos y el rostro consternado, Alexander buscó la mirada de Gala, quería respuestas pero se resistía a preguntar, se detuvieron frente a la entrada de la extensión de la enfermería donde Gala introdujo el código de apertura. Taorana volvió a temblar, lágrimas surcaban su rostro, su llanto era desgarrador.
Pocas veces se podía ver llorar a una osa polar, para que las lágrimas salieran sin control, realmente era grave.
—Busquen a Nilak —ordenó a un par de ayudantes que estaban en el pasillo de conexión con la enfermería—. Lo necesitamos, ¡ya!
Ambos palidecieron al ver a Taorana llorar y se movieron de inmediato.
Esta pobre mujer, estaba ardiendo en el dolor atroz de un rompimiento vincular, lo que sea que le haya pasado a su pareja, Gala esperaba que pudiera sobrevivir a esto. Los osos polares raramente morían cuando sus vínculos se rompían, pero experimentaban mucho dolor cuando sucedía. Compadeció a la pobre mujer, se apresuró a abrir las puertas secundarias.
—Vashty, una camilla —pidió apenas ingresaron—. ¡Rápido!
La jefa de enfermería se movió desde un extremo del lugar y les hizo una señal apuntando a una camilla que dos ayudantes comenzaron a preparar. Serio como pocas veces lo había visto, Alexander dejó el cuerpo de Taorana con delicadeza y se apartó, Gala no estaba segura si alguna vez había visto en primera fila las consecuencias de un rompimiento vincular. Dependiendo del tipo de cambiante y su fortaleza, podía ser más o menos estremecedor, pero de cualquier forma no era una experiencia agradable.
—Sí, es un rompimiento —afirmó Vashty con una mueca tensando su rostro—. Rayos..., hay que encontrar a Siku.
Vashty le pidió que preparara una intravenosa a un hombre menudo, moreno de ojos marrones y cabello negro, que estaba midiendo los signos vitales de Taorana, y luego se alejó para ir a buscar un frasco de medicamento para estabilizar el ritmo cardíaco y evitar que el shock se hiciera más complicado, minutos después volvió de la parte subterránea con el pequeño frasco, el ayudante ya tenía la intravenosa preparada.
Pero Taorana estaba luchando por recuperar lo que había perdido, su cuerpo se sacudía con violencia, y las garras ya estaban afuera, tratar de ponerle una aguja era arriesgado en esa condición. Vashty le hizo un gesto al ayudante, con un enorme disgusto amarraron los brazos y las muñecas de Taorana con firmes correas de cuero a unos soportes que doblaron de debajo de la camilla. No resistirían por mucho tiempo a la fuerza, pero solo necesitaban de unos minutos para que el medicamento y el sedante hicieran efecto en ella.
Cuando la jefa de enfermería le miró de frente, su rostro apretado por un enojo latiendo en la vena que saltó en su sien, Gala sabía que estaba imaginando las posibilidades, y preguntándose por qué de pronto estaba pasando esto con Taorana. Gala estaba segura que Vashty prefería encontrar al hombre muerto antes de la otra opción, deshonrosa para cualquier cambiante.
La infidelidad estaba mal vista en todos lados, pero Gala no creía que un oso polar, nacido en el seno de este clan, pudiera tomar ese camino. Si se escandalizaron porque una osa polar hiciera mención a explorar más allá del territorio de los clanes blancos hace más de doce años, no imaginaba la onda expansiva que podría impactar si la pareja de Taorana había roto el vinculo por infidelidad.
Luego de largos minutos tratando de estabilizar a la mujer, las puertas se deslizaron para dejar entrar al Gran Nanuk del clan, Nilak tenía el rostro cansado, la mirada llena de enojo y dolor fundiéndose en el color negro. El hombre llegó junto a la camilla y tomó la mano de Taorana quien estaba luchando contra los sedantes que Vashty le administró mediante una aguja intravenosa.
—¿Estás bien? —Vashty le preguntó al Alfa, viendo la huella del sudor en su rostro.
Nilak respiró largo y profundo.
—La tengo, todavía la tengo.
Fue un recordatorio más para sí mismo que una respuesta segura, Nilak puso la otra mano libre en la frente de Taorana mientras respiraba con gran esfuerzo. Entonces no se trataba de un simple rompimiento, algo más había pasado.
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Editado: 04.11.2020