Gala ingresó al túnel que conectaba el anexo de enfermería con la tibieza del contacto en su piel a modo de recordatorio, sabía que cada acción que Alexander tomaba era de una forma deliberada, y desde el momento en que ella accedió a mostrarle una parte de lo que era, el león la envolvió en una burbuja de protección, brillante y visible para cualquiera que estuviera cerca.
Era como llevarlo con ella en cada paso, en su piel, y aunque él se encontraba bajo tierra, Gala lo sentía cerca. Cuando las puertas del anexo se abrieron luego de la confirmación del lector de rostros, el lúgubre ambiente le hizo tensar los músculos. De inmediato encontró a Vashty terminando de cortar el yeso del brazo de un niño de no menos de ocho años con un láser de alta precisión, el cachorro dejó de observar el corte y dirigió esos profundos ojos verdes a Gala. Tenía rizos apretados que se extendía en todas direcciones, desordenados, salvajes, su piel de un marrón claro y brillante, llevaba puesto un pantalón térmico color gris y una remera de manga larga con un patrón de rayas horizontales en color celeste y blanco. El niño no le reconoció, pero le sonrió mostrándole la confianza necesaria para estar calmado con su presencia, porque para el niño Gala era parte del clan. Y el clan era seguro.
Era...
Enterrando esa amarga verdad en lo profundo de su mente, Gala le sonrió de vuelta mientras se detenía junto a su camilla, se agachó y puso los antebrazos en el borde entrelazando los dedos y le observó. Ella no había previsto esto, ni lo veía como algo necesario, pero no podía evitarlo, un cachorro herido era una llamada que jamás ignoraría, su oscuridad exigía salir para proteger, hacer pedazos a lo que le hubiese dejado el brazo roto.
—¿Cómo te llamas? —Preguntó.
Vashty le había echado una mirada furtiva, pero su atención por el momento debía estar en el manejo del láser. Esa pieza de alta tecnología médica debía ser usada con responsabilidad y cuidado, un cálculo mal hecho en la intensidad del haz de luz o un movimiento demasiado brusco podría cortar la piel si ya estaba llegando al final del yeso.
—Akiak.
Valiente, pensó, y luego notó que no tenía conectada ninguna vía con anestesia o algún medicamento para el dolor. Le hacía honor a su nombre, pero luego vio el yeso y pensó que tal vez este niño había malinterpretado su significado.
—¿Cómo sucedió?
—Un deslizamiento de tierra —Vashty respondió—. Los cuatro cachorros estaban en el lugar y momento equivocados, pero reaccionaron rápido, solo este pequeño quedó atrapado entre los escombros.
—Yo grité a los demás para que corrieran.
Gala quería reclamar qué hacían cuatro cachorros jugando en un sitio peligroso por los derrumbes, pero se detuvo cuando se encontró con los ojos brillantes del niño. A pesar de resultar herido, podía ver en él que se sentía orgulloso por haber protegido a sus pequeños compañeros de clan, Gala no minaría su buena acción, no valía la pena hablar sobre algo que ya no podía ser revertido, pero tendría una conversación sobre los protocolos y las zonas seguras donde los niños podían jugar tranquilos.
—Ya estoy llegando al final del yeso —dijo Vashty, la concentración tensaba la piel blanquecina contra el borde afilado de su mandibula—. Quieto, muy quieto Natuk.
Gala sostuvo la mano de Akiak, distrayendo al niño que de forma repentina había temblado, estaba sintiendo el láser cerca de su piel, el calor como un suave cosquilleo que podría convertirse en dolor al menor movimiento. Gala le preguntó que era lo que quería hacer cuando pudiera usar su brazo de nuevo.
—Quiero nadar alrededor de Troop Island. —Los ojos del niño brillaron—. Mis padres nos llevarán allí el fin de semana.
—Solo si el hueso ha sanado de manera correcta —agregó con un tono serio, pero luego se ablandó cuando Akiak le echó una mirada preocupada—. Estarás bien.
—Apuesto a que podrás pescar un par de peces.
El cachorro apretó su mano, su sonrisa fue ligera hasta que el crujido del yeso le hizo dar una exhalación, como si pudiera respirar otra vez.
—Yeso fuera. No muevas el brazo.
Vashty dejó los restos del yeso en un contenedor cercano a la camilla, luego tomó un rociador de liquido antibacterial de la mesita de metal junto a ella y comenzó a limpiar la piel toda el área del brazo, Akiak se estremeció, pero respondió con una negativa cuando Gala le preguntó si sentía dolor. Valiente, deseó poder verlo nadar.
—Bien, muy bien. —Vashty le sonrió, su mirada cariñosa y amable—. Ahora, pequeño, hay que ver como está ese hueso.
Levantándose de su asiento, la mujer activó la plataforma luego de ponerse de pie sobre ella y bajó a la extensión subterránea, regresó unos minutos después con un radiógrafo portátil. El aparato estaba formado por dos placas cilíndricas que se abrían y cerraban alrededor de la extremidad sobre la que se necesitara ver la imagen, por dentro tenía el equipamiento normal de un aparato de radiografía convencional pero adaptado al tamaño. La imagen de la radiografía era transmitida de forma automática a través de la red de comunicaciones y por un enlace conectado con el anotador digital de Vashty. Menos de cinco minutos pasaron antes de que los datos estuvieran en el delgado anotador.
—Bien, vamos a ver.
Akiak levantó la cabeza para poder alcanzar la imagen.
—Todo se ve bien, el hueso se ha fusionado según lo previsto. —Acercando la pantalla para que el niño pudiera ver mejor, Vashty le mostró donde estaba la quebradura—. Esa línea estará ahí a partir de ahora, cuando crezcas puede que se mueva un poco.
—Raro —dijo, frunciendo el ceño.
Vashty rió.
—Una razón más para no romperte los huesos, ¿no?
—¿Ahora puedo transformarme?
Los labios rosados de Vashty se ladearon en una mueca. La jefa de enfermería revolvió los rizos oscuros del niño.
—Claro que puedes, pero quiero que esperes tres días más y tomes el suplemento de calcio. ¿Lo harás?
#1168 en Fantasía
#712 en Personajes sobrenaturales
#4510 en Novela romántica
cambiantes felinos, cambiantes osos, romance drama erotismo accion amor
Editado: 04.11.2020