Beso de Hielo [serie Gold Pride 2]

Capítulo 26

 

Alexander se tragó su propia amargura cuando el sol hizo brillar las ondas castañas de Gala, verla de esa manera, aunque la tristeza fuera un manto evidente que la envolvía y la hacía mucho más lejana, aún con todo eso verla hacía todo mejor para él, y no importaba la tristeza ni la incertidumbre, si ella estaba junto a él entonces el día estaba ganado.

—Sí, lo sé —ella suspiró—. Pero me gustaría poder hacerlo —dijo, levantando la mirada hacia él—. Cuidar a todos para que nadie más sufra.

Alexander tenía envidia del sol por la forma en que iluminaba parte de su rostro, quería tocarla en cada parte de ella, cada parte de esta mujer que estaba dispuesta a cargarse el mundo sobre los hombros con tal de acabar con el sufrimiento. Si fuera así de fácil... No le dejaría hacerlo. Porque el peso del mundo aplastaría su espíritu hasta no quedar nada más que un cascarón vacío.

Sin embargo, Alexander empezaba a ver cosas de Gala que le hacían parecerse cada vez más a Patrick. Solo entonces volvía a la misma idea vieja de que no sabía quien era ella, solo conocía fragmentos de un rompecabezas mucho más grande y complejo de lo que imaginaba.

—Todo lo que haces importa —le dijo, y sonó como un consuelo demasiado vago para su necesidad, se movió acortando la poca distancia entre ellos para tomar su mano—. Aquí o en la coalición, nos cambias la vida a todos. Un gato y un oso a la vez.

Gala no tenía idea de lo que representaba para Gold Pride, Patrick ya le había mencionado a Alexander que debajo de su carácter reservado había mucho más que solo una enfermera dispuesta a ayudar a todo aquel que la necesitara, en ese momento la sala comedor estaba vacía y solo ellos dos quedaron bebiendo té de limón a las cuatro de la madrugada porque ambos no podían dormir.

Tanya todavía no llegaba a la coalición y todavía no comenzaban los ataques de grupos de cambiantes reclamando el territorio.

No entiendo a Gala —había dicho Patrick, con la mirada perdida en la pared color crema de la sala comedor—. A veces tiene instintos..., tú sabes..., instintos tan poderosos como los míos.

Alexander había sonreído en respuesta, pero también devoró la información como un niño hambriento, porque era un pedazo de Gala y él quería todo de ella.

No me digas que crees que ella es...

Patrick rió fuerte, y Alexander guardó esa imagen de su Alfa porque rara vez lo veía reír de esa forma, pero ese instante fluyó con mayor naturalidad. No era el Alfa calculador, preciso y listo para la acción en todo momento, esa noche solo era Patrick Mcgraw, un cambiante león como cualquier otro buscando una charla sencilla con un amigo. Cuando el sonido dejó de fluir de él al ver que Alexander no hacía más que sonreír de manera amable, Patrick lo miró a los ojos, la sabiduría brillaba en el color verde profundo.

Ella quiere cuidar, proteger.

A pesar de la oleada de calor que lo golpeaba desde adentro hacia afuera cuando hablaba de Gala, Alexander procuró mantener su interés oculto.

Como todos los demás, ¿no? Es por lo que somos Gold Pride, entre todos nos cuidamos.

—No. Esto es otra cosa, un nivel diferente y comienzo a pensar que jamás lo entenderé.

Alexander tampoco lo hizo, hasta ahora, cuando las piezas comenzaban a encajar y el verdadero paisaje frente a sus ojos tomaba la forma más hermosa posible. Porque los irises marrones de Gala brillaban y sus mejillas estaban ruborizadas y eso era tan malditamente valioso porque sabía que jamás se mostró así frente a nadie más en la coalición. Poder sacarle reacciones que no le mostraba a los demás era un lujo y una adicción que golpeaba y alimentaba su orgullo de león.

Pero ahora quería averiguar una cosa...

—¿Puedo hacerte una pregunta?

Una sonrisa pequeña apareció en su rostro, Gala bajó la mirada al piso del muelle y luego la levantó, pero sin llegar del todo a sus ojos.

—Seguro.

—Cuando le pediste a Patrick que contratara a un segundo profesional para la enfermería, ¿era realmente porque lo necesitabas o porque querías que Patrick tuviera una opción por fuera de las mujeres de Gold Pride?

Gala alzó la cabeza, sus cejas ligeramente levantadas en una expresión de curiosidad. Alexander no era ningún tonto y Gala tampoco, sabía que ella no dejaba nada al azar y ya habría buscado solicitantes para la enfermería antes de hacerle la sugerencia a Patrick. Alexander jamás se tomaría esa libertad de tomar decisiones importantes a las espaldas de su Alfa —no es como si lo necesitara porque su función solo era ocuparse de mantener a todos bien alimentados—, pero Gala tenía una fuerza que era envidiable, estaba a los ojos de cualquiera e incluso el mismo Patrick se sorprendía.

—¿Qué quieres decir con eso? —Preguntó apartándose un poco.

—Oh, vamos, Gala. Tú eres enfermera y siempre supiste sobre la mala salud de Patrick, tal vez viste en Tanya una posibilidad de que fuera su compañera, y con eso una obra milagrosa del destino para salvarlo.

No resultó del todo como lo imaginaba, pero lo cierto fue que Tanya salvó a Patrick y a la coalición de formas que ella no terminaría de entender.

Gruñendo bajo, Gala miró más allá de Alexander, a las aguas tranquilas del lago que era una absoluta maravilla natural, la brisa fría jugaba a desordenar su cabello.

—A veces un vínculo no es la solución a todos los problemas.

—Pero lo pensaste.

Ella suspiró.

—Fue una idea un poco infantil —Una admisión vaga—. Pero lo cierto es que en verdad necesitaba alguien más en la enfermería. No porque estuviese saturada por los deberes sino porque...

—Te sentías sola —Alex terminó por ella, tragándose su propio gruñido frustrado cuando el conocimiento tocó su mente.

Gala tuvo ese brillo sorprendido otra vez, ese que le hacía ver como una mujer inocente que descubría las cosas por primera vez, ¿cuánto tiempo había pasado sola, sin que nadie le hiciera sentir lo mucho que valía, lo grandiosa que era y lo malditamente inteligente y poderosa que era? El león de Alexander quería salir a arañar y masticar algunas cosas para quitarse la frustración de encima.




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