Alexander tenía algo en mente, había pasado la noche entera planeando todos los detalles. A medida que encontró más piezas de la vida de Gala en el clan Icy Souls, él pudo agregar más y más trazos al plan, y para eso había conseguido más ayuda de la que habría esperado.
Aunque ninguno pudiese asistir, la gente cercana a Gala estuvo encantada en ayudar, Aidal preparó la comida especial, celosamente supervisado por Alexander, quería que los sabores estuvieran perfectos, cada cosa en armonía, el jefe de cocina le reclamó que se estaba convirtiendo en un maniático del control y Alex había contraatacado con que todo esto era para Sialuk.
Porque merecía esto y más de lo que podía darle.
Sakari y su compañero se encargaron de conseguir los arreglos decorativos, y para eso acudieron al taller de arte y manualidades, la anciana le había besado en la frente cuando al terminar de recoger los platos en el salón en el que almorzaban los adultos mayores él le pidió su ayuda. Le dio curiosidad saber su parte de la historia, como había ayudado a Gala cuando ella perdió el control. Pero dejó eso para otra ocasión, ahora tenía muchas cosas que arreglar.
Recurrió a las amigas de Gala para obtener opiniones en cuanto a como debía vestirse, qué ropa debía darle a ella y como hacer para que se la pusiera sin echar a perder la sorpresa. Daku se ofreció, y pasó la mitad de la tarde buscando ropa que no le quedara holgada, su hermana, Iris se propuso para distraer a Gala y así darle más tiempo para la planificación de la noche. Eria se encargó de armar las luces y el sistema de sonido además de preparar la mesa y los bancos.
Faltando pocas horas para el atardecer, solo le faltaba una cosa más importante que todo lo demás.
El baile.
Alexander tenía con que defenderse en la pista de baile, pero eso era en celebraciones normales o en bares y lugares públicos. Nada de eso servía en esta ocasión especial. Estaba nervioso, intrigado y emocionado con eso. Bien, podían culparlo de romántico empedernido pero estos detalles, estos simbolismos, eran irresistibles. Y cuando terminó su investigación inicial quedó fascinado por completo.
La danza del nudo infinito era un baile típico y compartido entre los cuatro clanes blancos, un tipo de baile cuya función podía ser de cortejo o reafirmación de lazos entre las parejas. Un cambiante soltero o soltera solo debía pedir el acompañamiento de una pareja si pensaba establecer una relación seria y a largo plazo, y quien aceptaba el baile debía estar consciente de la decisión. Los jóvenes y adultos tenían mucho en que pensar antes de poder hacer la solicitud en una reunión o celebración privada o pública.
Yala tenía razón cuando dijo que aquellos quienes bailaban la danza del nudo infinito terminaban juntos, y Alexander se quedó con una nota al pie escrita en los documentos digitales.
«En la mayoría de los casos, la conexión tanto con la música, el movimiento, los sentidos y el lazo afectivo entre pares hace que el deseo los lleve a unirse de una manera profunda e íntima. Si bailas bien, no querrá separarse»
Alexander quería estar a la altura, cumplir con todas sus espectativas. Sin embargo, había un problema, el cumpleaños de Gala era mañana y solo tenía unas cuantas horas disponibles para aprender y practicar todo lo posible. Por esa razón estaba ahora frente a la escotilla de uno de los salones de baile, con el estómago apretado y las manos sudando, había disimulado su inquietud e incluso les sugirió practicar en la superficie, pero Yala le dijo que para aprender bien el baile debía estar familiarizado con la escena.
—¿Estás bien? —Yala preguntó, con medio cuerpo bajo tierra, las manos en las agarraderas de la escalera y la mirada fija en él.
Alexander tragó saliva. Esto era un desafío, y él era hábil en superar los desafíos, en la cocina o fuera de ella. «Hazlo por Gala» se dijo al llenar sus pulmones con el aire frío de la tarde.
—Sí, solo un poco nervioso.
Yala sonrió.
—Estarás bien, vamos, hay mucho que hacer.
Esta vez, fue Alexander el encargado de bajar la escotilla, quedó en la oscuridad. Un escalofrío subió por la espalda y el instinto de escapar arañaba sus entrañas con una fuerza brutal, jadeó, tragó saliva una y otra y otra vez, las náuseas se lo comerían vivo si no se obligaba a mantener el control.
—¡Alex, ven! —Aiyena lo llamó.
Las risas de las mujeres se escuchaban un poco lejanas, habían entrado al salón y él ni siquiera podía bajar de la escalera. Suspirando el aire espeso, Alex se aferró al hierro de las agarraderas, un temblor estremeció su cuerpo y le hizo cerrar los ojos, apretar los dientes. ¿Por qué se sentía así si ya había estado en este lugar? La respuesta vino sin prisa, esa ocasión Gala había estado con él, la música y el baile fueron las distracciones que alejaron estas respuestas físicas de su cuerpo, por eso no había tenido problemas en estar bajo tierra, en un sitio que era lo más parecido a la celda en la que estuvo encerrado por dos años.
Ahora Gala no estaba con él, no había música y lo único que rompía el silencio era la conversación lejana entre Yala y Aiyena. Con la mandíbula tan apretada que dolía, Alexander miró hacia arriba, con solo estirar el brazo podría abrir la escotilla, empujarla y respirar de nuevo en la superficie, pero si subía entonces ya no volvería a bajar y perdería tiempo.
Debía enfrentar esto.
Concentrándose en lo hermosa que se veía Gala mientras dormía, Alexander recuperó el control de sus extremidades y comenzó a bajar, peldaño por peldaño, buscó cada recuerdo de ella para reemplazar a esos que despertaban la ansiedad y el temor. Más rápido de lo que habría imaginado, estaba en el piso de la entrada.
Respiró, soltó el aire.
«No eres un cobarde»
Estaba cortejando a una osa polar, una osa Alfa. Con el corazón acelerado, Alexander atravesó la entrada, las dos mujeres interrumpieron la conversación para girar hacia él y mirarlo con detenimiento. Se sentía incómodo, pero ninguna de las dos dijo nada al respecto, él sabía que ellas se dieron cuenta de su estado.
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Editado: 04.11.2020