La vida es una gran canción, a veces suele tener tonos bajos y tan altos que causan euforia.
Un secreto es tan placentero, como lo son sus besos, una perfecta sincronía al punto de sentir suaves cosquillas , su manos hormiguean por atrapar su cuello ¿Qué la detiene? Saber que si no estaba al tanto de las alertas podía quedar completamente enredada en su cuerpo, idea que cada vez suele llenar su mente, lograr sentir sus brazos alrededor de su cintura, saborear sus labios es algo que explota cada vez más rápido sus sentidos.
Había tenido la experiencia de sentir besos, caricias y una gran atracción sexual, como lo fue en su pasada relación. Con Lucas llegó a compartir más que una caricia de madrugada, pudo saber que era ser deseada sexualmente al punto de probar los más recónditos pasos de la sexualidad. No obstante, con Azael era más que la propia lujuria, podía manejar los besos a su antojo sin necesidad de ser algo completamente básico. En cinco días de su desastre, cinco días donde se ha permitido descubrir más de aquel hombre tan poderoso, entrelaza sus manos sintiendo su sedoso cabello.
Llevar un secreto tan difícil de mantener aumenta su adrenalina cada día, sentir que a cada instante podía ser observada por alguna de las personas que se encuentren en la hacienda solo provoca salir huyendo hasta lograr desaparecer. Le es difícil entender sus miedo, una aptitud que hace pintar su romance como si fuese una colegiala a punto de cometer el mayor delito. Aún existen rastro de su pasado que la obligan a ser cautelosa con su reciente relación secreta, pero sus pensamientos repiten que en tan solo cinco días ha entregado tan fácil su corazón.
— No puedo negar que la arboleda es tan fiel a nuestro desastre — observa a Azael, aun no podía creer que aceptó sus condiciones por muy confundido que esté ante su decisión de mantener todo en silencio. Un hombre maduro que odia las niñerias aceptando algo tan tonto. Sonríe levantando sus manos, cerrando sus ojos tratando de hallar calma.
— ¿El campo de los amantes?
— ¿Desde cuándo has decidido llamarlo así? — sentía culpa por llevar a mantener escondido algo que realmente no le incumbe a los demás, pero no puede evitar sentir cierta corazonada demasiado negativa.
— Mantener en secreto algo tan sencillo me hace sentir como en siglos pasados “la señorita pulcra y el hombre que profesa un amor prohibido”
— Demasiada imaginación en un hombre tan ermitaño — un ogro con corazón dulce que brinda los mejores besos. Demasiado sexy para ser real.
Actuar en la hacienda es tan complicado como actuar frente a miles de personas, mirar a sus amigas y a cada una de las personas a los ojos era como el gran suplicio de su vida. Ha mantenido al tanto a su madre de su estadía en la hacienda, pero tratar de contar su nueva anécdota es la cárcel de su lengua.
¿A qué le temo tanto? Acaso temía herir el corazón a Lucas, un hombre bueno que fue capaz de sacar su lado cruel en el amor, podría decir que es completamente patosa al añadir tanto drama al asunto. Mientras toma el lado cursi de Azael se ha dado cuenta que quizás quien ha cometido tantos errores sea ella. Una mujer citadina llena de lujos que solo ha mirado por donde camina creyendo que la vida es un dulce cuento de hadas, quien ha llegado al punto de ser destruida para considerar renacer cuan flor en primavera.
Alguien que en su nueva relación trata de pintar un cuadro tan irreal. No puede evitar observar, sus boca recta como siempre, apariencia de que en cualquier momento dará un regaño, sus cejas pobladas, mandíbula definida, su cabello sedoso, su cuerpo demasiado sexy, sin duda alguna el sueño de muchas hecho realidad.
[...]
— ¿Se puede saber qué tanto haces señorita desaparecida? — Tres pares de ojos más los dos nuevos pares de las gemelas la escrutan a la espera de un relato convincente.
— También tengo derecho a estar un par de horas sola — un par de hora llena de besos con un hombre sexi.
— Cinco días en una nueva rutina, algo demasiado interesante — Veronica, cita mirando fijamente a Mia.
— Quizás ese jaleo rutina esta bueno — declara Erika
— ¿Jaleo qué? Por Dios chicas su morbo no tiene límite — Quizás su secreto no sea tan secreto. Toma su vaso evitando el par nuevo de miradas curiosas
— ¿Así que de la nada has decidido conocer por cinco días la hacienda? — Mara la observa sonriendo a la espera de su respuesta. La noche de chicas le ha resultado ser un obstáculo.
— Es…es interesante…
— Y ¿Qué opinas que tu ex y Megan están aquí? Maia y yo hemos observado todo y es como ver una telenovela poco convencional y emocionante. Sabes que tener a tu ex insistente es como subir el ego a lo máximo.
— Eh bueno no es algo de qué alegrarse y poco a poco estamos arreglando nuestros asuntos privados.
Como darse un beso en el pasillo. Su vida caótica da resultados menos esperados.
— La abuela dice que es mejor cortar de raíz todo, los chicos solo saben extender todo para llamar la atención ¿qué te dice que cambian después de una ruptura? — Maia replica dando por sentado que todas están de acuerdo.
— Quizás el simple hecho de sentirte anclada a algo que en su momento fue bueno — Todas observan a Erika, agradece que la conversación la deje un poco alejada de múltiples argumentos. — Solo que ustedes, queridas niñas no han vivido tal situación.
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Editado: 22.05.2022