Besos con sabor a miel.

02

Capítulo Dos
Es tiflolibros no tlifrolibros. 

Guardó los libros en su casillero y caminó por el pasillo del instituto hacia la cafetería. Buscó con la mirada algún lugar para sentarse pero sólo encontró una mesa en la cual una chica estaba sentada. 

Es el momento, debo hacer una amiga, pensó. 

Con inseguridad y lentitud se acercó a ella y apoyó la bandeja con su desayuno en la mesa, la joven alzó la mirada y le sonrió.

—¡Hola!—. Sonrió la pelinegra. 

—Hola—. Dijo devolviendole la sonrisa—. ¿Puedo sentar...—. Pero antes de que pudiera terminar la oración, la interrumpió.

—Por supuesto. 

Camille se sentó y luego examinó a la chica de una manera disimulada. 

—Soy Camille.

—Lo sé, estamos juntas en clase de anatomía y me pareces muy inteligente he querido hablarte pero creí que no eras de las que se juntan con las chicas del club de teatro.

Y era cierto, en su escuela anterior las chicas que pertenecían al club de teatro eran egocéntricas y muy malas. 

—Pareces amable—. Comentó la rubia al no querer darle la razón. 

—Lo soy, es por eso que nadie conoce mi existencia—. Dijo divertida.

—Somos dos entonces—. Agregó en el mismo tono.

—En este instituto las peores personas son las más populares, verás a las animadoras y a los del equipo de fútbol americano dominar todo, su carácter es realmente horrible, son egocéntricos y creen que tienen a todo a sus pies—. Explicó mientras sacaba una libreta.

Camille soltó un suspiro de alivio al escuchar las palabras de la joven, ella no quería ser amigas de unas chicas superficiales a las cuales lo único que les interesa es el físico y su popularidad. Se sintió cómoda al sentarse junto a ella y hablar de cosas en común. 

Ahora se dirigían hacia la clase de anatomía, al llegar se sentaron juntas a esperar al profesor McGuillian.  

—Si estas estudiando aquí desde principio de año, ¿Por qué ahora decides hablar con alguien?

—Es porque no me interesaba tener amigos, pero te vi y prácticamente algo me arrastró hasta ti. Siento que nos llevaremos bien.

—¡Oh por supuesto que si!—. Exclamó entusiasmada y ambas rieron—. Deberías anotarte al club de teatro.

—Aún no quiero anotarme a ningún club, quiero esperar al próximo año.

—Respeto tu decisión, aunque te pierdes de mucho. 


El profesor se hizo presente en el aula y comenzó con la clase. El resto del horario en el instituto transcurrió con tranquilidad, estuvieron las cinco horas juntas y sólo se separaron a la hora de irse.

Mientras Camille se acercaba al auto de su padre podía ver a este con una sonrisa. Abrió la puerta y se sentó a su lado, se colocó el cinturón de seguridad y suspiró.

—¿Por qué sonríes tanto?—. Preguntó al ver que su padre aún no dejaba de sonreír.

—Hiciste una amiga.

—Oh, si ella es una compañera.

—¿Cuál es su nombre? 

—Su nombre es...—. Iba a responder cuando recordó que la chica en ningún momento le dijo su nombre—. Yo...no lo sé.

—¿Cómo que no lo sabes?—. Preguntó extrañado.

—Ella  no me lo dijo, ¡No me dijo su nombre!—. Dijo entre risas.

—Tu y tus amistades. 

Compraron unos dulces para su madre, que según su padre, se le habían antojado y siguieron su camino. Camille estaba intrigada acerca del comportamiento de su madre y quería interrogar a Jeff pero apenas se animó a preguntar a dos cuadras del local.

—Oye papá, ¿por qué mamá se esta comportando de esa forma? 

—¿A qué te refieres con "esa forma"?—. Desvió su mirada hacia ella.

—Cambios de humores repentinos, antojos, irse contigo a "buscar o comprar cosas"—. Explicó mientras jugaba con sus dedos.

—Oh, no es nada—. Negó con rapidez. 

—Yo creí que ella estaba embarazada—. Murmuró en un tono bajo. Aunque su padre fingió no escucharla.
 

Miró por la ventana y vió a una pareja tomada de la mano comprando flores en una maceta.

El rubio observaba a su novia de una manera tan hermosa, como si ella fuera lo único que le importara. Y Camille se deprimió un poco, porque a ella nunca nadie la había mirado de esa forma y quizás no lo hagan nunca. 
 

Sacudió su cabeza para eliminar esos pensamientos exagerados, aunque un poco ciertos. Ya que falta un año para que terminara el secundario y entraría a la universidad a estudiar medicina, deseaba que su chico indicado estuviera ahí. Quería enamorarse y aprender a amar y que sea correspondido. 
 

—Llegamos—. Avisó su padre mientras estacionaba el auto.
 

La rubia bajó del vehículo y se introdujo en el local. Allí adentro se encontraba Evie llenando unos papeles y Sharon tomando pedidos. Había demasiadas personas, buscó a su madre con la mirada pero no la encontró. 
 

—¿Dónde esta mamá?—. Preguntó mirando a Jeff.

—En la cocina con Harry.

Caminó hasta la cocina y saludó a Harry y a su madre, quien preparaba un pastel enorme.

—Que bien se ve eso—. Comentó mientras lo examinaba.

—No se te ocurra tocarlo—. La señaló—. Ni siquiera probar la crema.

—No pensaba hacerlo—. Mintió. Claro que lo había pensado—. ¿Es para la fiesta de cumpleaños de la mujer de Harry?

—Correcto.

Regresó y se sentó junto a Evie, la cual aún seguía concentrada en su trabajo. 

Buscó con la mirada a Leo, pero no podía encontrarlo, hasta que lo hizo. Se encontraba casi al fondo del lugar, sentado solo y con Nirvana recostada a sus pies. Leía eso libro otra vez. 
Camille se puso de pie y peinó su cabello, lo dudó unos segundos pero luego caminó con pasos decididos hacia su mesa, una vez allí se detuvo frente a él y suspiró.
 



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En el texto hay: drama, amor, amistad

Editado: 25.04.2020

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