Besos de sangre

Lágrimas.

"Camille, cuando desees algo con todo tu corazón, intenta cualquier cosa para lograrlo" solía decir su madre.

Recordaba aquellas palabras lejanas con dolor, al darse cuenta que esa persona tan primordial para su vida, ya no estaba.

La mayoría de las personas ni siquiera aproximaban el inmenso vacío o el dolor que te ocasionaba el haber perdido a ese ser que te llevo en el vientre y te cuido como su regalo mas preciado, es como si tu corazón estuviera hecho pedazos, matándote desde adentro.

Algunas querían un novio con las mejores cualidades, otras un buen trabajo o ser las mejores en la escuela, pero ella solo deseaba sacar fortaleza de donde fuera, por qué era difícil vivir sin un gran pedazo de tu alma y sientes que nadie podrá llenarlo.

Se levantó del suelo aún con sus músculos tensos y adormecidos por el dolor, su piel blanca tenía notables moretones y sus ojos estaban hinchados por tanto llorar. Buscando aliviar un poco su cuerpo entro en la pequeña ducha y dejo que la regadera empapara toda su ropa.


 

Por su cabeza rondaban miles de recuerdos, y todos terminaban en la sencilla pregunta de ¿Por que a mi?. La persona que más amaba se fue de este mundo, y la que debió ser su apoyo sólo la hacía más mierda todos los días.


 

Crudas lágrimas salían de sus ojos mezclándose con el agua fría del grifo. Para ella todo estaba acabado, todo se fue al carajo cuando aquel hombre al que solía llamar padre, con el que jugaba y solía pensar que era su héroe se atrevió a tocarla, a forzarla, a maltratarla y no le tembló la mano para golpearla.

Desde entonces se convirtió en la escoria más grande que a pisado el planeta y el odio hacia el surgió de la nada.


 

Salió de la ducha dejando un rastro de agua, con cuidado de no lastimarse se levantó la camisa para luego empezar con los jeans, quedando en ropa interior frente al sucio espejo, examinado cada pequeña herida que manchaba su pálida anatomía.


 

Tardo más de lo necesario ahí, llorado y recordando con cada marca todo lo que le acabada de hacer el monstruo que vivía junto a ella. Le temía, no podía negarlo, le aterraba que pudiera matarla aunque aveces fuera lo que más deseaba.

Preferiría estar tres metros bajo tierra, por qué allí el no podría hacerle más daño.


 

Sus piernas temblaban, su feminidad ardía por la rudeza de sus acciones, le dolía hasta el alma y aún así seguía mostrándole una sonrisa a las pocas personas que la rodeaban.

Tenía el sobre de pastillas en sus manos, y la bebió desesperadamente con el agua que salía del lavamanos.


 

Lo que menos quería en este momento era tener un hijo, no sería capaz de mirar a ese ser humano a la cara sabiendo por obra de que y de quién había nacido.


 

Encontró un poco de ropa limpia y enseguida la uso, al salir verifico que la puerta que daba entrada a su cuarto estuviera correctamente cerrada, sin apuró se encamino a su pequeño y gastado colchón. Solo quería dormir, olvidarse de todo, de donde estaba, de la pesadilla que era su vida, solo quería poder soñar con su madre, sentirse en sus brazos aunque fuera dos segundos.


 

Sin poder evitarlo ya se encontraba esparciendo gotas silenciosas de sus ojos, le incomodaba muchísimo su cuerpo, no había posición alguna para evitar el dolor, su delgada anatomía no soportaría más de un mes, sostuvo su estómago el cuál había sido golpeado con fuerza hace algunas horas, dejándole moretones encima de otros moretones.


 

El había llegado drogado a casa, destrozando todo lo que hubiera a su paso, sin verlo venir la tomo por el pelo con fuerza, sintiendo que parte de sus mechones pelirrojos eran arrancados y sin piedad alguna tirándola al suelo. Por más que suplicara que la dejara, que parara, el no escuchaba, solo le hacía más daño, golpeando su rostro hasta dejarlo hinchado, forzó su ropa y no lo pensó, se enterró en ella sin remordimiento, y ella solo podía llorar.


 

Apretó sus puños al recordar eso, muchas veces pensó en denunciarlo, pero el miedo que sentía se lo impedía, jamás le había contado a nadie lo que su padre le hacía, inventaba cualquier cosa cuando preguntaban sobre sus heridas.


 

La única persona en la que aún podía confiar era en su mejor amigo James, pero ni siquiera el sabía por todo lo que pasaba, recordó aquella vez que le preguntó el por qué de sus marcas rojas, fue la primera vez que su padre le hizo daño, inventó que la habían asaltado, y jamás olvidó lo que le dijo: Eres la persona más fuerte que conozco, lo e sabido siempre y creo que puedes aprender a defenderte, tienes mi ayuda incondicional para eso.

Desde pequeños el siempre a sido su apoyo, la protegía como si esa fuera su misión en la vida, él es lo más importante para ella, después de todo es lo único que tiene.


 

Esta vez estaba decidida a pedirle ayuda, estaba cansada de ser la chica débil, de sufrir todos los días un calvario y tener que sentir dolor sin merecerlo.


 

Después de un largo rato se quedó dormida, el cansancio le ganó territorio al dolor y sin poder evitarlo quedó sumida en el profundo sueño.



#29396 en Novela romántica

En el texto hay: amor, violencia, millonario

Editado: 12.12.2020

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