Besos Para Enamorarte

Capitulo 2

Begin Again – Taylor Swift.


Ay, Dios, mierda que no respiro. 
Esta vez no había salido tarde de casa, sino de la universidad, se supone que la clase termina a las 2:15, pero el maestro seguía hablando y hablando, tanto que nos retuvo quince minutos más de lo requerido. Lo cual solo me dejaba nueve minutos para recoger mis cosas, cruzar el campus, correr hacia la estación y subirme al metro. 
Sé que parece imposible, pero lo he logrado, literalmente he saltado en el metro justo cuando las puertas se estaban cerrando. 
Qué buena dosis de adrenalina.
Y falta de resistencia porque parece que te vas a desmayar.
Una vez he recuperado el aliento, maldigo en voz baja y me dirijo hacia el único asiento vacío, sin mirar a nadie, qué vergüenza, he entrado como una loca. Una vez en mi asiento suelto un pequeño suspiro, todo lo que había querido durante el día era poder regresar a casa mientras disfrutaba un poco de mi lectura de camino. Termine Orgullo y Prejuicio el fin de semana, lo cual me tenía un poco triste porque ya no podía leer al Señor Darcy. Sin embargo, mi copia de Sentido y Sensibilidad había llegado ese mismo día. No creía que me iba a gustar tanto, pero le daría una oportunidad, además de que tenía curiosidad de que trataba.
Sacando el libro de mi bolso, lo abro, e intento quitar el marcapáginas, pero este tiene otros planes y se vuela a los pies de la persona sentada a mi lado. 
Suelto una maldición en voz baja e intento agacharme y recogerlo, pero cuando llego a los zapatos del individuo, este ya lo tiene, es su mano.
Alzo la cabeza para mirarlo, mientras me enderezo.
Oh no.
Oh sí.
Había pasado al menos una semana desde que había visto a sonrisitas por primera vez. Honestamente, creí que no volvería a verlo, pero no. El martes cuando subí al metro estaba ahí, también el miércoles, y resta decir que el jueves y el viernes también. Siempre estaba sentado frente a donde yo normalmente lo hacía, y cada vez que lo atrapaba mirándome, me regalaba una pequeña sonrisa. Al principio pensé que podía ser un acosador, pero la verdad es que sus sonrisas se miraban bastante sinceras y un poco tiernas, a decir verdad. Él era apuesto, sí, no era del tipo modelo libanés, pero era bastante agradable a la vista. Tenía los ojos verdes y pestañas un poco largas, cejas espesas, mandíbula marcada y se podría decir que sus pómulos también, solo un poco, cada vez que sonreía sus líneas de expresión salían a la luz, su cabello era negro y estaba un poco largo, pero le quedaba bien, era alto y de tez blanca, desde lejos se miraba que hacía ejercicio, aunque no mucho. 
No habíamos hablado mucho, hoy era jueves y el lunes de esta semana nos habíamos mirado el uno al otro, creo que ambos entramos en pánico porque yo mire sus manos y él las mías, y luego ambos dijimos al mismo tiempo:
—Me gusta tu libro.
Yo se lo dije al ver que estaba leyendo Orgullo y Prejuicio y supongo que él lo dijo al ver que yo estaba leyendo Sentido y Sensibilidad. Después de eso no hubo nada más, solo una risita incómoda de parte de ambos, al día siguiente no estaba y esta vez pensé que de verdad ya no volvería a verlo, pero no, porque ahora se encontraba sentado junto a mí y me estaba entregando mi marcapáginas.
En realidad, es una foto de One Direction.
Qué vergüenza. 
Tranquila, que al menos no es la foto de Henry Cavill sin camisa que tienes en tu espejo. Muchacha hormonal.
Intento tomar la foto de sus manos, pero no la deja ir, tiro una vez más y por fin la suelta. 
Aun mirándolo, frunzo el ceño y estoy a punto de preguntarle cuál es su problema cuando es el quien decide hablar primero.
 —Hoy no estás de buen humor eh. — sonríe de lado.
—¿Y eso qué significa? — contesto un poco a la defensiva cruzándome de brazos.
—Que desde que has llegado aquí has estado maldiciendo por todo.
—Eso no es cierto — me hago la digna.
Me analiza un momento antes de continuar.
—Además — alza las cejas por un segundo — me estás mirando como si quisieras meterme la esquina de esa foto en el ojo. 
—Claro que no.
—Yo creo que sí. — sonríe como un angelito.
Hago un gesto para restarle importancia y por fin me sumerjo en las páginas de Sentido y Sensibilidad. Leo escenas de Elinor y Edward, aunque si soy honesta, me preocupa más, el sí surgirá algún romance con el coronel, no me tomen a mal, me encantan los libros que tiene otro tema de enfoque además del romance, pero soy ese tipo de persona que no puede leer nada si no tiene al menos una pisca de romance. 
Es una romántica, pero nunca le ha pasado nada romántico en su vida.
Eso es porque si alguien se me acerca de ese modo me voy a paniquear o pensaré que es una broma.
¿Ven lo que les digo?
Cállate.
Aviéntate al mundo, niña, deja las inseguridades.
Jamás. Y si me aviento, será de un acantilado. 
Cerrando el libro me recuesto en mi asiento y cierro los ojos para tomar un pequeño descanso.
 Me pregunto si soy la única que hace esto.
No, existen más personas raritas en el mundo.
¿Tú crees? 
Sí.
¿Cómo quién?
Como el chico que te está mirando.
Mentirosa.
Compruébalo tú misma. 
Abro mi ojo izquierdo para comprobar lo que mi conciencia me está diciendo, y efectivamente, sonrisitas me está viendo.
—¿Por qué parte del libro vas?
—Bueno….
—¿Ya llegaste a la escena donde se sabe del compromiso de Lucy y Edward?
—No, espera ¿Qué? — entro en pánico.
Oh, el muy infeliz.
—Ups, supongo que no. — se encoge de hombros y ríe por lo bajo.
—¿De qué compromiso estás hablando?
—Del compromiso, ya sabes.
—No, no sé, porque si supiera no te lo preguntaría. 
—¿De verdad no has llegado a esa parte? — me mira sin poder créelo.
Niego con la cabeza.
—Pues ya lo harás.
—¿Cómo que ya lo haré? Me has hecho espóiler. Ahora tienes que decírmelo tú.
—Solo sigue leyendo.
—No quiero seguir leyendo, no me voy a concentrar porque ahora ya sé lo que pasa y estaré pensado en ello. Tengo ansiedad ¿sabes? Me preocupo incluso por lo que aún no han pasado.
Suelta una pequeña carcajada.
¿Le parezco graciosa? ¿Pero que le pasa?
—Créeme, te creo. — asiente con la cabeza.
—Si pues… ¡Hey! — me indigno — Eso no es amable.
—Oye que lo has dicho tú, no yo. — alza las manos en señal de derrota.
Lo analizo un momento antes de girar mi cuerpo en su dirección.
—¿Y bien me lo dirás o no?
—¿Qué cosa?
—¡Lo del compromiso!
—Ah, eso, pues no creo que nos quede tiempo. — dice con una expresión maliciosa.
—Como que no tenemos tiempo, s-
Pasajeros de la estación 12, por favor bajar del vagón, pasajeros de la estación 12, por favor bajar del vagón.
Estaba tan enfocada en sacarle la información, que no me he dado cuenta de que el metro ha parado.
Oh, el muy maldito se salvó, pero ya verá cuando lo vuelva a ver. Recojo mis cosas rápidamente, porque lo único que me falta es que me quede atrapada y me toque regresarme caminando a casa. Una vez tengo todo listo, me voy a la salida sin despedirme o mirarlo.
No se lo merece.
Lo sé, es como esas amigas que te dicen que tienen un chisme y cuando les preguntas te dicen que te lo dirán al día siguiente.
A pesar de que yo no lo estoy viendo, puedo sentir su mirada en mí.
¿Por qué me mirará tanto? ¿Tendré cara bonita?
O de payasa por todas las ilusiones que te haces.  
Al salir de la estación me dirijo a casa, solo tengo caminar dos bloques y ya está. Mientras camino, aprovecho para mirar a mi alrededor, estamos a finales de septiembre, por lo cual ya hemos entrado a otoño, una de mis estaciones favoritas, donde las hojas se vuelven más hermosas para luego caer y las calles se tiñen de naranja fuego. 
Y yo por fin puedo usar los outfits que planee en todo el año.
Si es que te animas, claro.
Al llegar a casa, me doy cuenta de que Poet no está o a lo mejor está en su habitación dormida porque no hay ningún rastro de ella. Teniendo eso en cuenta, aprovecho para tomar una ducha y ponerme a hacer tarea, debo estar muy concentrada, no he sentido que Poet ha estado parada viéndome hasta que habla.
—Milly….
—¿Qué?
—Miilly…
—¿Qué?
—Miii-
—¡¿Qué!?
—Oye, no te enojes que yo te hablo con cariño — me señala con un dedo.
Poet está recostada en el marco de la puerta.
—Perdón.
—Más te vale lamentarlo, señorita, porque estoy muy enfadada contigo.
—¿Qué? ¿Por qué?
—¿Cómo que por qué? ¿Acaso no lo recuerdas?
Niego con la cabeza. 
Suspira y dice: —El chisme, se te olvido contármelo.
—¿Qué chisme?
—El que me dijiste que tenías.
—Yo no-
—Si tú sí, dijiste que me contarías lo que te había pasado el viernes si yo te contaba como estuvo mi cita.
—Pero-
—No, no te atrevas a darme una excusa barata porque si no la próxima vez que compre Milky Ways no te daré ninguno. 
Bueno, la cosa era seria porque yo adoraba esos chocolates y Poet era la única que se animaba a ir a la tienda de chucherías para comprarlos. 
—Está bien. —suspiro resignada. —Pero no esperes a que sea una gran historia, porque te dije que no había sido nada interesante.
—Y yo te dije que no me importaba, que igual quería oírlo.
—Bien.
—Bien.
Silencio.
—Te vas a sentar o….
—Sí, pero antes iré a por algo de comer.
—¿Y me vas a traer algo a mí?
—No.
—¿Por qué?
—Porque te has hecho la de rogar.
—Claro que no.
—Claro que sí. — se separa del marco de la puerta y da la vuelta para dirigirse a la cocina, pero antes de voltearse del todo se devuelve y me señala otra vez con un dedo mientras entrecierra los ojos. — Refresca esa memoria de pollo que te cargas, porque no quiero perderme ni un detalle.
—Bien. — levanto las manos en señal de derrota. 
Poet tarda al menos quince minutos en volver a aparecer. 
Quince minutos en los que podría haber estudiado.
Quince minutos en los que podrías haber recordado al chico.
Quince minutos en los que he estado mirando mi librero porque estoy muy orgullosa de él.
Una vez con su comida en mano se sienta en mi cama y yo miro el plato que deja sobre ella. Hay cuatro panqueques nadando en miel.
—Creí que traerías unas palomitas o algo así.
—Tonterías. Mejor aprovecho para comer bien, porque me conozco y sé que más tarde me dará más hambre. 
—Seguro que sí. —digo alzando las cejas.
 Hace un gesto con la mano para restarle importancia — Dejémonos de chachara. Mejor empieza a hablar.
—Bien… Pues…—me froto las manos en mis muslos. No soy buena contando historias o cosas así, tiendo a enredarme mucho.
—¡Desembucha mujer!
—¡Es que no sé por dónde empezar!
—Bueno, pero no me grites. 
Hago mi mejor esfuerzo contarle sobre don sonrisitas, le cuanto que me estaba va de ver y ver y de mis sospechas de que podría ser un acosador, también, sin saber por qué, termino contándole lo que paso el lunes y lo hoy. 
Cuando por fin he acabado, pasan al menos cinco segundos en los que ella me mira fijamente y al final pregunta:
—¿Eso es todo? —puedo ver un poco de decepción en sus ojos.
—Sí.
—Vaya…
—Te dije que no era nada interesante.
—Mmm — golpea el tenedor levemente contra sus labios. —¿Y era guapo?
—¡Poet!
—¿Qué? —se indigna— No puedes culparme por tener curiosidad. 
—Estás siendo superficial.
—Puede ser, pero eso no responde a mi pregunta.
Silencio.
—¿Era guapo o no? —pregunta otra vez, enarcando una ceja.
—Si… Era guapo.
—Papucho.
—Lindo.
—Ricolino.
—Agradable a la vista.
—Follable. 
—Tal vez.
—¿Eso es un sí?
—Es un tal vez. 
—¿Y por qué no un sí?
—Porque no lo conozco.
—¿Y el saber que es guapo y lee no te basta?
Sí.
—No.
—Bueno. —se encoge de hombros mientras se levanta de mi cama y recoge su plato, se dirige hacia la puerta, ya en el marco me mira y dice: — Ya me dirás que más pasa.
—Si es que pasa algo.
—Oye, ten esperanza puede que al final tengas una historia romántica como la de tus libritos. — Y tras decir eso cerró la puerta. 



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En el texto hay: romance juvenil., humor amor, libros y amor

Editado: 25.09.2023

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