Besos sabor a fresas

•Capítulo 1•


 

Kimberly
 

★★★
 

Caminando hacia a mi puesto de trabajo, el agradable aroma a café me recibió muy animada. Observé a Frida, mi mejor amiga enfrascada frente a la computadora como si su vida dependiera de ello.

 

No quise intercambiar miradas con ella tan temprano por la mañana, pues supondría una explicación que no tenía ganas de dar. Respirando profundamente me ubique en mi puesto acomodando mis cosas, por el rabillo del ojo noté un movimiento.

 

El sonido de tacones hacia mí me pusieron de los nervios, aún no estaba lista para aceptarlo.

 

—¡Hey!, ¿y esa cara?—cuestionó Frida cruzando sus brazos frente a ella con curiosidad.

 

—Todo está bien, no se de qué hablas —rodee mis ojos restándole importancia.

 

En ese momento, llegaron a mi mente imagenes de lo que sucedió la noche anterior. Había seguido a Tom, mi ahora exnovio, sabía que escondía algo pero sin pruebas era cosa perdida. Fue a un restaurante caro, muy extraño en él pues era duro para gastar. 

 

Lo ví entrar con una mujer muy guapa, sonrientes se ubicaron en la zona más alejada. Las lágrimas no dudaron en nublar mi vista, sabía de quién se trataba. Ángela apenas había entrado a trabajar hace tan solo quince días atrás y ya él había caído. Fui muy tonta en perdonarlo otra vez. 

 

—¡Mientes! —aseguró con una mano en su cintura—. Hay muchas cosas que no logran ponerte en ese estado, ¿Tom te hizo algo?

 

Nada más mencionarlo, bajé el rostro. 

 

—¡Ese hijo de...! —susurró.

 

En ese momento comenzó a escucharse por los altavoces la voz autoritaria de mi jefa, Gloria. 

 

—¡Kimberly Cifuentes se agradece su asistencia a la oficina!

 

Un malestar se apoderó de todo mi cuerpo. Puse en marcha mis pies como un robot sin saber que debía esperar. Un amplio pasillo se abrió ante mi, paredes grises con franjas negras adornaba las paredes y justo al final, una oficina con los mismos tonos. A penas entre, admiré un gran ventanal con cortinas blancas hasta el suelo mostrando la ciudad entera y un escritorio de cristal y acero. 

 

Me senté frente a ella, pero mi jefa optó por ubicarse a mi lado a diferencia de ir detrás del escritorio como acostumbraba. 

 

—Me alegra mucho verte hoy por acá—comenzó con voz suave, ¿Ya se habrá enterado? —. A veces solemos actuar bajo nuestro propio impulso al vernos tan vulnerables y ese es un gran error. 

 

Esa mañana merodeaba en mi mente si era tan necesario asistir al trabajo, no quería recibir una charla sobre eso. Lo de anoche me había dejado con un gran vacío en el pecho. Cinco años no se borraban así de fácil. 

 

Bajo mi silencio, prosiguió.

 

—Se que no es fácil afrontar una ruptura, menos si fue tan repentino, pero esta vez la función debe continuar —soltó sin más —. Es por eso que te hice venir, tengo un trabajo que te distraerá de todo. 
 

—Estoy segura que será de mucha ayuda pensar en otras cosas—afirmé tratando de sostener mis esperanzas en lo que me fuera a pedir, por un momento me sentí motivada—¿Qué debo hacer?
 

—¡Esa es mi chica! — afirmó con entusiasmo, extendiendo unos papeles hacia mí. 
 

Los tomé y leyéndolo de arriba a bajo, me llevé una gran sorpresa.
 

—No entiendo.
 

—¿Es eso cierto? —Me regaló una mirada desaprobatoria y volvió la vista a los papeles —. Necesito que me hagas un artículo inovador, que cuentes con hechos como fue tu primer beso. Que cada palabra exprese el sentimiento de esos segundos a su lado. 
 

—¡No puedo hacer eso! —De una me levanto y dejo los dichosos papeles sobre la mesa, sintiendo el peso de aquello.
 

—¡Sí puedes, se certeramente que lo lograrás!
 

—En éste momento me es imposible creer en ese sentimiento —agregue con un nudo formándose en mí garganta.
 

—¿Y para cuándo sí? —La veo levantarse arqueando una de sus cejas doradas—. No puedes permitir que la ruptura con mi sobrino te deshabilite de tus obligaciones, necesito que seas una profesional y lo hagas. 
 

—¿Y si no qué? 
 

—Entonces me veré en la tarea de hablar con Ángela —sentenció encogiendose de hombros —. Quizás ella si aproveché la oportunidad.
 

No pude estar ni un segundo más allí, el deseo de vomitar se hizo presente y salí de ahí como alma que lleva el diablo. Quizás ese trabajo no era para mí después de todo.
 


 



#11922 en Otros
#3565 en Relatos cortos
#18923 en Novela romántica
#3367 en Chick lit

En el texto hay: celos, apuesta, amordeoficina

Editado: 27.02.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.