Kimberly
★★★
—¡Esté labial rojo mate te ha quedado precioso! —agregó Ana una de mis compañera de trabajo.
Ella amaba el arte del maquillaje. Y aprovechaba estos momentos para pulirse.
Estábamos todas en el centro de mi habitación arreglándonos para ir a celebrar mi cumpleaños, aunque en ese momento no estuviera tan emocionada por ello. Iríamos a una club muy concurrida en estos últimos meses, llamada Cereza.
—¡Has quedado hermosa! —exclamó Fátima cerca de mí.
A mis espadas contemplé sus sonrisas frente al espejo. Intenté imitarlas, después de todo siempre han estado ahí para mí.
—¡No entiendo como la bruja te pidió hacer eso, habiendo tantos temas de donde escoger! —exclamó Mónica terminando de colocarse los tacones.
—Es un hecho, cambiaré de trabajo.
—¡No digas bobadas, ya tendremos tiempo para pensar en eso!—me animó Fátima estrechándome entre sus brazos—. Hoy es tu cumpleaños y lo vamos a celebrar a lo grande.
Escuchó a todas virotear y reír carcajadas, procuré no pensar en mi exnovio. Quizás funcione y logré olvidarlo.
—Gracias chicas, son las mejores —agregué sintiéndome de pronto nostálgica.
Al terminar de alistarnos bajamos las escaleras, mientras Mónica se dispuso a llamar a un taxi. Las demás estábamos distraídas en nuestros teléfonos hasta que se escuchó el timbre sonar. Nos miramos unas a las otras y como última opción, decidí abrir y ver quien de quién se trataba.
Estaba segura que no habíamos pedido nada y ya todas estaban en casa, cuando me dispuse a abrir la puerta curiosa, no espere que esa persona tuviera el descaro de atreverse a venir a mi casa, ese hecho solo basto para que me hirviera la sangre y mis manos empuñadas no se hicieron esperar.
—¿Ángela? —cuestioné perpleja— ¿Qué haces aquí?
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Editado: 27.02.2022