– Ya no soy virgen. – hable temerosa.
– ¿Qué dijiste? – me comenzaba a poner nerviosa por la reacción de mi mejor amiga.
– Deje de ser virgen...
– ¡Santo dios! ¿Cuándo? ¿A qué hora? ¿Cómo? ¿Blake? ¿Te lastimo?, por que si es así juro que lo mató. – se levanto de su lugar para comenzar a caminar de un lado a otro desesperada.
– Vane... – intente pararla.
– Es que, ¡Dios! ¡No me la creó! – una sonrisa comenzaba a formarse en su rostro, y algo de nerviosismo paso ante aquel gesto.
– ¿Me dejas hablar? – pregunte divertida.
– Si, perdón, si. – se volvió a sentar en su lugar para prestarme mejor atención.
– Pues, fue ayer, la hora no la de con exactitud. – me reí. – El como, creo que lo sabes a la perfección, Si, fue con el, No, no me lastimo, fue muy tierno, y...
– ¿Excitante? – hablo pícara terminando por mi.
– ¡Vanessa! – la regañe.
– Oh vamos, pero estás herida, ¿cómo fue qué lo hicieron?
– Blake tuvo mucho cuidado en no lastimarme. – Vane comenzó a llorar. – ¿Por qué lloras? – pregunte preocupada.
– No creó que mi mejor amiga, dejo de ser virgen. – hablo sorbiendo sus mocos.
– Que asco. – las dos comenzamos a reír, y seguimos platicando de todo lo que sucedió ayer, me pidió cada detalle, de los cuales algunos la sorprendieron y otros muy sucios, si esa clase de preguntas de ¿Cuánto le mide?, hasta que terminamos de ponernos al tanto de todo, ella me había contado todo con respecto a su familia y yo todo lo de Blake y mi familia igual, si es que se podía llamar familia al padre que te secuestro y el medio hermano que intenta violarte pero al mismo tiempo dice que te ama.
Fue hora de irme de nuevo al departamento de Blake, lo cual causo que Oscar casi se pone de barrera humana en la puerta para no dejarme salir del apartamento, pero los chantajes de hermana, y novia, pueden con todo. La despidida fue un tanto efusiva, Vane no dejo de abrazarme y Oscar igual repitiendo que me cuidara.
Estábamos ya en el departamento, y yo lo único que quería era descansar, estaba agotada de tanto caminar y moverme, me dolía el estómago, mi molestia fue visible hacia Blake, y el enseguida me cargo al cuarto, donde hace una horas deje de ser virgen, en cuanto me recostó, y se puso encima mío, me ruborice al instante que nuestras respiraciones se mezclaron y nuestros labios se rozaron.
– Esto me trae buenos recuerdos. – Blake aún me veía como ayer, como su joya, y eso me hacía sentir bien, sentir especial, en cierto momento tuve miedo de que Blake solo quisiera sexo y después se fuera dejándome abandonado, lo cual no sucedió.
– A mi también. – concorde con una sonrisa coqueta.
– ¿Quieres comer? – asentí. – Bien te traeré algo, no te nuevas.
Blake se levantó rápido, y se dirigió a la cocina, no podía creer como alguien como el estaba conmigo, como después de tanto tiempo, aquel chico que me dejaba regalos en mi casillero, era el, la vida nos quería juntos, si no. ¿Por qué nos volvía a unir?, ahora estábamos juntos de alguna manera, comenzaba a creer en el destino, me alegraba tanto haberme cambiarme de escuela, de retarlo, de encontrarme con el de nuevo, de tenerlo conmigo, de que nuestros caminos se juntaran nuevamente, ya no me imaginaba mi vida sin Blake, sin sus abrazos, sus chistes con doble sentido, que siempre estuviera ahí cuando más lo necesitaba.
– ¿En qué piensas? – Blake entro con una bandeja de comida al cuarto, fruta en un plato y jugo.
– En que te tengo. v hable sincera, Blake me volteo a ver, con un brillo en sus hermosos ojos oscuros, me gustaba verlo así, verlo contento, sonriéndome, siendo mi príncipe azul.
– Te amo Nat.