Me levanté de entre la paja, sostení mi mochila y con cuidado de no pisar a las chicas salí de la choza.
Luego de haber cenado algunos bocadillos que habíamos traído para la expedición nos fuimos a dormir pero había algo extraño merodeando por los alrededores que no me dejaba conciliar el sueño.
Sus pisadas eran muy sigilosas por lo que pensé de que se trataba de algún felino depredador.
Al llegar a la cascada observé todo el lugar verificando que no hubiera nadie espiando. Dejé mi mochila cerca de una roca y me dispuse a quitarme todas las prendas hasta quedar desnuda ante las aguas cristalinas. Estire mis brazos y me zambulli en su interior.
La temperatura del agua era perfecta para un día tan caluroso, me sumergí hasta el cuello mientras cerraba mi ojos escuchando el sonido del agua caer y a las aves cantar.
Escuchar una rama romperse entre el follaje fue lo que me alertó viendo a mi alrededor con frenesí.
— ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?—. Pregunté a lo que la brisa me respondió con su fuerte soplido.
Las aves dejaron de cantar y la brisa de repente se calmó. Todo mi alrededor estaba en un completo silencio poniéndome nerviosa.
Como pude salí de las aguas y me puse la ropa que antes llevaba puesta. Tomé mi mochila dispuesta a irme pero unos gemidos de dolor me hicieron detener.
No le di importancia a eso y seguí con mi camino hacía el pueblo pero a mitad del camino me detuve al ver un jabalí agonizar en el suelo.
Uno de sus colmillos que mayormente usaban los jabalí para defenderse lucía partido por la mitad. Quise acercarme y ayudarlo pero algo gigantesco cayó de los árboles con dirección al pequeño animal.
Me oculte detrás de un árbol con la respiración agitada escuchando los gritos del animal siendo devorado por el otro. Tomé valentía y me dispuse a ver, giré mi rostro muy sorprendido al ver a ese animal devorar al jabalí.
¿Qué era esa cosa?
Guíe mis manos a mi boca con la intención de apagar mis sollozos para no llamar la atención de esa cosa. No podíamos quedarnos aquí ni un día más.
Una criatura devora humanos vive en esta parte de la jungla.
Sí entras ... estás muerto.
Está jungla es la puerta al infierno.
Recordé en ese entonces todas las advertencias que nos habían dicho los guías.
Mierda ... debíamos salir, ahora.
Tomé una piedra y la lancé lejos llamando la atención de esa cosa que se fue a verificar por la dirección contraria a dónde iba ir. Corrí sin importarme nada, sólo quería salvar a mis amigos, yo los metí en esto.
Sonreí al ver la primera choza en mi visión, al llegar al centro visualice a mis compañeros preparar nuevamente una fogata.
Me hice oídos sordos al escuchar sus quejas en el momento que pisé las ramas que servirían para una fogata.
— Tenemos que irnos, ahora.
Todos me vieron extrañados por mi rostro serio.
— Falta una hora para irnos—. Se excusó Sam viendo su reloj—. Creí que querías tomar más fotos.
— Olviden eso, tenemos que irnos. ¡Ya!
Ellos asintieron algo temerosos para luego entrar a las chozas para sacar sus mochilas. Mi ceño se fruncio al no ver a Adam ni a Molly.
— ¿Dónde están Adam y Molly?—. Pregunté a lo que Sam se golpeó la frente.
— Es verdad, lo olvidé. Ellos se fueron a traer más ramas para la fogata.
Maldición.
— Iré a buscarlos.
Ignore el gritó de Sam y me adentre en la espesura de la jungla para buscarlos.
Aparte algunas hojas que no me permitían avanzar, no podía permitir que algo les pasará, ellos eran mi responsabilidad.
Me detuve en seco al ver una escena que me hizo destrozar mi corazón en mil pedazos. Detrás de un árbol se encontraban ellos teniendo sexo.
Limpié mis lágrimas e intenté poder respirar mejor para luego acercarme a ellos.
— ¡Isabella!—. Gritó Adam sorprendido al verme mientras intentaba cubrirse con su chaqueta al igual que Molly.
— Nos vamos ¡Apresurense a los dejamos!
Me giré para irme de una vez hacia dónde había dejado al resto sin mirar atrás a ese par.
Con cada paso que daba una que otra lágrima caían por mis mejillas. Me apoyé en un árbol apretando fuertemente mi pecho por el inmenso dolor y rabia que sentía.
Molly sabía que Adam me gustaba ... y aún así lo hizo.
— ¡Bella! ¡¿Dónde estás?!
Sam vino corriendo hacía a mi con un rostro preocupado al ver mis lágrimas.
— ¿Qué sucedió?
La ignore completamente, sólo quería salir de está jungla e irme a mi casa.