Bianco

Capítulo 22: ¿Y tú quién eres?

Alessandro Bianco

¿Qué ha sido lo que ha pasado?

He estado al borde de besarla. Su aliento chocaba con el mío, su perfume dulce. Un olor que me enloqueció y casi cometo un gran error.

Ella. Creo que es mi perdición.

¿El favor?

Creo que me traerá desgracia.

Mi teléfono sonó por décima vez en el día.

Alesa. Esa mujer me va a enloquecer y no de buena manera.

Después de que la llamada se cortó, me llegó otro de sus mensajes: <<Podrías contestarme, por favor.

Tu estúpida asistente me ha corrido de la empresa como si fuera una cualquiera. Yo soy tu prometida, no cualquiera >>

Alesa y sus delirios.

Desde que tiene 17 años ha insistido en que soy su prometido.

-Soy tu prometida Alessandro, nuestros padres son amigos. Es conveniente.

Las palabras han salido de sus boca tantas veces que ya no gasto mi tiempo refutando.

Pero siento que ahora es el momento.

-<< No soy tu prometido Alesa y nunca lo serás. Deja de insistir y tampoco trabajarás aquí, vete a Italia >>

Su presencia aquí sólo me traerá desgracias, estoy viendo venir la peleas que habrá en la empresa y no siempre podré esconderme. Mi madre me matará si se entera que la estoy tratando mal. Es su niña consentida.

Ahora debo esperar paciente a que mi hermana llame preguntando por la supuesta cita.

Esa mujer.

Me saca de quicio, nunca había conocido a una mujer más estresante. Estar con ella debe ser un fastidio. Ya la veo quejándose de cada acción mía.

Espera...

¿Por qué estoy pensando en una supuesta relación?

El teléfono nuevamente.

Será mejor que conteste y solucione esto de una vez.

-Por fin contestas una de mis llamadas. ¿Me puedes decir dónde estás y por qué tu asistente sugirió que estabas en una cita?

-No te diré nada Alesa, lo que hago con mi vida no es asunto tuyo.

-Claro que es asunto mío. Se te olvida que soy tu- la corté.

-No soy tu prometido Alesa, ya ríndete con eso. Ni amor sientes por mi. ¿Cual es el afán? - pregunto.

-Claro que si, desde hace años siento cosas por ti y tú sólo ignoras mis sentimientos como si fuera cualquier cosa.

-¿En serio crees que no se que has salido por años con Niccolò? Es mi amigo, crees que él no vino a mi apenas comenzaron a verse.

-¿Qué? Claro que no - titubeo.

-Mira, no me interesa si están o no juntos de manera oficial, pero basta con esta insistencia. Respétalo, si lo lastimas seré él primero en destrozarte.

-Alessandro, no, espera, no es lo que crees - su voz sonaba afligida.

-Ahora colgaré.

-Por favor no le digas a Niccolò qué vine aquí por favor - suplico.

-Tarde, él ya lo sabe - cuelgo la llamada.

El golpe de unos nudillos me recuerdan que estoy en horario laboral. Debo olvidar todo este asunto.

-Adelante.

Mi tía entra con la elegancia que la caracteriza con sus zapatos de charol en punto y su traje de dos piezas.

-¿Estás bien? - ella se mantuvo de pie frente al escritorio - Escuche gritar a Alesa.

Suspiré.

-Si, estuvo aquí.

-Y por lo que escuché, te escondiste.

-Si, pero ya hablé con ella por teléfono.

-¿Y eso era necesario? - levanta una de sus cejas.

-Lo era, sabes como se pone y no quería enfrentar esa situación.

-¿Alguna razón en específico? - volvió a levantar una de sus cejas.

¿Qué le pasa hoy?

-Sólo quiero evitar malos entendidos.

-Pensé que esas cosas no te importaban. ¿Qué cambió?

-Nada, sólo - hago una pausa - ella me agota. Puedes creer que no negó su relación con Niccolò. ¡Somos amigos, por Dios!

Ella rió.

-Es una mujer tan interesante.

-¿Interesante? ¡Está loca!

Mi puerta vuelve a sonar. ¿Por qué no puedo estar tranquilo?

-Adelante.

Ella.

-Permiso joven, pero necesito urgente hablar con la señora Roxana, no tomará mucho tiempo.

-Claro, sólo dilo.

-Gracias - ella muestra una pequeña sonrisa - Señora, mi padre fue trasladado al hospital de urgencia, quería ver si me podía tomar el resto de la tarde.

-Si, por supuesto. Qué tragedia, ¿Qué le pasó? - su mano tapaba su boda mientras Blanca se balanceaba de un pie a otro.

Estaba ansiosa.

Tomé mis llaves y me puse la chaqueta de mi traje.

-Ya le dirás después, vamos - digo caminando a la puerta.

-¿Disculpe? - me mira ella intrigada.

-Te llevaré, se nota que estás apurada.

-No es necesario - dice negando con sus manos.

-No es una pregunta - cruzo mis brazos para imponer mi autoridad.

-Ve con él, será más rápido - dijo Roxana.

-Bien - ella apretó sus labios en la línea.

Qué linda.

¿Pero qué fue ese comentario? Estás demente Alessandro.

Camino por delante de ella luego de tomar su bolso de su escritorio. El ascensor avanza lento cortando mi respiración. Está muy cerca.

-Gracias por eso joven Alessandro, se lo agradezco.

Me he dado cuenta de que llevas varias semanas marcando distancia y eso me molesta, su actitud fría que está acabando con mi paciencia.

-De nada - digo sin mirarla - ¿Qué fue lo que ocurrió?

-Mi papá lleva varios días auto exigiéndose mucho y colapsó . Mi mamá está muy mal, es muy sensible. Necesito estar con ella.

-¿En qué trabaja tu padre? - pregunto.

Me intriga saber y no sé por qué.

-Es abogado y está en un caso muy difícil, esto lo atrasará. Se pondrá de mal humor.

Supongo que viene de una buena familia.

~~~

Al llegar a la clínica bajo junto con ella, a pesar de su constante << No es necesario >>

Camino junto con ella por el pasillo y veo a una mujer de mediana edad corriendo hacia ella.

-¡Blanca! - grita ella.

Y antes de que ella salga corriendo sostengo su bolso. Algo de ayuda debo ser.



#1265 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 12.07.2025

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