Bienvenido al mundo de los corazones rotos

Capítulo 2:

Capítulo 2

<<No creo estar listo para eso>>

 

-Entonces, bro, ¿vendrás con nosotros esta noche?- me pregunto Dan con su clásica sonrisa mientras me apretaba el brazo derecho para que le pusiera atención.

-No estoy seguro, bro. Sabes que quisiera pero mañana tengo que salir de viaje y no quiero que el cambio de horario me afecte demasiado- dije mientras revisaba mi móvil para ver si Jhon me había mandado mensaje avisándome la hora en la que nos iríamos.

-Por favor, es mi despedida de soltero, no puedes faltar a ella, eres mi padrino, ¿cómo es que mi padrino no va a asistir a mi despedida de soltero? Más cuando él fue quien la hizo- dijo mientras buscaba las llaves de su auto en el sofá.

-Lo sé, pero esto es realmente necesario, sino lo hago mañana, me tendré que ausentar el día de tu boda, y no querrás eso, ¿o sí? - dije mirándolo levantando una ceja interrogante. Detuvo su búsqueda y se quedó pensando en esa posibilidad mientras negaba con la cabeza.

-Ni loco, Dayanna nos mataría- dijo con una cara de horror. Me eche a reír con ganas, me mataba el hecho de que su novia llevara ese nombre porque el que las invitaciones dijeran “Nuestra boda, Dayanna y Daniel” era gracioso, ¿cómo ambos nombres podían comenzar igual? “Day y Dan” era algo sin precedentes y disfrutaba burlarme de esa desafortunada coincidencia. Mientras él me miraba con cara de pocos amigos sabiendo lo que pensaba y me causaba gracia, tomó un cojín de la sala de estar y lo estampo en mi cara, para después volver a buscar sus llaves.

Volví a reír más fuerte, sin duda Dan era uno de mis mejores amigos, nos conocíamos desde que teníamos 16 un encuentro nada casual en una celda después de que termináramos ahí tras una pelea en una fiesta ilegal, sabía todo de mí y yo todo de él. Ambos vivíamos en los Ángeles, pero yo me tuve que ir a Londres al cumplir los 20 por motivos personales, y no nos vimos por casi 4 años, pero eso en vez de dañar el lazo que nos unía, lo fortaleció más.

Había regresado hacia unos días a los Ángeles para su boda, con (según él) el amor de su vida, yo no la conocía aun, pero me hablaba tanto de ella que parecía que la conocía tanto o más que él. Más sin embargo un problema en mi empresa requería de mi atención personalmente y tenía que volver a Londres con la esperanza de volver a tiempo para la boda de mi amigo que sería en 2 días.

Aun no me cabía en la cabeza el hecho de que se fuera a casar, ambos éramos en nuestra adolescencia unos “Don Juanes” de primera, y nunca se me hubiera pasado por la cabeza que llegaría este día, era irreal, había perdido a mi compañero de juergas.  

-¿No puedes posponerlo para después de la boda?- escuché que pregunto desde el suelo, mientras revisaba debajo de los sofás y la mesa de centro.

-Quisiera, pero Jhon no me ha informado bien de que va el asunto y no quiero posponer cosas que después me darán dolor de cabeza- dije mirándolo, con diversión- ¿Sabes? Deberías de ordenar tu departamento más seguido, de esa manera encontrarías tus pertenencias de manera más rápida- dije conteniendo una risa.

Bufo.

-Genial, ahora suenas como mi novia- dijo levantándose del suelo y sacudiendo sus pantalones- Quieres dejar los reclamos para mi etapa de casado, por favor.

Lo miré interrogante.

-Sí no quieres reclamos, ¿Por qué te casas?- pregunte más ansioso de lo que pretendía, no me importo, quería entender que era lo que lo motivaba a seguir con esa locura de querer atarse a una sola mujer para siempre.

Me miro divertido, analizando cada uno de mis gestos y movimientos, a pesar del tiempo que teníamos de no vernos, me seguía conociendo mejor que nadie, tan sólo con la mirada que me estaba dando me daba cuenta de que quería averiguar qué era lo que rondaba por mi cabeza. Me sentí desnudo. Cubrí mi cuerpo con mis manos.

-Quieres dejar de hacer eso, me siento violado visualmente- dije con cierta incomodidad.

Él se soltó a reír con ganas mientras lo veía interrogante, ¿ahora qué demonios le pasaba? Definitivamente esa chica lo había vuelto loco.

-Oh, Dios mío- dijo tomándose del estómago y limpiando algunas lágrimas que su ataque habían provocado- En verdad te extrañaba- dijo mientras volteaba a la mesa del comedor y descubría que sus llaves estuvieron todo el tiempo ahí. Dejándome con la duda del porqué se casaba.

-¿No me dirás nada?




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