Bienvenido al mundo de los corazones rotos

Capítulo 3:

Capítulo 3

<<Unos ojos marrones>>

 

Terminé de arreglarme el cabello cuando el claxon de un auto se escuchó, tome mi cartera, mis llaves y mi móvil y salí de mi casa, me gustaba el lugar, en definitiva, consideraría el venirme a vivir a Los Ángeles nuevamente. Subí al auto de Jhon y nos dirigimos al bar donde sería la despedida.

Al llegar, baje más animado de lo que esperaba, algo me tenía ansioso sin saber que era realmente, pero no le di importancia, lo único que quería era encontrar a alguien para tener un buen polvo y quitarme todo el estrés que traía encima.

Nos encontramos con Dan y varios de sus compañeros en la entrada, después de las presentaciones nos adentramos al sitio, el lugar era nuevo y parecía tener un buen ambiente, la música sonaba a todo lo que daba y había ya varias mesas ocupadas, busqué con la mirada a alguna chica cualquiera, pero por más que veía no encontraba a ninguna, miré confundido a Jhon, él sólo se encogió de hombros adivinando lo que estaba pensando.

Nos acercamos a la barra, para pedir algo de beber, cuando nos llevamos la sorpresa de nuestras vidas, un camarero se acercó meneando las caderas de manera exagerada.

-¿Qué les sirvo, guapos?- dijo con una sonrisa coqueta y una mirada que nos incomodó a todos.

Nos miramos mutuamente, antes de que alguien pudiera decir algo, nuestras caras, pasaron de la confusión al asombro, para seguir con la incomodidad y la desesperación. Era un Pub Gay y nadie lo había notado hasta ahora. Mire con horror y enfado a Jhon. Él tenía una cara de vergüenza y desconcierto igual que todos los demás.

-Perdona, nos hemos equivocado- dijo rápidamente Dan, mientras nos empujaba fuera del lugar.

-Que lastima- escuchamos decir al chico mientras soltaba un suspiro.

Prácticamente huimos del lugar, cuando estuvimos fuera, respiramos con cierto alivio, mientras nos mirábamos mutuamente.

-Eso… bueno, fue… incomodo- dijo un chico moreno (del cual no recordaba su nombre) nerviosamente, mientras nos miraba.

Dan me miró con cara de diversión.

-Bro, si querías confesarme tus preferencias sexuales, debiste decírmelo directo a la cara, no traerme a un Pub Gay para revelármelo, y menos en mi despedida de soltero- dijo soltándose a reír seguido por todos los demás.

-No soy gay, el Pub es nuevo, no sabía que era de este tipo- dije con cara de ofendido y molesto.

-Bueno, ni hablar, ahora que haremos- dijo Jhon mirando su reloj de muñeca- Es temprano, podemos ir a cualquier otro sitio.

-Pues… podemos ir a la fiesta de Day, sus amigas le hicieron una y pues no está lejos de aquí- dijo desinteresadamente pero a leguas se notaba que estaba ansioso por ir ahí y ver qué era lo que ellas habían organizado.

-Los celos no son buenos para tu futuro matrimonio- dijo a modo de broma el chicos moreno que había hablado anteriormente.

-No son celos, sólo digo que puede ser divertido.

Todos volvimos a reír al ver que su excusa había sido patética y se le notaba a leguas que los celos lo consumían. Después de otros cuantos comentarios burlescos hacia mi amigo, decidimos que iríamos a su dichosa fiesta, al menos ahí habría mujeres, y esperaba tener la suerte de encontrar lo que buscaba.

Al llegar al lugar nos sorprendió la cantidad de personas que había fuera esperando por  entrar, con dificultad llegamos a la entrada, pero nos detuvimos de golpe al notar a un tipo considerablemente alto que fácilmente nos podía dejar fuera de combate a cualquiera de nosotros. No era que fuéramos debiluchos, en realidad la mayoría de nosotros gozaba de un buen físico, y en lo personal me sentía bien con eso, pero el tipo era una aberración de la naturaleza en cuanto a tamaño se trataba.

Nos quedó mirando fijamente, su mirada daba miedo sin contar que tenía una cicatriz en la mejilla izquierda que lo hacía lucir espeluznante, ¿por qué los guardias siempre tienen que tener ese aspecto? Digo, alguien amable en la puerta que te reciba con una sonrisa sería una buena opción.

-Nombres- dijo con una voz profunda y grave que nos dejó mudos, mientras veía un iPad que tenía en la mano.

-Mmm… Soy Daniel Stevens, el prometido- dijo Dan un poco intimidado.

El sujeto lo miró con una ceja levantada y una sonrisa maliciosa.

-Lo lamento, pero la señorita Roberts, dejo dicho que no se le permitiera la entrada a nadie con ese nombre, ni a sus amigos.

Casi suelto una carcajada al ver la cara de mi amigo, por Dios, esas chicas estaban completamente locas, ¿por qué demonios no querían que entráramos al lugar? Mi imaginación dio lugar a varios escenarios que me dejaron consternado. Aquí podían pasar dos cosas, o las chicas estaban haciendo algo indebido que claramente no podía ser visto por el novio o había solamente chicas sexys dentro que estaban portándose mal entre ellas y nos dejaban fuera de la diversión.




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