Bienvenidos a Villaoscura

Capítulo 5.

Después de dos semanas infernales, llenas de soledad y angustia, Marcelo se encontró a Luis al otro lado de la calle junto con la morena exuberante que le presentaron el día de la reunión. Cruzó la calle con rapidez y se acercó a ellos.

—¡Hey!

El hombre, al verlo, le sonrió con cinismo mientras rodeaba la cintura de Itzel con su brazo.

—Hola, cabrón, ¿cómo estás?

—Mal… ¿Podemos hablar a solas?

Luis le indicó a Itzel que fuera a alguna tienda para entretenerse y se alejó junto con Marcelo.

—Ya ni te había visto, creí que te ya te habías ido.

—No he podido, no me dejan.

—Te dije que escaparas cuando tuvieras oportunidad.

—Lo intenté pero no me dejaron, ¡hasta confiscaron mi auto!

—¿Y por qué no te vas caminando?

—Lo pensé pero llegué a la conclusión de que así me atraparán más fácil, además ya estoy amenazado, si intento irme sin permiso me meterán a la cárcel por tiempo indefinido.

—¡Qué mal, hombre! —Exclamó—. Por cierto, ¿viste a la preciosura con la que estaba? Me la presentaron porque me quejé con Gustavo de que estaba más solo que un perro, ¿puedes creerlo? Además me ofrecieron trabajo como ayudante del jardinero, ¿te imaginas?, ¿a mí?, ¡un convicto que se escapó de la cárcel!, y aun así me dieron trabajo sin dudarlo, no es la gran cosa pero ya es algo, ¿no crees? Es como si no hubieran visto mis antecedentes penales, como si los crímenes que se cometen fuera de Villaoscura jamás ocurrieran… ¡Amo este lugar!

—Bien por ti, pero yo lo odio, necesito irme pero no puedo hacerlo yo solo, necesito ayuda.

—Pídele ayuda a la hija del alcalde, es malvada y todo pero se ve que le agradas mucho —comentó sin mucho interés.

—Ya le pedí pero no puede hacer nada… De hecho el otro día me porté grosero con ella, no he vuelto a hablarle desde esa vez.

—Intenta otra vez.

—No creo lograr nada con ella, es muy linda y todo pero tiene que seguir las órdenes de su padre.

—Mmmm… ¿Y qué quieres? ¿Qué yo te ayude?

—Pues… Tal vez —comentó apenado.

—¿Por qué haría eso? Aquí yo estoy muy bien, ¿por qué arriesgaría mis intereses por ayudarte?

—Yo te ayudé en la carretera.

—Sí, pero porque no te quedó opción, señorito. —Le recordó.

Marcelo suspiró.

—Tienes razón… Creo que estoy condenado a permanecer aquí sin ver a Susana ni a mi madre, ni mis hermanos, ni primos ni amigos.

Luis frunció el entrecejo.

—A ver, cuéntame de esa Susana, ¿cómo la conociste?, ¿es bonita?

—Es preciosa, mira, aquí tengo una foto. —Buscó su cartera y le mostró una foto tamaño infantil de su prometida. A Luis le pareció simplona pero no le dijo nada—.  Nos conocimos en una fiesta que hizo una prima mía, ella era una de sus mejores amigas, así que me la presentó y pues… Nos enamoramos… El resto se cuenta solo.

—Mmm… ¿Sabes que el alcalde sigue pagando mis gastos en el hotel?

—¿Todavía? —Se sorprendió—. Pero si ya tienes trabajo.

—Sí, pero le expliqué que apenas empecé a ganar dinero y que ni siquiera puedo rentar un cuarto, así que aceptó a seguir ayudándome en lo que consiga algo que pueda pagar.

—Oh… ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

—A las nueve de la noche ve al cuarto del hotel, te ayudaré.

La expresión de asombro de Marcelo hizo que Luis soltara una carcajada y, antes de que el joven pudiera agradecerle, se alejó de él para volver con la hermosa chica.

 

***

 

A la hora acordada, Marcelo tocó la puerta donde Luis seguía hospedado. La recepcionista no le comentó nada porque el hombre le avisó que tendría una visita. Esperó unos diez segundos hasta que Luis abrió la puerta y lo invitó a pasar. El joven se sorprendió al ver que no se encontraban solos, sino que Itzel también estaba allí.

—¿Qué haces aquí? —No quiso sonar rudo pero no pudo evitarlo.

—Lo siento, pero Luis me comentó tu situación y…

—¡¿En serio, Luis?! ¿Por qué?, ¿quieres que me atrapen?

—No, no. —Se excusó el hombre—. Itzel también quiere ayudarte.

Marcelo volteó a ver a la joven.

—Es cierto —quiso calmarlo—, yo… yo te comprendo.

—¿Cómo?

—Bueno, yo llegué aquí hace mucho tiempo cuando todavía era una adolescente… Iba en el auto con unos amigos pero, lamentablemente, tuvimos un accidente y cuando desperté, estaba aquí, en Villaoscura… Nunca me explicaron que pasó con mis otros amigos a pesar de mis constantes preguntas, por lo que supuse que murieron. Me llevaron al hospital y me curaron, la verdad no sé quién me encontró pero se lo agradezco… Pero la parte mala es que ellos… Ellos nunca dejaron que me fuera, me ponían excusas indicando estaba muy herida y después afirmaron que aquí era feliz, luego… Luego me amenazaron y me dio miedo, no quise seguir insistiendo, por eso me he quedado callada, aceptando todo lo que imponen y viendo cómo les hacen lo mismo a otras personas… La verdad hay gente que sí está por gusto, pero hay otros que, como yo, solo fingen por miedo, y los peores son los que viven como Gustavo Morales, a esos les fue lavado el cerebro por resistirse demasiado… Yo no quería que me sucediera lo mismo, por eso siempre aparento estar feliz, pero a menudo pienso en mis padres, en mis abuelos y hermanos, en… —De repente calló, pues su voz empezaba a entrecortarse y sentía que se soltaría a llorar en cualquier momento.




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