— ¿Te apuras?—dijo el moreno por tercera vez consecutiva.
— Ya voy, ya casi estoy listo—respondió el de cabellos rosados.
—Lo mismo llevas diciendo desde hace más de una hora, y sigues sin... —no pudo seguir hablando ya que el menor hizo aparición en la estancia y se detuvo a observarlo.
— ¿Nos vamos?—dijo Bill entusiasmado y a la misma vez nervioso, hacía ya más de un año que Tom y él no salían a cenar como en una cita y eso lo intimidaba un poco.
—Sí, vámonos—afirmó el mayor tomando su abrigo del perchero y dirigiéndose hacia la salida, siendo seguido por su hermano pequeño.
— ¿A dónde iremos Tomy?—preguntó el más joven de los gemelos antes de adentrarse en el asiento copiloto de la camioneta.
—Pues a Casa Vega— dijo, imitando a su contrario y tomando su lugar en el asiento del conductor.
—Me encanta como hacen la pasta y el lugar es muy lindo—dijo Bill, aunque el mayor no lo escuchó ya que estaba perdido en sus pensamientos.
Ya hace más de dos meses que estaban juntos nuevamente y eso al pelinegro le encantaba, su pequeño hermano era su todo. Lo había invitado a salir a una cita a Casa Vega, un restaurante con muy buena comida y lo suficientemente discreto para ellos; aún entonces todavía estaban juntos y la innombrable no era nada suyo más que una cortina publicitaria. Recordó el acontecimiento más importantes en sus vidas hasta ese momento, ese que te cambia la vida y que ocupa un lugar muy especial en el corazón por siempre, el día de su boda.
Ese día fue el más maravilloso de todos, el ver a su hermoso novio caminando hacia el altar con un traje de cola entallado en color blanco marfil, el cómo resaltaba su estilizada figura, lo adorable de su rostro al llegar al altar, el "sí acepto" que se dijeron mutuamente y cómo se prometieron amor eterno.
Realmente hermoso, pero ¿por qué recordaba eso ahora?, la razón era que precisamente en ese lugar fue donde le pidió ser su compañero de vida y donde el menor le dio el tan ansiado sí.
Todo era perfecto pero Bill y él seguían preocupados, la realidad era demasiada perfecta y eso los empezaba a asustar. Él sabía que ya había pasado lo peor pero aún no se creía que estuvieran con tanta tranquilidad, le daba miedo que esto tan hermoso que habían recuperado les fuese arrebatado de nuevo; recuerda el supuesto anillo que le dio a Bill, era una cadenita de oro blanco con un dije de un crucifijo, esto siendo extraño ya que ninguno de los hermanos era creyente, y entonces ¿porque una cadenita con una cruz? Simple, Bill desde muy pequeño le decía que él era su todo, todo aquel que acaparaba cada milímetro y segundo de su vida y no necesitaba creer en nadie para saber que lo amaba y que a partir de ese día él sería su religión, recuerda que se lo dijo cuándo se enteró que lo que sentían y hacían desde niños era algo "malo", ese día aún permanece en su memoria con mucha claridad, y es que como olvidar el día en que en vez de llegar a casa fue a parar al hospital por haberse peleado con unos niños de años mayores que insultaban a Bill por haberlo "besado", recuerda cada lágrima que Bill derramó aún en su inocencia y ante los gritos desesperados de su madre; lo siente todavía dentro suyo cada vez que ve aquella cadena, lo curioso es que recordaba más el dolor que sintió Bill al escuchar a su madre reñirle por haberle besado y como esta le dijo que si lo volvía a hacer no subiría al cielo, dolió mucho más escuchar a Bill gritando con miedo su nombre sin poder creer que su padre celestial los repudiara por hacer la única cosa que los hacía felices que regresar a casa con dos costillas fracturadas y cojeando, ese día Bill en medio de lágrimas conoció la palabra "incesto" y le dijo que...
Flash back
—¡No, no me importa!—gritó eufórico un pequeño rubio.
—Por favor cálmate Bibi—trató de calmarle su gemelo.
—Tú, ¿lo sabías no?—dijo el menor acercándose.
—Bibi yo... —los labios del menor se sellaron con los del contrario callándolo a su vez, los movió tiernamente con mucha inocencia y con algo de ansiedad por el nuevo sentimiento que estaba experimentando, quiso intentar algo más, el pequeño rubio no sabía que era exactamente lo que quería hacer y su inocente mente solo dio con subirse a la cama encima de su hermano, ante esto algo nuevo se encendió en el contrario y no supo cómo actuar en tal situación, sus labios y los de su gemelo seguían juntos moviéndose al compás de las sacudidas que el menor daba encima de él, todo su mundo se removió y solo atinó a morder el labio inferior de su gemelo con saña; el beso terminó cuando el pelinegro sintió esto junto a un apretón en su parte trasera aún en desarrollo provocando que este soltara un quejido por la conmoción del asunto en el cual se habían metido, cuando terminó, al pequeño Bill se le subieron los colores a la mejillas y con vergüenza bajó al cuello de su hermano y escondió ahí la cabeza, mientras el mayor aún en shock preguntó—¿Qué fue eso?.
—Yo... a mí no me importa.
—¿Qué? ¿Billy?—preguntó bajito y aun en shock, no había escuchado o comprendido lo que su hermano le quiso decir, hasta que soltó la frase que repercutiría hasta la actualidad.
—Que no me importa Tom—respondió decidido, ahora mirándolo aún encima suyo—tú eres mi todo, todo aquello que acaparaba cada milímetro y segundo de mi vida y no necesitó creer en nadie para saber que te amo, que solo te necesito a ti para ser feliz y si me voy al infierno o a cualquier lugar que sea junto a ti, a partir de hoy, Tomy tu eres mi religión—en ese momento solo habían llegado a pequeños roces de labios pero ese día fue especial; eso fue más de lo que dos niños de 8 años pudieron razonar y lograr.
Dos días después Tom vino con rastas y Bill las amó...
Fin del flash back
Tom aún perdido en sus pensamientos e ignorando momentáneamente al menor, que se hallaba aún a su costado, pensó que la mejor manera de representarlos era tatuándose y usando muchas "T's" en el cuerpo, su collar de compromiso era solo una más a la vasta colección de su hermanito.
Él por su parte tenía uno igual solo que más grande pero debido a que no le gustaban los collares no usaba muy frecuentemente su "anillo de bodas", además de que esta dichosa alhaja le había costado un ojo de la cara y perder tal joya no sería muy difícil con lo despistado que era, es por ello que prefería dejarla en casa a salvo, sin embargo cuando su adorado esposo le decía que lo usara Tom no replicaba y lo hacía obedientemente.
Esa joya y la suya le había costado mucho dinero para ser exactos, 24K no era algo despreciable y precisamente porque no era despreciable todo había salido a un módico precio de 22'311 dólares.
-¿Tom? ¡¿Tomiiiii?!—gritó el pelirosa—¡TOMIIIII!—chilló el menor al casi ver su vida pasar frente a sus ojos porque su hermano no estaba prestando atención al volante—Mira, las porquerías que estés pensando o las mujeres con las que me estés engañando pueden esperar ¿si? Déjame, pero no quieras matarme en un accidente, por favor Tom—dijo su lindo esposo con burla y en su pose de reina del drama.
El mayor vio a Bill con ojos de "¿en serio?" y luego se percató en su hermosa camioneta junto a un Ferrari rojo en la puerta del distinguido local, tomando como nota mental "nunca recuerdes a Bill de pequeño mientras manejas".
—Por fin llegamos—manifestó el menor mirando a su hermano—Tomi quita esa cara ¿Por qué estas así? ¿Acaso no estás feliz? —le dijo a su vez mirándolo con ojos de preocupación, y es que su gemelo actuaba tan raro y parecía no estarle prestando atención—podemos irnos si quieres, yo... ¿Fue un error obligarte a salir verdad? Tomi, lo siento, mejor vayámonos a casa yo arreglo la...—siendo callado por los labios del mayor en una conexión que duró apenas milisegundos y que pasó desapercibida para las personas a su alrededor.
—No, no es eso mi amor, solo me quedó pensando un rato—respondió el mayor.
—Pues mejor no pienses mientras manejas ¿sí?, no me hacías caso y yo solo quería hablar contigo, estamos juntos nuevamente desde hace poco Tomi, no me asustes ¿qué pensabas?
—En el amor de mi vida, la persona que robó mis suspiros desde antes que naciera, aquel...—respondió suavemente y mirándolo a los ojos.
El menor solo lo miró con su expresión ahora relajada y terminando su oración mentalmente se dirigió a él— ¿Sabes? eres algún tipo de pedófilo que le encanta recordar a mi yo pasado, eh Tomi—lo miro vacilón—ya sé, ya sé, no intentes decir nada...—dijo el menor mirándolo nuevamente—Creo que empezaré a quitarme la cruz para que no te me pierdas tanto—replicó dándolo un fugaz beso en los labios—es broma.
—Ok ok mejor entremos ¿si?— apuró Tom al percatarse que se estaban arriesgando demasiado exponiéndose de esa manera.
—Si entremos.
—¿Pero antes un besito si?—no pudo evitar pedírselo de nuevo.
—Ok ok—accedió Bill de muy buena gana.
El menor se acercó nuevamente sus labios y le dio un casto besito fugaz sin intentar profundizar, sin embargo mientras algunas personas pasaban cerca del vehículo, ellos aún en la oscuridad que les brindaba el interior de la camioneta no pudieron evitar profundizar el beso sin planearlo antes; después de unos minutos de besitos fugaces y gemidos ahogados, un Bill completamente ruborizado bajó del carro aún medio atontado y un Tom muy orgulloso de lo que había logrado ocasionar en su gemelo en tan poco tiempo .
El menor lucía orgullosamente su "anillo" en el cuello y eso le tenía fascinado ya que ese día él también lo llevaba, claro que escondido entre la ropa pero a fin de cuentas lo traía puesto aunque el menor no lo supiera, o eso era lo que él creía.
Entraron y fueron atendidos por una joven rubia que los llevó a su mesa privada, la cual se encontraba al fondo del local en un apartado cerca al jardín.
Luego de ver el menú, Bill se decantó por un plato de pasta acompañado de un vino selecto de uvas verdes, a su vez Tom pidió lo mismo imitando a su gemelo. Mientras esperaban su pedido la joven camarera les sirvió una porción de panecillos y una copa de vino a cada uno, cuando la moza se alejaba Bill decidió que era el momento perfecto para tomarle una instantánea a Tom de esa forma distraída como había estado todo el día, aún después del sonido de la cámara Tom parecía no reaccionar; la imagen mostrada un fondo oscuro donde lo único que se podía vislumbrar era su copa de vino, decidió subirla a sus redes sociales y dicha imagen pronto estaba en la historia de su Instagram.
—¿Bill?— esta vez fue el mayor el que sacó al cantante del trance dónde se hallaba por haber estado observando de una forma insistente a su Tom.
—Mmmm—murmuró Bill, apenas apartando la vista de la foto ¿las fans lo notarían?
—¿Qué haces?—preguntó haciéndose el desentendido ante las acciones de su travieso gemelo.
—Tomándole una foto mi copa—respondió, con una sonrisa ladina bailando en sus labios y elevando la mirada para posarla en su contrario.
Tom lo miró y se pasó la lengua por los labios tragando saliva con pesadez, quería besarlo...
El menor solo sonrió y levantándose de su asiento rio suavemente—jajajaja ¿nadie te doma eh potro?—añadió con un deje de picardía en la voz—segundo cubículo a la derecha... dos minutos—murmuró esto último para tomar rumbo al baño contoneando sus pequeñas caderas para deleite de su igual.
Tom solo suspiró... sin duda alguna amaba a su Bill.