Billete de ida (narciso)

Capítulo 21: Lirios, crisantemos y el concepto de libertad.

Capítulo 21: Lirios, crisantemos y el concepto de libertad.

Sus palabras me descolocan y me dejan paralizada. ¿He oído bien?

Si es una broma de mal gusto, no es algo de mi agrado. No está bien jugar con esas cosas.

—Mi madre murió en un accidente de coche. —Mi voz suena con casi total seguridad mecanizada, ya había dicho demasiadas veces esas palabras y más que doler, me tenían hastiada.

—¿Segura?

La incertidumbre ya la había sembrado. Friedrich Vögel era capaz de hacerme dudar de todo, no había manera de creer en algo que no fuera en él. La determinación y desgana con la que se dirigía a las personas era demasiada contundencia como para querer rebatirle.

Él sabía de lo que hablaba, no se le había hecho fácil hablarme de lo de su hermana, había tenido que insistirle tanto que hasta yo me había tensado a mí misma.

—Es lo que se determinó. ¿Por qué iba alguien a mentir en algo así? —Aun así, trato de razonar con él o de convencerme a mí misma de que la versión oficial era la cierta.

—Se determinó que un camión os arrolló y se fue a la fuga —Su quijada está apretada, él tiene demasiada rabia interna—. ¡Un camión! ¿No hubo manera de localizar el vehículo o al conductor?, ¿ni una cámara? Sé que en España vais un poquito más atrasados que aquí —Contengo las ganas de pegarle un puñetazo porque sería una pérdida de tiempo—, pero, joder, que sois del primer mundo.

—¡En España hacemos muchas cosas bien!

—Bueno —Se encoge de hombros, si busca mosquearme va por muy buen camino—. Entonces dame una razón convincente por la cual ni el camión ni el conductor aparecieron por ningún lado si realmente fue un accidente.

Suspiro. Aunque odie su actitud ególatra, narcisista y presuntuosa sé que, en este caso, tiene razón.

La tiene.

Es que no hubo manera de encontrar nada relacionado con el conductor que llevaba el camión, ni una pista, ni una foto captada por las cámaras de tráfico. ¡Nada! No hubo nada.

Del vehículo, hasta donde yo sabía, tampoco se encontró nada, ni siquiera el camión y no es que estemos hablando de una bicicleta, es que estamos hablando de un medio de transporte dedicado a cargar toneladas de peso.

Pero ¿por qué alguien iba a querer matarnos a mí y a mi madre? Y lo más importante, ¿cómo sabía Narciso que se trataba de Sanders?

¡Es de locos! Es el ex de Caroline Koch y el que ayudó a que Thomas naciera, biológicamente su… padre…, ¿qué cosas tan horribles han tenido que vivir Carol y Thomas? ¡Es demasiado!

Demasiado para ser real.

¿Era por eso por lo que todos tenían la necesidad de proteger a Thomas y a Caroline?

Ahora mismo sólo me imagino a un niño pequeño luchando por escapar con su madre por una vida mejor. No quiero ni pensar qué infierno han tenido que vivir los Koch para que la situación haya llegado hasta ese punto.

Siento lástima por los dos, por Caroline y por el niño que en su día tuvo que ser Thomas y que, por culpa de un hijo de puta, nunca pudo ser y nunca pudo tener una infancia.

Que Thomas sintiera adoración por Jhon implicaba que con él se sentía seguro y sentía lo que era tener una figura paterna que no le hiciera daño. Me jodía justificarle, pero lo hacía, al menos esta vez.

—Narciso, pude haber muerto. —No sé por qué digo eso, pero es lo único que me nace.

—Pudiste haber sido asesinada —Hace su aclaración y se acerca, su altura es impresionante—. Tú lo sabes tan bien como yo.

Si era cierto lo que decía, entonces entre Friedrich Vögel y yo existía una conexión más allá de la atracción mutua.

Él tenía miedo por mí. ¿Por qué?

—¿Y qué quiere de mí?

Se da la vuelta y busca algo entre los armarios. Consigue dar con ello y se enciende un cigarro.

—Manuela…

—¡Es Nela! —Le advierto—. O empezaré a llamarte por tu nombre.

Me mira, pero no dice nada. Deja que el cigarro se consuma lentamente sin posarlo en su boca.

—¡Narciso! —Le llamo—. ¿Qué quiere de mí? —Empiezo a sentirme histérica.

Está indeciso y yo sólo me temo lo peor.

—No lo sé.

—¡Dime la verdad!

—Te la estoy diciendo —No le creía—. Lo único que se nos ocurre es algo terrible…, no vas a pasar por eso —Apaga el cigarro sin haber dado más que una calada. Era algo que hacía mucho—. спасу тебя. [1]—Es lo último que dice, odio cuando hace eso para evitar decirme las cosas tal y como las piensa.

—No es momento de hablarme en ruso —Se encoge de hombros—. ¿De qué estás hablando?, ¿a qué le tienes miedo?, ¿qué puede ocurrirme?

Frauenhandel.

Trata de blancas.

Otra vez esa palabra. Me bloqueo, incluso me obligo a serenarme lo máximo que puedo y no lo consigo en gran medida.

—¿Por qué? —Mi voz sale casi inaudible.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.