Pasaron todo el martes haciendo su proyecto, no les faltaba mucho, pero tampoco se podían dar el lujo de no hacer nada.
Min no podía sentirse más orgulloso del más alto, porque podía ver que si se esforzaba aunque no pareciera, y se di cuenta lo mal que está juzgar a los demás por lo que dejan ver a la superficie, porque cuando los ves más detenidamente, te puedes llevar una sorpresa.
Y así, con bromas, empujones y comidas tardías con un buen vaso de cola frente a un maratón de Gossip girl, se conocieron más, hablaron hasta cuando sus gargantas se rasgaron, Yoongi con un atrevimiento repentino, pasó la mayoría del tiempo acostado en el regazo ajeno mientras que Kim le peinaba su cabello en unas tiernas trencitas.
Los dos se quedaron viendo más de una vez, sumergidos en la mirada ajena, y se dieron besos hasta quedarse sin aire. A pesar de las muchas grandes ganas de unir sus cuerpos como un solo ente por parte de Taehyung, respeto al pálido que se quedó dormido, se durmió a su lado, rodeándolo con su brazos, durmieron como cucharita, y cada vez Kim se convencía de que el olor a vainilla del otro era una droga.
Al día siguiente, los dos se levantaron con pocas ganas, el pálido al ver la hora, arrastro al otro al baño, mientras se lavaba los dientes. Faltaba poco para entrar a clases, se arregló el cabello como pudo, se saco el polvo de su ropa, se amarro los zapatos, e iba a salir, sin embargo un beso en la comisura de sus labios lo deja frío.
—Ni se te ocurra bajar ahorita, están mis padres.
—¿Y eso qué?—inquiere molesto. Min Yoongi conoció a los padres del castaño ayer, no le hicieron muchas preguntas, mejor dicho, le sonrieron mucho que le perturbó, no obstante eso no fue nada con la mirada que el moreno le brindó, esa vez, una mirada de tragame tierra.
—Tienes moretones—por instinto, Yoongi se toca el cuello, gimiendo en voz baja por dejarse marcar como si fuera un animal.
—¡Eres un pendejo!—le grita enojado—¡¿Por qué siempre mordisqueas mi cuello?!
—Es...—dice tímido, con sus mejillas sonrojadas, provocando más rabia en el más bajo—porque ahí es donde huele más a vainilla.
—¿Ah?—pregunta—. Maldita sea, Tae, dime que esa no es la verdad.
—Es la pura verdad, cosita hermosa.
El pálido tuvo que contar hasta diez para no saltarle encima a Kim y ahorcarle. Miro el reloj de la pared y ahogo un grito... faltaban treinta minutos para que empezara su clase.
—Apúrate.
El aludido se baño lo más rápido que pudo, sale con una toalla amarrada a su cintura, dejando sin aliento a Yoongi que esconde sus mejillas sonrojadas con sus manos.
—¿Qué camisa escojo?—dice mostrando una camisa negra transparente y una violeta con perlas colgando del pecho.
—No me importa—finge estar ajustando su maleta para no gritar de lo hermoso que se ve sin camisa. Se da una facepalm mental porque a él le gusta Jungkook, no el pendejo de su mejor amigo.
Recuerda tus principios, Yoonie.
Se dice a sí mismo.
—Me vestiré mejor de negro—dice, poniéndose la camisa lentamente, haciendo enojar al pálido por su tardanza—porque cada vez que vaya a verte seguramente habrá entierro.
Yoongi le sonríe, haciendo saltar el corazón del pecho ajeno, para luego lanzarle una almohada a su cara.
—No seas pendejo.
—Lo siento, gatito—el aludido bufa—. Es solo un chiste.
—Eso espero—dice, para luego agregar:—Tus chistes son malisimos.
Kim se ríe y entrelaza su mano derecha con la suya.
—Cuando vayamos a la uni, esperame a la salida.
—¿Por qué lo haría?
—Es una sorpresa.
El pálido rueda los ojos y acepta.
¿Cuál será la sorpresa?
Yoongi salía tranquilo de su clase de redacción creativa, junto a él estaba Hoseok hablándole de la última fiesta que fue, y le retaba por no haber ido, porque había conocido una chica que le parecía la ideal para ser su novia.
Editado: 24.12.2020