Observaba con algo de melancolía a esa hermosa chica que tenía frente a mí mientras disfrutaba de su licuado.
No mentiré que sentí envidia por esa pajilla que tocaban sus rojos y delicados labios.
Mis ojos brillaban, mi corazón palpitaba y mi mente me pedía a grito que le dijera lo mucho que me gustaba.
– ¿estas bien? – preguntó un tanto nerviosa –
Estoy segura que noto mi mirada sobre ella.
– ¡claro! – sonreí torpemente mientras pasaba un mechón de cabello tras mi oreja – ¿por qué lo preguntas? –
Traté de sonar curiosa cuando en realidad ya se la respuesta.
– pues, digamos que te pille viéndome como pedofíla retrasada.
– ¿quién? ¿Yo? – reí sarcasticamente – para nada – dije con las mejillas rosadas de lo avergonzada que estaba –
– que mal entonces
– si – dije sonriendo bajo – ¿puedo saber por qué?

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Editado: 07.01.2021