No sabes cuanto te extrañé
Sofia
Seguí sola mi camino, mientras avanzaba estaba siendo sumisa de mis pensamientos por lo cual opte por mejor descansar debajo de un árbol.
El aire estaba fresco y las hojas de los árboles se movían bruscamente lanzando más oxígeno.
— Esperó no me agarre el aguasero — pensé —
Estuve un par de minutos ahí parada cuando finalmente opte por seguir.
Mantenía mi mirada fija en el camino y por suerte ya no estaba pensando en nada pero de un momento a otro una serie de nervios me atacó por completo cuando mire a lo lejos una silueta de alguien bastante conocido.
Me detuve en seco y cada vez que este sujeto se acercaba más a mí dejaba ver más fácilmente su rostro confirmando mi duda.
Él al igual que yo se dio cuenta de lo sucedido, se paro en seco una vez estando frente a mi con una cierta sonrisa en el rostro.
No lo pensé dos veces y me le lancé para darle un fuerte abrazo.
(***)
— ¿Cómo haz estado? - preguntó una vez los dos nos separamos -
— Creó que bien y tú — dije limpiando mis lágrimas de felicidad —
— ¿Creés? — preguntó un tanto confuso y yo asentí — puedo saber porque. —
— No importa — musite y este se mordió el labio inferior —
Estaba tan contenta de tener a una de las mejores personas de este mundo de vuelta que incluso me olvide de mis problemas.
Tenía tantas ganas de abrazarlo, platicar con él y salir con él hasta que...
Caí en cuenta que él mismo fue el que me pidió que dejáramos de ser amigos.
— ¿Qué pasa? — preguntó al notar que estaba un poco indiferente —
— Olvidé que ya no somos amigos — musite —
— Sofía olvida eso, vine aquí porque quiero arreglar las cosas y... Corregir ciertos errores ¿de acuerdo? — hablo bajo y yo asentí —
Tengo la virtud de que no soy rencorosa pero aún hay otra cosa.
— ¿Por qué nunca me llamaste, Lenin? No tienes ideas de cuánto te extrañe y... No se si trataste de comunicarte conmigo pero yo por lo menos contigo si — solté —
— Tuve muchos problemas y no tenía idea de como salir de ellos, lo único que se me ocurrió fue irme... Alejándome de las personas que amo, para empezar de cero.
Irse así como si nada no te libera de tus problemas.
— Si yo quisiera empezar de cero lo habría hecho junto contigo.
Hubo un pequeño lapso de silencio por parte de ambos, el cielo estaba relampagueando y el viento comenzó a empeorar.
— Será mejor que vayamos a casa — sugerí —
— ¿Quieres que te acompañe? - preguntó -
— No gracias — contesté —
(***)
La lluvia empezó a caer sobre nosotros, corrimos un par de cuadras deteniendonos debajo el techo de una cafetería lo cual fue inútil porque al final siempre terminamos algo empapados.
— ¿Quieres un café? — pregunto y yo asentí —
Entre a la tienda después de él y buscamos un lugar tranquilo cerca a la ventana, me senté a un costado y el enfrente de mí.
Llegó un mesero y el ordenó dos capuchinos y algún tipo de pastel mientras yo me limitaba a ver atravez del cristal.
Ver la gente correr y los autos pasar, se sentía como que si estuviese viendo otra dimensión.
— Sofía — Rompió el silencio y yo lo voltie a ver — se que no es de mi incuvencia pero, cuando me dijiste que no estabas bien... Me quedé con la intriga, ¿acaso tiene que ver con Rafael? — preguntó y aunque no quería hablar sobre eso me anime asentir — ¿que te hizo?
— Ya sabes, me volvió a engañar — musite —
— De verdad lo siento.
— No te preocupes, ya me estaba acostumbrando — dije — solo que esta vez me dolió más porque lo encontré besándose con Victoria.
Pude ver como su cara del nostalgia cambió por una de asombró.
— Pero si ella se supone que era tú amig... Lo siento — dijo y yo solo le dedique una corta sonrisa fingida — Y tú.... ¿Aún andas con él? — habló un tanto nervioso —
— púes, se podría decir que si. No le he dicho que hemos terminado ¿por qué?
— no, por nada — musito —
(***)
— ¿Qué harás esta tarde? — preguntó mientras íbamos camino a casa —
Luego de terminar el café la lluvia paro un poco por lo cual optamos por aprovechar.
— Tenía planeado salir con las chicas pero si sigue lloviendo me temo que no iré — musite mientras llevaba mis manos en las bolsas de mi falda — ¿porqué?
— No , solo tenia curiosidad — dijo — yo creo que iré a visitar a todos mis amigos del pueblo. Igual si sigue lloviendo me temo que no lo haré.
— Que bien —conteste — si lo haces ve a la casa de Nicoll primero.
Parece que lo que dije lo tomó por sorpresa ya que se detuvo en seco.
— ¿Qué? — exclame —
— No se si pueda, después de lo que le hice se me cae la cara de vergüenza — hizo una mueca sin expresión — seguro me odia.
— No, ella no te odia — exclame —
— ¿Cómo sabes?
— Sé lo pregunté hoy y me contestó que no, dijo que no te odiaba porque a pesar de todo le sacaste muchas sonrisas.
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Editado: 07.01.2021