Cuando conocí a Danea me pareció la mariposa más hermosa del mundo.
Mariposa porque tiene el cabello naranja como las mariposas monarcas, que además, eran sus favoritas.
De cariño le decía mariposa y ella se irritaba, pero después le agarró cariño porque era un apodo original y tierno.
Un 14 de febrero del 2021 le habia pedido ser mi novia con ayuda de París, le puse una rosa en el hocico y se lo pregunté en la playa con el atraceder de fondo.
Había aceptado. Había sido el chico más feliz del mundo.
Pero ahora la extrañaba como loco.
Siempre la veía, lloraba en su habitación mientras leía mis cartas.
Esas cartas que le mandaba todos los 14 de cada mes con poseía hechas por mí, o veces sin un dia en especifico se las daba solo por ser ella.
El 14 de febrero no recibió ninguna carta mía, eso le rompió más el corazón.
El primer mes Danea iba al cementerio a hablarme, yo siempre la escuchaba sentado en mi tumba.
Roma lo niega, y lo negara siempre, el segundo día después de haberme ido Danea fue a verme, tenía los ojos rojos y ojeras, y tenía un ramo de flores blancas en mano. Cuando se sentó a hablarme una mariposa monarca se posó en su dedo.
Sonrió con nostalgia, más lágrimas salieron de sus ojos azules, mis lágrimas se mezclaron con las suyas.
El segundo mes Danea no podía levantarse de la cama, mi pequeña mariposa estaba estancada en un ciclo de agonía.
Roma me dejó bajar cada día de ese mes para verla, a veces me quedaba viendo como dormía y a veces la abrazaba durmiendo a su lado.
Cada día que iba una mariposa monarca reposaba en su ventanal.
Danea vivía sola, pero cuando sus padres vinieron a verla después de tres meses después del entierro, ellos, muy ignorantes, les dijeron que no era para tanto y tenía que levantarse, que todo el mundo se moria a cada rato.
Si no eran los mejores suegros.
Dos meses fue el tiempo que fingió que estaba bien, mientras se quebraba lentamente. Al sexto mes se rompió completamente, apagaron su preciosa voz y actuaba como un robot.
Hasta que un día no pudo más.
Ese día, Danea subió al tejado del edificio en el que vivía, controlada por sus sentimientos, Danea solo quería reunirse conmigo.
Mientras que yo por otra parte muy histérico golpeaba la puerta para poder ir hacia ella, aunque no podía hacer nada quería ir.
--¡Deja de hacer eso! ¡No vas a poder salir!—gritó Roma con los brazos cruzados.
--¡Tenemos que hacer algo! ¡No puede morir! ¡Tiene un futuro!—dije aún más fuerte sintiendo un ardor en la garganta, seguí golpeando la puerta con desesperación cuando vi que se ponía al filo y miraba hacia abajo.
--¡No soy su ángel, Brais! Y aunque lo fuera no pudiera hacer algo, cuando un humano intenta suicidarse los botones se bloquean. —la mire de golpe sabiendo que era su fin.
--P-pero ella subiera ¿no?—un nudo en mi garganta se formó, Roma me vio y luego a la pantalla, aunque no dijera nada su silencio lo decía todo.
Cuando Danea suspiró y miró hacia arriba, cerró los ojos, levantó el pie y de repente un cuerpo la abrazó por la espalda. Fruncí las cejas.
La persona la atrajo muy lejos de la baranda, Danea cayó de rodillas, llorando.
–¡¿Está bien?!—dije incrédulo viendo a Roma que tenía una expresión de sorpresa--¡Está bien!—agite su brazo eufórico—Eh que saque las manos de mi novia.
--Celoso de…--dejo la frase flotando, Roma no quería romper ninguna regla—La niña necesita un abrazo y deja los celos.
--Sí, creo que…un minuto ¡yo lo conozco!