Black

CAPÍTULO 32: Sobrenatural

Giselle.

Todo mi entorno se ve oscuro, es una especie de habitación negra y solo me encuentro yo, no sé dónde estoy, no sé dónde me encuentro ni qué es este lugar, pero se instala en mi pecho un dolor insoportable, mis estomago se revuelve, tengo unas inmensas náuseas y siento un sabor agrio en la garganta, me arde, me pica y me incorporo en medio de la oscuridad y empiezo a toser de forma descontrolada, cruzo mis brazos por mi abdomen y expuso basura por la boca, residuos de comidas, latas, botellas, barro y objetos.

No sé de dónde vienen unas serpientes negras, pero suben velozmente por mis piernas enrollándose en ellas descendiendo hacia arriba, ahora me encuentro desnuda, empiezo a moverme bruscamente cuando creo que las serpientes van a adentrarse a mi zona íntima hasta que...

Me despierto agitada y sobresaltada, siento un dolor en el tórax y llevo una mano al pecho para dar leves golpecitos como si eso pudiera disminuir el dolor. Abro los ojos y veo el exterior a través de la pared de vidrio; un cielo gris, un terreno con un césped natural empapado por la lluvia, árboles y arbusto en la lejanía. Ruedo mi cuerpo por el colchón viendo ahora los objetos que yacen en la estancia de la amplia habitación de Elián.

Luego de la reunión benéfica sobre la cura del VIH, llegamos a casa y me quede dormida en la habitación de él. Se supone que Elián debería de estar a mi lado, pero el lado de su cama se encuentra vacío y tendido. Me inclino hacia delante apoyándome en los codos para escanear la habitación.

Él yace tumbado en un asiento en una postura no muy favorable para su espalda, tiene la cabeza recostada en la parte superior del asiento mirando hacia el techo mientras sostiene el móvil en la oreja. Lleva puesto únicamente un pantalón negro, su torso está descubierto brindándome una buena vista de sus músculos trabajados, y mechones de su cabellera caen sobre sus pectorales. Mueve la boca y la mano como si estuviera explicando algo, pero con el temperamento que siempre mantiene que no es del todo bueno.

Su atención recayó sobre mí, escuché un «te llamo luego» y dejó el móvil sobre el escritorio frente a él.

—¿Qué ocurre? —preguntó.

—Me has traumado con el relato de ayer —hice una mueca y él soltó una risa ronca.

—Tu cara no es de cualquier cosa menos de traumada.

Señala el costado de mi dirección y vuelve su atención a la laptop sobre el escritorio. Me fijo y es una bata de baño que está colgada en el perchero. La tomé, me la puse cubriendo mi desnudez y entré en el baño, expulsé todos los líquidos, me miro en el espejo y suspiro, mi cepillo y mis productos de aseo están en la otra habitación.

Vuelvo a la puerta y saco únicamente la cabeza, lo veo bastante concentrado tecleando.

—Elián —lo llamo.

—¿Mmm? —hace varios clics con el mouse y levanta la cabeza, su mirada choca con la mía dándome atención.

—Podrías traer mis cosas de aseo de la otra habitación, bueno solo mi cepillo de diente y las toallitas para remover el maquillaje.

—En los cajones del baño hay cepillos nuevos y pañitos húmedos, linda.

—¡No! Es que he empezado a utilizar algunos productos ecológicos. Sabes que los cepillos normales luego de ser utilizados quedarán por ahí contaminando, así que los evito, el que uso es de bambú que tiene una larga duración y es biodegradable. Y las toallitas para desmaquillarme son de algodón especiales para mi cara y son reutilizables, mi amor, los pañitos húmedos me darán alergia y suficiente es seguir al pie mi tratamiento para controlar el acné.

Okok, ya voy, Glinda.

Hace algo rápido en la computadora, se pone de pie y sale de la habitación. Espero pacientemente en el baño viendo mi reflejo en el espejo, observo mis mejillas más de cerca que es donde usualmente brota el acné, está limpio, solo se notan escasamente algunas cicatrices que ha dejado el antiguo brote.

Minutos después escucho dos toques en la puerta y recibo las cosas. Me cepillo los dientes, limpio y lavo mi rostro, hidrato mi piel y peino un poco mi cabello con los dedos. Salgo del baño, camino hasta donde está Elián y como si supiera lo que voy a hacer sin quitar los ojos de la laptop arrastra la silla hacia atrás para darme espacio a que me siente sobre sus piernas. Rodeo un brazo por detrás de su cuello, mientras que con mi mano libre acaricio su rostro, mentón, mejilla, barbilla. Emite una mínima expresión de disgusto, pero no dice nada al respecto, desciendo por su torso denudo rozando mis manos por su piel.

—¿Te estás ejercitando? —preguntó viendo su cuerpo mucho más fuerte.

—Ajá —emite como una afirmación.

Mis dedos delinean los números que se encuentran en el pectoral izquierdo, 00006, se tensa con la acción, pero no aparta mi mano de su piel, aun así, la aparto para no incomodarlo y vuelvo a su rostro. Pero la curiosidad me mata.

—¿Qué significa?

—No es nada.

Hago cariños sobre su piel, me inclino y beso haciendo que deje todo y me dé la atención que anhelo; corresponde, lento, perezoso y sus manos se apartan de la laptop para acariciar mis piernas y mi nuca adentrándose a mi cuero cabelludo, toma un puñado de cabello, hala ligeramente hacia atrás provocando un mínimo dolor en la cabeza y deja mi cuello accesible para él.

Su boca va hasta mi garganta y deposita un delicado beso para luego chupar, succionar y mordisquear por toda la zona, su lengua lame desde mi pecho hasta mi mentón donde me da un leve mordisco y vuelve a apoderarse de mi boca con mucha más ferocidad y brusquedad que lo caracteriza. Los besos y los toques a mi piel me llevan a sentir una fiesta de sensaciones en mi estómago, una sensación de deleite y mi mente se sumerge en las profundidades de mis emociones que me hacen olvidar hasta mi nombre y apellido concentrándome únicamente en lo que pasa en estas cuatro paredes.



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En el texto hay: cienciaficcion, drama, muerte

Editado: 16.01.2024

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