Blanco, negro o bello gris

Capítulo 3.

Tu y yo.

Mateo.

Tres años después.

La reunión con los socios inversionistas se vuelve eterna con la aparición de Eduard Fernández, el dueño de la constructora Mondun. Quien al parecer, no está de acuerdo con ninguna de las cápsulas ya pactadas en reuniones anteriores, su esposa, la señora Nadia, parece frustrada por el comportamiento de su pareja, pero se mantiene al margen, porque así es aquí, una mesa redonda donde solo el hombre puede dar a conocer su opinión y punto de vista, mientras sus esposas están únicamente para ser presumidas como trofeos bonitos.

No comparto el punto de vista, pero no puedo hacer nada, ya que ellas parecen estar gustosas con el trato que le dan los dueños de las empresas, quienes las sientan a su espalda, mientras dejan que estas escuchen las reuniones, más no les permiten opinar, cosa que me parece absurdo, ya que estamos en pleno siglo XXI.

Ivie es la única que parece incómoda con la situación, sentada detrás de su padre, me dedica una pequeña sonrisa cuándo nuestras miradas se encuentran, es una chica de veintitrés años, que se quiere dedicar a la vida empresarial, tomando en cuenta que no tiene hermanos varones, es la mujer más cercana al poder empresarial.

- Finalmente, doy por cerrada la reunión - habla el encargado de las explicaciones el día de hoy. Suspiro sintiéndo que Dios por fin escucho mis plegarias.

Los socios y sus esposas se ponen de pie, para despedirse entre ellos, lo hago también, saliendo del despacho seguido de Ivie, entro en mi oficina y ella cierra la puerta detrás de mi, quitándose la blusa larga que oculta la camisa ajustada con el logo de la empresa.

- No puedo con esto - confiesa, sacándome una sonrisa.

La conocí durante mi primer año aquí, desde entonces empezamos a aprender del mundo empresarial juntos, trabajamos en varios proyectos a escondidas de su padre, claro, pero ella poco a poco, esta formando su patrimonio, es inteligente y bastante dedicada.

Se tira al sofá con dramatismo, obligándome a observarla.

Ya qué ni siquiera ese acto tan común la hace ver común, ella es una chica que desprende elegancia por donde se la mire, tiene ese gen fino, que te grita soy superior.

Me recuerda a cierta persona.

- ¿Cómo pueden dejar que las traten así? - empieza. - ¿Acaso no se dan cuenta? ¡Son personas, seres humanos, no trofeos, para que se dejen mangonear como si no valieran nada! - se exaspera, escondiendo su bonito rostro en las palmas de sus manos.

-Ya, ya - acaricio su espalda, sentándome a su lado. - No puedes querer ayudar a personas que no quieren ser ayudadas - le recuerdo, pensando en el pasado qué tanto me costó superar.

Suspira sonoramente.

- Odio a los hombres - se enoja y me río.

- ¿Y qué soy yo? - me señalo.

-Tu eres distinto - murmura, ubicando el mentón en el dorso de su mano. - En cambio él... ¡Es un idiota! - señala a la nada, exasperada.

-¿David? - le preguntó por su novio y asiente.

-Si, ¡¿Puedes creer que irá a pasar las vacaciones de fin de año en casa de Laura?! - los ojos se le cristalizan con la mención de esa mujer, ella en este momento me recuerda mucho a cierta persona, que por más que trató no logró sacar de mi mente.

Me siento como una basura, ya que Ivie en este momento está mal, por culpa de David, piensa que él es un idiota, pero yo... Yo soy él mayor imbécil de este mundo, porque David solo irá a pasar unos días en su casa, en cambio yo, le dije que me casaría con ella.

- ¿Por qué irá? - trato de conciliar, ya que ambos son mis amigos y compañeros de trabajo. - Cuéntame todo o no puedo ayudarte - le pido.

-Mi padre le pidió que vaya en representación de la empresa, todo porque discutimos ayer, porque no estoy dispuesta a terminar mi relación - comenta, con los ojos cristalizados. - Yo amo a David, Teo, pero papá insiste en que lo deje, como si no fuera importante, insiste en que no me puede ofrecer lo necesario.

La abrazo, porque se que no le gusta hablar cuando se siente así.

-¿Y si pasa algo entre ellos? - me pregunta, ocultando su rostro, para qué no vea las lágrimas de estrés que han empezado a rodar por el - Laura aún siente algo por él, y si... ¿Y si él también? ¿Si se cansa de mi? ¿Si..?

-Hey, hey, hey, basta - le tomó las manos - Ivie, basta.

-¡Tu no me entiendes! - solloza.

-Te equivocas - la miro - Te equivocas mucho, porque yo también amé a alguien, con toda mi alma, era la dueña de mi vida, esa niña bonita de cabello de chocolate y mirada de acero, era mi vida, Ivie, ¡Mi vida! Y la tuve que dejar por venir aquí y convertirme en esto, he paso la mitad de mi vida enamorado de ella y no quiero pasar la otra mitad queriendo poder olvidarla.

Ella me mira, más calmada.

-¿Qué harás? - pregunta y se a lo que se refiere.

-Te diría que regresar por ella, pero te aseguró que Emma no quiere saber de mí - murmuro, convenciéndome a mi mismo de lo que tengo claro desde el momento que puse un pie en ese avión hace tres años. - Convertí su amor en odio y no puedo pedirle que me acepte en su vida, cuando yo me fuí sin boleto de regreso.



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En el texto hay: comedia, #romance, #dramas

Editado: 18.11.2024

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