Los criptidos, seres cuya naturaleza tan antigua se ha visto en una encrucijada violenta con la humanidad, algunos productos de la madre Gaia y otros fueron seres humanos hasta que en un punto dado cruzaron la línea sobrenatural y ahora ya no pueden ser parte de la sociedad.
Los hay de todo tipo, desde monstruosos que buscan dañar a los humanos, pasando por aquellos que buscan ser parte de la sociedad humana hasta quienes se esconden en el bajo mundo y los que van más allá de su propia naturaleza, es decir, los criptidos más antiguos y cuyo poder es legendario.
El grupo de Oliver, Zanya, Luminara y Theressa se ponen a salvo al llegar a un edifico abandonado de varios pisos y donde calderas se encuentran en desuso.
Oliver mira por un agujero que hay en la pared para ver hacia la avenida principal y observar lo que ocurre. Por suerte a lo lejos ve al arzobispo de ocho alas sobrevolar la zona de donde escaparon a duras penas. Zanya invoca a un par de murciélagos para patrullar la zona, solo encontrando a vagabundos a un lado del edificio y a un par de calles una iglesia que sirve de base para los obispos. Se sienten seguros por un tiempo.
Luminara se acerca a Theressa y preocupada le pregunta una vez la chica abre los ojos tras estar inconsciente:
—¿Estas bien? ¿tienes alguna herida?
—¿Q-Que pasó? ¡¿huh?! ¡e-esos obispos!
—Descuida, ya nos encargamos de todo. Ahora estamos en un edificio abandonado.
Theressa siente como los recuerdos de lo que pasó en las cloacas llegan tal cual puñales que le hacen daño:
—Ayyyy, duele mucho. —se queja Theressa.
—Shh, shh, tranquila. Ya pasó el peligro, solo descansa. —dice Luminara y luego mira a Zanya— ¿Alguna novedad?
—No. —niega con la cabeza— Sin embargo, tarde o temprano vendrán a revisar este lugar.
—Sin contar que ahora estamos débiles. —añade Oliver sin apartar la vista hacia el agujero que da a la calle desde el tercer piso.
Oliver saca de su bolsillo un pedazo de pan que el día anterior cuando visitó una panadería en la ciudad y extendiendo su mano se lo entrega a Theressa:
—Come, vas a necesitar de mucha energía. Nos estaremos seguros hasta llegar a ese lugar.
Theressa se sorprende al ver que Oliver no es tan tosco como pensaba. Zanya sonríe y toma el pan para dárselo a la joven bruja:
—Es su forma de decir que está preocupado por tu salud. —se lo da en la mano—Cómelo.
—¿Ustedes? ¿no comerán?
—No te preocupes. Estamos acostumbrados a vivir bajo presión. No es como si tuviéramos la misma dieta que los humanos. —responde Zanya.
—Eso es cierto. Oliver solo come carne de oveja o vaca. Zanya bebe sangre de cerdo y oveja. Escasas veces humano, pero cuando está en su límite o durante la batalla. —continua Luminara.
—¿Y tú Luminara?
—Yo…me alimento de ratas y aves. Lo sé, suena grotesco pero los criptidos somos muy diferentes a los humanos y…
—No, nada de eso. Ustedes no son tan distintos a nosotros. —interrumpe al descubrir que, a pesar de ser criaturas, tienen igual valores que los mismos humanos— Pueden dormir, comer, sentirse cansados, sentir miedo. Incluso…puede que tengan sueños y esperanzas.
Al decir eso, Zanya no evita recordar las palabras de Abraham Van Helsing, el último gran cazador de monstruos y un claro aliado de ella tras encontrarse con la dura realidad de la iglesia que tanto defendía. Oliver se queda absorto en sus pensamientos y ciertamente le agrada la joven. Por alguna razón le recuerda a una amiga que tuvo en su adolescencia antes de que un obispo la asesinase por ser acusada de bruja.
Sin embargo, el licántropo se lo toma muy enserio y responde con dureza:
—No somos tan distintos a ustedes que a la iglesia le encanta cazarnos y mostrar nuestras cabezas colgadas en cada iglesia que pueden o borran poblaciones enteras de criptidos. Dices cosas bonitas pero la realidad nuestra es diferente.
Zanya lo mira con extremo odio al tener poco tacto con la joven. Oliver intenta mantener la calma y entiende de las buenas intenciones y lo mal que lo ha estado pasando Theressa pero la prioridad es la seguridad de todos y lo más importante es que la joven sobreviva cueste lo que cueste. Naturalmente desea forjar una buena relación, pero no es tiempo para ello.
Luminara suspira y le acaricia la cabeza a Theressa. La curiosa serpiente se asoma hasta el hombro de la chica y esta sonríe y acaricia la cabeza del animal.
Uno de los murciélagos regresa y se funde con el brazo de la hermosa Zanya. A través de esa habilidad obtiene los recuerdos y ubicación de todo lo que vio. Cierra sus ojos y se queda en silencio.
Luminara, Oliver y Theressa esperan expectantes a la información obtenida, sin embargo, hay dudas respecto a lo que les pasó a los otros animales ya que se habían desprendido varios para explorar la zona de los cuales volvió uno:
#5749 en Fantasía
#2214 en Personajes sobrenaturales
criaturas fantasticas, ucronia historia alternativa, acción drama fantasía romántica
Editado: 12.03.2024