Me doy la vuelta y veo que esa voz proviene de Dressler, quien está a un costado de la entrada de la habitación, pero parece que él tampoco ha notado mi presencia en el lugar, ya que está hablándose a sí mismo.
—¡No, Dressler, así no! Sonarás muy indiscreto. —Se da un golpe en la cabeza—. Qué tal... ¿Estás siendo acosada por alguien, Mónica?
—¿Dressler? ¿Qué haces aquí? —le consulto alterado, sacándolo de sus pensamientos.
—¡Keyland! —reacciona de inmediato, avergonzado, carraspeando su garganta—. No sabía que estabas aquí.
—Yo tampoco sabía que tú estabas. Pensé que ya te habías ido con los demás chicos —hablo mientras cierro la puerta del dormitorio.
—Sí, bueno, ya casi los alcanzaba. Estaba aclarando algunas cosas en mi mente. —Finge una sonrisa.
Me aseguro de haber cerrado bien la puerta de mi habitación y me marcho con destino al comedor de la universidad sin decirle nada a Dressler, pesando únicamente en la nota que acabo de leer. ¿Cuándo va a parar esto? No entiendo por qué tienen que involucrarse las demás personas que no tienen nada que ver con el tema. Esto es entre el asesino de mis padres y yo, y si fuera tan valiente ha como cree debería darme la cara para acabar con el problema de una buena vez.
—¡Espérame! Recuerda que la directora dijo que lo mejor es que fuéramos acompañados —exclama Dressler mientras se apresura en seguirme, sacándome de mis pensamientos.
Salimos de allí y atravesamos el camino rodeado por el frondoso bosque hasta llegar al comedor.
El sol ya empieza a hacer su presencia en la tarde de este día luego de que la lluvia haya predominando gran parte de él. Miro mi reloj de mano y observo que son la una. Enseguida llegamos al lugar donde se sirve la comida, que esta vez no está adornado estrambóticamente como aquel día. Parece ser un día normal. Entro junto a Dressler y vemos que ya todos se encuentran en sus respectivos lugares esperando la llegada de los demás para que la directora, quien está sobre una tarima sosteniendo un micrófono, proceda a decir las primeras palabras luego de la muerte de Sarah Tinkerbell. Nos acomodamos junto a los demás chicos, que nos estuvieron haciendo señas para poder localizarlos, y esperamos expectantes.
—Bienvenidos nuevamente al Gran Comedor, queridos estudiantes. —La directora comienza a caminar, haciendo resonar sus tacones—. Se les ha citado aquí para dar un anuncio muy importante con respecto al reciente suceso en horas de la mañana ocurrido en la capilla: el suicidio de su compañera Sarah Tinkerbell.
Una vez que la directora culmina de expulsar las primeras palabras, los murmullos de los estudiantes y profesores allí presentes no se hacen esperar. Todos parecen tener curiosidad con respecto al asunto, ya que se trata de otra muerte en la universidad en tan sólo pocos días. Además, parece que algunos aún no estaban enterados de ello.
—¡Silencio! Yo aún no culmino de hablar —brama Teressa Mörder—. Se ha comentado mucho con respecto a la Fiesta de Bienvenida que había sido programada para el día de mañana como parte de la celebración a los estudiantes de primer ingreso sobre si aún será realizada después de lo sucedido.
—No se preocupe, señora Mörder —se entromete la profesora de Anatomía—. Creo que todos comprenderán que la universidad está de luto por la muerte de quien fue en vida una de sus estudiantes, y por ende no podemos celebrar.
—¿Qué dice, señora Meyer? —le contesta la directora con confusión—. Yo en ningún momento he dicho que la fiesta será pospuesta. Al contrario, los cite para anunciarles que esto no cambia nada y que la celebración sigue en pie. ¡No hay de qué preocuparse! —exclama, demasiado sonriente para mí.
Todos reaccionan igual de sorprendidos por lo que acaban de escuchar.
—Disculpe que se lo diga, señora directora, pero creo que no es el momento para... —intenta decir la profesora.
—¡Cállese! ¿Acaso no escuchó mi decisión? —espeta. La mujer asiente con la cabeza y traga saliva—. Mis estudiantes no tienen que pagar los platos rotos por un suicidio inoportuno en el que no tuvieron ninguna culpa.
—Pero esta es la segunda muerte en apenas el inicio del curso de este año. Es muy grave lo que está pasando, señora directora. —La profesora Meyer continúa defendiendo su postura.
—A ver, señora Lotta, no se entrometa donde no la llaman. Yo ya expliqué que las muertes han estado completamente externas a la universidad como tal, ya que lo único que las liga a nuestra institución es que fueron aquí dentro, pero con causas provenientes del exterior, y ya no quiero oír una palabra más de esto. Y va para todos, tanto profesores como estudiantes. —La directora se toma un respiro para tranquilizarse, ya que se ha alterado mucho con la discusión. Se hace viento con la palma de su mano mientras con la otra se acomoda el protector para el cuello—. Por ahora se les servirá el almuerzo y luego asistirán a clases hasta las tres de la tarde, porque a esa hora se estarán exhibiendo los trajes y disfraces nuevamente para que escojan el definitivo para la fiesta de mañana. Recuerden que tiene que ser uno muy especial, pues la situación lo amerita, y les prometo que será un día inmemorable. Nunca lo van a olvidar —dice con una gran sonrisa, pero puedo ver cierta pizca de malicia en su mirada.
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Editado: 16.11.2019