Blood

Capítulo 38

Miro la mano de la persona. Se ve bastante pequeña, la textura de su piel se aprecia suave y delicada, mientras que sus uñas largas poseen un aspecto femenino. Enseguida recorro su brazo con la mirada hasta llegar a su rostro, quedándome estancado en sus penetrantes ojos marrones.

 

Se trata de Lily.

 

Su mirada se torna sorprendida, al igual que la mía. 

 

—¿Van quedarse mirando como idiotas en la entrada? No dan salida —nos interrumpe Keren, fastidiada, sacándome de mi mente. Quito mi mano de la perilla y dejo la de Lily solitaria, junto al frío metal de la manija de la puerta.

 

—Perdón, tengo prisa —dice Lily, con su mirada baja, mientras abre la puerta y sale del laboratorio casi corriendo.

 

—En esta universidad sólo raros. Tú, ella, Dressler, la directora... —habla Keren.

 

—Ya Keren, deja de criticar —la calla Ámbar—. ¿Por qué mejor no vamos a desayunar?

 

—Sí, vamos. Mi estómago ya me pide comida —comenta Dressler mientras toca su estómago.

 

—Podemos ir a la cafetería, escuché que hay una. ¿Vienes Keyland? —me pregunta Ámbar con una mirada bastante dulce.

 

—Sí, claro —respondo, aunque ni siquiera he escuchado su pregunta. Mi mente sigue enfocada en lo que acaba de pasar.

 

—Pues entonces vamos, si nos quedamos aquí no alcanzaremos a obtener una mesa libre —habla Keren mientras sale del laboratorio; todos hacemos lo mismo.

 

Al salir del laboratorio, un aire frío nos da la bienvenida a los pasillos. En el ambiente puedo percibir el olor a muerte.

 

—¡Esperen! —Ámbar nos detiene y se devuelve al laboratorio—. Luck, tú también puedes venir, si quieres —le sugiere amistosamente con una sonrisa.

 

—No gracias Ámbar, no me llevo muy bien con algunos. Prefiero evitar problemas —le responde mientras se coloca su mochila.

 

—¡Gracias a Dios! —grita Keren, mirando hacia el cielo mientras extiende sus brazos—. Si hubieses ido con nosotros, me habrías arruinado la mañana.

 

—¿Sabes Ámbar? Creo que sí iré. Todo con tal de no complacerla. Además, así ustedes me ayudan a orientarme un poco, ya que todavía tengo el ojo hinchado y se me dificulta un poco ver.

 

Keren le tuerce los ojos. 

 

Ámbar y Luck salen del laboratorio y se incorporan a nosotros, él viene apoyado en el hombro de Ámbar para orientarse. 

 

Luck me mira fijamente, en sus ojos puedo apreciar que siente temor, pero sobre todo, tiene una incógnita, una gran duda a la cual no ha podido darle respuesta, pero la ansiedad le está matando por saberla.

 

Nos retiramos con destino a la cafetería. 

 

Sobre nosotros se encuentra el imponente cielo mañanero, el cual nos ilumina con su luz natural. Me quedo mirándolo por unos segundos, admirando su grandeza y serenidad. El cielo puede ver todo lo que sucede en este mundo, es testigo de los actos buenos y solidarios por parte de las buenas personas, pero también es testigo de los crímenes más macabros y crueles de la historia de la humanidad. 

 

Está presente cuando se cometen, y se mantiene en silencio, convirtiéndose en un aliado del mal. No dice nada al respecto, guarda los oscuros secretos en sus profundidades para toda la eternidad. Oculta el mal que habitan en el planeta tierra; lo cual lo convierte en un cómplice de ello.

 

Durante el camino todos se mantienen en silencio, al igual que yo, pero ese silencio no está presente en mi mente, la cual no para de pensar en las tantas cosas que están sucediendo en la universidad, y me hago un lío especulando sobre quién puede ser el responsable de todo esto.

 

—Un momento... ¿Alguien sabe dónde queda la cafetería? —cuestiona Luck mientras detiene su caminar, al igual que los demás, excepto yo—. Estamos caminando sin rumbo alguno.

 

—Yo sé donde queda —respondo mientras me interpongo ante ellos y sigo caminando; ellos me siguen.

 

Sé donde se localiza la cafetería porque en dicho lugar fue donde me encontré con Lily.

 

Al pensar en Lily, a mi mente vuelve la escena en la entrada del laboratorio.

 

¿Por qué ella tenía tanta prisa? ¿Hacia dónde se dirigía?

 

Tal vez al bosque, lugar al cual yo iba. Por eso preferí no ir, porque si ella también iba para allá, nos hubiéramos encontrado, y no quiero que eso pase. Hubiera empezado a preguntarme cosas acerca de lo que escuchó de mí en el bosque la noche anterior, y prefiero no arriesgarme.

 

Luego de unos escasos minutos de camino, pasamos por el comedor.

 

—Keyland... ¿qué hacemos en el comedor? —pregunta Ámbar confundida mientras se detiene—. Teníamos que ir a la cafetería, el comedor está cerrado.



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En el texto hay: vampiros, muertes, sangre

Editado: 16.11.2019

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