Aquella noche la Luna decidio no visitar el cielo nocturno, dando una extraña sensación de mal estar, como si fuera la predicción de una tragedia.
La menuda atención que se le daba a las farolas públicas comenzaba a pasar factura por las noches, sobretodo en los barrios más bajos de todo Tokyo, los cuales permanecían casi a oscuras esta noche sin Luna. Una Loba con aspecto humanoide se tambaleba entre estas calles, murmurando sandeces que solo ella entendía, con una botella en la mano, a la cual le daba grandes sorbos cada tanto, sus grandes y puntiagudas orejas captaron un tintineo que de alguna u otra forma, lograron hacerla gruñir con molestia, mostrando sus colmillos hacia la nada.
Comenzó a seguir aquel sonido que tanto la irritaba, teniendo que entrar en un callejon que las farolas no alcanzaban a iluminar, sin embargo, al dar un paso dentro del humedo callejon todo se cuerpo se erizo, advirtiendo peligro, pero con el alcohol recorriendo sus venas decidio ignorar sus instintos y continuar recorriendo el callejon.
- ¡¿Qué diablos es eso?! - exclamo de forma furiosa al no encontrar el origen del molesto tintineo, como una campanita que perforaba de forma muy dolorosa su cabeza, haciendola gruñir de forma seguida.
Su pata izquierda choco con un muro, llevando una sensación dolorosa a su organismo, chisto al encontrar el final del callejon pero sin encontrar de donde provenía aquel sonido. Decidió irse, tomando otro sorbo de su botella para acallar aquel molesto sonar. Sin embargo, antes de salir del callejon, algo la tomo de su pata derecha, jalando hacia el oscuro lugar de nuevo.
Esta acción le asusto lo suficiente como para que el alcohol saliera de su sistema.
- ¿Acaso ya te ibas? - cuestino de forma burlona un sujeto mucho más alto que ella, quien tan solo podía distinguirlo por su cabello, el cual era todo lo contrario a su piel y vestimenta.
- ¿Quien diablos eres, maldito bastardo? - le gruño mostrando los dientes, y mientras su pelaje se erizaba cada vez más, haciendola ver mucho más grande, y hasta cierto punto amanezante.
- Bueno eso no importa - respondio mientras se volvía a ocultar en la oscuridad, y sin ser visto se poso muy cerca de la loba y la tomo de su cuello, apretando lo suficiente como para dejarla con dificultad de respirar - Depués de todo, no nos volveremos a ver,
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El sonido que hizo aquel pequeño aparato al caer contra el escritorio hecho tambien de metal, fue suficiente como para alertar a toda criatura presente en aquella oficina, en la pantalla holográfica se mostraba la reciente noticia acerca del incidente de la noche pasada. Meredit leía de forma casi desesperada lo que su superior lemostraba.
"Esta vez fue una Loba"
Era lo que citaba la noticia, mientras mostraban una imagen de la victima, quien tan solo parecía dormir, leyó lo poco que los oficiales lograron detallar, junto a ella Micheal se encontraba tan absorto en la imagen y las letras como ella. De pronto, la pantalla desaparecio, dejando a la vista la delgada figura de aquel intimidante hombre, el cual, comenzo a caminar alrededor de su escritorio hasta dar con los pequeños sillones del lugar, tomo asiento en uno de ellos con total paciencia.
-- Mierda - mascullo, mientras coloca su pierna derecha encima de la izquierda - Es una jodida mierda - se detiene, sus ojos tan fríos y tan brillantes como el oro les mira con superioridad.
Camuflandose de nuevo entre la oscuridad de la oficina. Se acerco de nuevo al escritorio, sorprendiendo por un segundo a la pareja frente a él. Sus garras enguantadas acariciaban de forma superficial el escritorio de metal.
Miro a la morena por un segundo para luego volver a hablar.
-- Meredit y Micheal, ¿verdad? - cuestiono - Necesitaré que ambos vayan hasta el lugar de los hechos, siendo Meredit una prestigiosa Bruja Blanca, podrían encontrar algo que nosotros no - sus manos se movieron hasta su menton - Por otra parte, Micheal podría ayudarte en algo, ¿no? - la ironía pintaba su voz.
El hombre fruncio el ceño ante la burla. Sabía muy bien a lo que el delgado hombre se refería, pero eso no quería decir que lo dejaría burlarse, pero antes de responder a la ironía su esposa tomo la palabra, para luego retirarse de la oficina de la criatura que se movía entre las sombras y la oscuridad.
Meredit condujo hasta el lugar donde el cuerpo fue encontrado. En el camino lograba sentir la ira de su marido, el hombre miraba por la ventana el paisaje que la ciudad de Tokyo le ofrecía, aún afectado por la leve burla de su superior.
Si bien, no era tan importante como Meredit en el gremio mágico, había resuelto varios casos que se consideraban imposibles en America, por algo estaba en aquel país cooperando con aquel departamento. Aun así, había algo más que burla en los dorados ojos, pero no sabía qué, tan solo era un sentimiento amenazante en cuanto le miraba, ¿Rencor? ¿Odio?
-- ¿Micheal? - le llamo Meredit.
-- Perdón, ¿Qué decías? - pregunto algo consternado aún.
-- Digo que debemos averiguar si alguna criatura demoniaca o fantastica tiene la habilidad de robar orgarnos o algo parecido - menciono mientras su vista se mantenía en la carretera.
Micheal tan solo la miro durante unos instantes para responder -- Claro, sería lo más conveniente - de nuevo, goberno el silencio en el autmovil.
Meredit suspiro, conocía lo sufienciente a su marido, aún sin ser una bruja blanca, estaba segura que sabría cuando White estuviera enojado o frustrado por algo. El dorado en sus ojos se fijo por un momento en el perfil de su pareja, la tenue sombra en sus ojos le confirmaba su teoría.
-- Micheal, se que las palabras del Sr.Katsuki te hicieron enfadar - los ojos de White se dirigieron hacia su esposa, atento a lo que ella tenía por decir - Pero, en el peor de los casos el tiene razón, no permitas que sus palabras te agobien y te hagan perder de vista el objetivo de este viaje - concluyó de forma firme y directa.