Nunca había imaginado que cuando conocías a una persona podías escuchar campanadas de fondo, pero estaba segura que en si en ese momento mi mente no hubiera estado en otro lado, podría haberlas escuchado. A decir verdad, tal vez todos en aquel lugar la habían escuchado excepto yo.
Debo destaca que:
Pero yo estaba concentrada en encerrarme en mi burbuja, que no tenía tiempo en comenzar a hablar con mi compañero de mesa. Hasta que el timbre del receso sonó cuatro horas después, como era costumbre tome mis cosas con camino seguro a las canchas de Voleibol, hasta que su voz me detuvo.
—¿Tu debes ser Kim Eunjin?
Lo escucho decir mi nombre, alzo la mirada que se cruza con la mía, hubiera deseado escuchar las campanas en ese momento, eso hubiera justificado porque sentí una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo, mientras mi mente se había quedado en blanco.
—Si, soy yo.
Apenas pude responder sin que me temblara la voz. Nuestras primeras palabas no habían sido nada parecido a una escena de película, mucho menos memorables.
—El profesor Kang me dijo que podrías ayudarme a buscarlo en el receso, si no tienes nada que hacer.
No fue su cabello ni su rostro, lo que hizo que hizo que no fuera capaz de despegarle la mirada, fueron sus ojos esos ojos cafés que brillaban como dos grandes estelas de luz, en ese momento tampoco fui capaz de saber todo lo que escondían.
—Claro, debe estar en la sala de maestros.
Le respondo, durante el camio se me venían preguntas a la mente, al menos para evitar que el silencio fuera incomodo.
—¿Así que eres nuevo? — esa era de las peores peguntas que pude haber dicho en voz alta.
—Eres muy observadora— responde
—Si claro— me maldije por dentro—. Esta es la sala de maestros, si tienes alguna duda podría ayudarte.
Lo veo asentir y sin respuesta entra al salo, yo veo eso como una oportunidad de huida, me refugie en las canchas de voleibol el resto del receso.
En la salida tome mis cosas tan rápido, era el primer día en la academia, todos sabían que el primer día al menos debías de llegar a tiempo, no espere a Jihae, sus horarios eran diferentes a los míos. Y como siempre pasaba, mi mente no podía concentrarse por más de un minuto en todas esas ecuaciones que ponían, ni siquiera en una palabra del profesor sin desear estar en otro lugar, o al menos en mi cuarto.
Camino al departamento paso a la tienda, tomo lo único que me mantenía con el apetito lleno, un ramen y un bimbap, cuando lo veo sentarse en uno de los asientos de al lado, siento como capta mi mirada cuando lo noto reflejado sobre el cristal, imagino que solo lo he confundido, pero aun traía puesto el uniforme y sí que es el.
Termino mi ramen, tomo mi mochila, cuando salgo de la tienda escucho sus pasos tan cerca y fuertes como los míos, y si uno de sus secretos era ser un acosador, o peor un secuestrador. Apresuro mis pasos, hasta llegar al elevador, cuando él también se sube, es tan rápido como yo.
Mi cuerpo comienza a temblar cuando veo que no presiona un botón con un piso diferente al mío, saco mi teléfono, y si hace algo, puedo comenzar a gritar. Mi mente se llena de suplicas a que Jin aparezca en el departamento. Cuando el elevador está por llegar a mi piso, me armo de valor y suelto las primeras palabras.
—¿Qué haces?, ¿me estas siguiendo?
Él se queda en silencio, observándome de arriba abajo como si fuera un bicho raro enfrente de él, no lo culpaba, muy seguramente lo era. Espero que no note como mi cuerpo se comienza a volver gelatina.
Sin responder aparta la mirada cuando se abren las puertas, luego sale del ascensor, lo veo caminar hasta dar la vuelta hacia el pasillo donde está mi departamento, salgo del ascensor antes de que se cierren las puertas de nuevo, y de repente siento la peor vergüenza de toda mi vida cuando lo veo detenerse a una puerta de mi departamento. Solo quiero que el Rio Han me trague justo ahora.
—Yo vivo aquí— lo escucho decir cuando paso a su lado—. Supongo que debes tener malas experiencias con los chicos, como para creer que te seguía.
Lo escucho desde la poca distancia.
—Era una broma.
—Tú no eres como esas chicas—dice cuando paso a su lado—. Por supuesto que no soy un acosador, k-i-m E-u-n-j-i-n.
Siento una punzada en mi estómago, ahora yo me quedan inmóvil, siento como si todo mi cuerpo se congelara en un segundo.
Quise repetir ese nombre en voz alta, pero cuando logré hacerlo, él había desaparecido detrás de la perta.
Eso era una locura, no mentiría si dijera que siempre que conocía un chico nuevo, aparecía Minjae, preguntándome si podría ser el.
Cuando recupero el control de mi cuerpo, corro a mi departamento, me meto en mi habitación.
Asimilando todo aquello.
Abro el navegador.
Busco su nombre, no aparece ningún Jeon Jungkook, ni un Kim Minjae.