Capítulo 3: "Decisión"

Cabello rojizo hasta la cintura, crespo y esponjoso con mucho volumen, una actitud impulsiva y piel blanquecina con pecas, definitivamente se trataba de Emily,

-¡Oh! si solo se trata de Emily- exclamó Edward con un aire de decepción en su voz - ¡es una lástima! y yo que esperaba tener la foto de una linda chica en moto, pero lamentablemente no cumples con mi visión artística.

Sé muy bien a lo que se refiere cuando habla de su "visión artística", pero esta vez debo darle la razón a Ed; Emily, a pesar de tener 18 años, carece de los atributos femeninos que reflejan dicha edad, en palabras más simples, es plana.

-Conozco bien tus fotos pervertidas, y me alegra no ser parte de ellas- replicó Emily mirando a Edward con desagrado.

-¡No son pervertidas! ¡son arte!- vociferó Edward en defensa de sus fotos.

-¡Son pervertidas!- Emily defendió su punto de vista.

-¡Son arte!

-¡Pervertidas!

-¡Arte!

-¡Pervertidas!

Como niños pequeños, ambos discutían por algo bobo. Emily es muy terca para dar su brazo a torcer (y menos cuando tiene la razón), y Ed nunca permitiría que alguien se metiera de forma negativa con su "arte"; esta es una discusión que probablemente, si fuesen inmortales, dudaría para toda la eternidad.

De pronto, caí en cuenta de lo que aconteció tan solo unos pocos momentos atrás.

-Emily- dije con una voz amigable, deteniendo la discusión y llamando la atención de Emily.

-¿Um?- ella volteó su rostro para mirarme, solo para que la regañase pocos segundo después.

-¡¿Qué rayos tienes en la cabeza, Emily?!- rompí mi silencio para reclamarle su inapropiada conducta -¡¿Cómo se te ocurre conducir por una zona netamente peatonal?! ¡¿es que acaso tú gran cantidad de cabello no te deja pensar bien?!

-¡Claro que si me deja pensar bien!- Emily se puso a la defensiva como siempre ante situaciones como esta -¡voy atrasada con las entregas y tenía que buscar tus lienzos para ayudarte a venderlos como representante exclusiva que soy! ¡por eso corté camino por la plaza en lugar de dar la vuelta entera!

Su lógica y razonamiento es tan mala como de costumbre, nunca tiene buenos argumentos para respaldar sus impulsivas acciones.

-¡Oh! así que ahorrar tiempo...- expresé antes de dejar caer todo mi sarcasmo sobre ella -¡y es por eso que estás aquí, dándote el lujo de hablar con nosotros! ¡para ahorrar tiempo! ¡claro!

Ella tenía ganas de querer defenderse, pero con esas simples palabras destruí la "lógica" de su argumento anterior.

-¡Rayos! ¡tienes razón!- admitió su error en voz alta -¡rápido! ¡dame los lienzos! -la preocupación en su rostro era notable mientras trataba de meter todo su cabello dentro de su casco para partir lo más pronto posible, por fin cayó en cuenta que su "ahorro de tiempo" fue en vano.

-Ten- Afortunadamente ya los tenía a la mano, así que los puse entre sus piernas, de manera que no le fuese una molestia llevarlos bajo el brazo o que corriera el riesgo de aplastar la pizzas en el caja ubicada en la parte de atrás de la motoneta.

-¡De acuerdo! ¡gracias!- dijo a la par que logró meter su melena dentro de su peculiar casco -¡muy bien, nos vemos más tarde Jhonny! ¡representante exclusiva, fuera!- con el tiempo encima de ella, torció el puño acelerador de la motoneta la cual, seguía encendida todo este tiempo, y volviendo al asfalto vehicular, se fue dejando una nube de humo a su paso.

Dejé salir un suspiro mientras la observaba alejarse. A pesar de todo, me alegra que nadie hubiese llamado a la policía por cargos de desorden público, Emily sigue siendo la misma chica hiperactiva y desmedida de siempre.

-Bueno- Edward habló, sacándome de mi monólogo interno -al menos las pizzas no llegarán frías a la velocidad a la que va- dejó salir una carcajada ante su comentario -¡bien! supongo que haré como esa tabla y me iré ya.

-Si... yo también me marcho ya- dije mientras recogía mi caballete, mi letrero y mi bolso con mis materiales de dibujo, quería aprovechar la compañía de regreso.

-¿Tan pronto? apenas son las 4:05pm- preguntó desconcertado -siempre esperas a eso de 6:00pm para volver con Emily.

-Si, pero no es como si fuese a tener más clientes hoy, y menos con la conmoción de hoy- me excusé, y aunque era cierto, realmente no estaba motivado para seguir allí, después de todo, las últimas semanas no han sido nada fructíferas.

-Entonces déjame ayudarte- tomó mi taburete con su mano izquierda, con todo ya recogido, partimos.

(...)

En el camino de regreso, solo hablamos de cosas sin mucha importancia, cosas como Ed tratando de que le diera la razón referente a la discusión que tuvo con Emily (cosa que no hice), hasta él ofreciéndose a conseguirme un empleo en el fruver de su abuelo, le dije que lo pensaría y que le llamaría en cualquier caso.

Llegamos a un pequeño edificio de tres pisos, en el cual, vivo en la pieza del segundo piso con mi madre. Subimos las escaleras, entramos con mi llave y dejamos las cosas de dibujo en el primer cuarto de los tres que hay, y cerrando la puerta, bajamos nuevamente.

Una vez afuera, caminamos hasta la esquina de la misma cuadra. Él se despidió de mí y cruzó a la derecha siguiendo su rumbo, mientras que yo crucé la calle con la única intención de llegar a la panadería donde trabaja mi madre (si, la panadería donde trabaja queda cruzando nuestra cuadra) para informarle que ya volví.

Ni siquiera he entrado y ya puedo oler el característico aroma del pan. Dando una larga inhalación para disfrutar ese gratificante olor, entré en ella.

Allí estaba mi madre, detrás de la caja registradora, risueña, terminando de atender a un cliente al cual despidió con una sonrisa.

No hay nada en especial en esa panadería, es común y corriente como cualquier otra, pero la única razón por la que las personas la prefieren, es por mi madre y su excepcional atención al cliente.