—Reunidos todos, proseguimos.
—¡Vaya golpe que nos ha dado esta crisis, el diezmo ya ni se asoma! La gasolina, ¡uf! subió hasta el mismísimo cielo. Nos hacen falta unos santos nuevos, quizás una virgen de los milagros. A propósito, Doña Josefina, ¿tenía algo que comentar?, indagó el padre Cocolino.
—Sí, padre Cocolino, justamente quería compartir con usted que a la Panchita se le apareció la virgen en el momento en que el perro decidió estrenar las sábanas recién lavadas con una miadita.
—Decidido, traigamos a la santísima imagen y bauticémosla como la virgen de las aguas.
—Gracias, padre Santísimo, juro en tu nombre que pensé que me vería obligado a sobrevivir a base de huevo y frijoles — susurró el Padre Cocolino.
Nota del autor
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