Tu viaje por la vida.
¿Eres el conductor o solo un pasajero?
Transporte público, metro, bus, automóvil, por aire o por mar. Da igual.
El cristal refleja una pantalla apagada de un televisor; se necesita pagar para presenciar la función del circo de la realidad. Te sumerges en relatos de desconocidos, te entretiene el flujo constante de las masas. Este pago no tiene como objetivo el trasladarte, el ir y venir; pagas por observar y ser parte del espectáculo, pagas por inspiración.
El viaje es lo esencial, ignoras quién comparte el trayecto contigo y te enfocas en lo mundano al otro lado del cristal. Reflexiona ¿Qué personas viajan a tu lado?
Algunas se bajan antes.
Otras tantas llegan al punto final.
Algunas podrían haber sido las segundas, pero se convierten en las primeras debido a tu distracción.
Será el amor de tu vida.
Serás el amor de su vida.
Será quien te muestre empatía.
Serás el que muestre empatía.
Verdugo.
O víctima.
Pasajeros cansados, hartos, con distintas máscaras disfrazando la rutina del día a día. Listos para huir, defender o atacar; observa sus ojos. ¿Qué ves?
Porque en este viaje hay de todo.
Todo por el mismo boleto.