— ¡Te encontré!—gritó Jimin saltando a la espalda de Yoongi, tomándolo por sorpresa y haciendo que éste se tambaleara. El mayor bufó irritado y golpeó la pierna de Jimin para que se bajara de su espalda—. Eres bueno jugando al escondite, Yoonie. Por poco creí que no te encontraría pero luego vi una mata de cabellos verdes correr entre la gente y te seguí hasta aquí.
Yoongi había dejado a Jimin en la taberna, distrayéndolo con alcohol. No se esperaba que el pequeño resultara ser un amante de éste, pero le fue de gran ayuda al tratar de librarse de él.
Había salido por la puerta trasera y se había mezclado entre las personas y según sus terribles y rápidos cálculos, Jimin no sería lo suficientemente rápido para alcanzarlo.
Que equivocado estaba.
— ¿Qué me gané?—volvió a preguntar, esta vez estando sobre el suelo—. ¿Una sonrisa de Yoongi hyung?—preguntó mientras le picaba la mejilla, el mencionado negó lentamente mientras se cruzaba de brazos— Oh vamos, quiero ver cómo luce sonriendo. Desde que nos conocimos siempre tienes el ceño fruncido y solo refunfuñas. —Yoongi solo siguió su camino ignorando las palabras del chico de cabello azul. Jimin se quedó un momento en silencio y segundos después paró abruptamente, tomando al pálido del brazo—. ¿No te gusta mi presencia, Yoonnie hyung?
—Eres muy parlanchín—se limitó a decir. Se soltó del agarre del chico y siguió caminando.
Jimin abrió la boca indignado mientras veía cómo Yoongi se alejaba entre la gente.
Pateó una piedra y un ligero puchero apareció en sus labios. Sí, él era muy hablador pero no podía evitarlo. Era su naturaleza y siempre creyó que era una muy agradable cualidad, pero había personas que sólo lo veía irritante, como es el caso de Yoongi.
Pero no podía alejarse de él a esa altura, ya habían avanzado demasiado, mucho más de lo que alguna vez Jimin había ido. Así que Yoongi tendría que soportar su presencia por un tiempo más.
—Soy el color que le hacía falta a su vida, hyung—soltó cuando estuvo a su lado, escuchó bufar a su hyung y rió flojamente. Extrañamente, Yoongi le había agradado—. Atrévase a negármelo.
—Te lo niego. El único color que necesito en mi vida es el de las monedas—rebatió Yoongi. Una media sonrisa quiso aparecer en sus labios, pero la escondió con una tos falsa.
—Bueno, pues ahora ese color ya no lo tienes porque se lo di a un vagabundo—informó inocentemente. Cuando Jimin se dio cuenta de que Yoongi ya no estaba en la taberna y fue en busca de él, se encontró con un hombre que pedía dinero para comida y como Jimin es de muy buen corazón, le dio todo el dinero que tenía en sus bolsillos.
La mayoría era de Yoongi.
Yoongi giró rápidamente su cabeza hacia Jimin y vio cómo éste tenía las manos tras la espalda y varias flores regadas por su cabello, que quien sabe cómo habrán llegado ahí.
Se veía bonito, sí. Yoongi no era nadie para negar aquello, pero eso no iba a evitar que se enojara.
—¿Qué has dicho?
—Un hombre me pidió una moneda pero se veía que muy mal así que le di todas las monedas que había en mis bolsillos—Jimin le sonrió, esperando que lo felicitara por el buen acto que acababa de cometer.
Yoongi solo pudo apretarse el puente de la nariz con irritación. No podía creerlo, ese era todo el dinero que tenía para esa misión y Hoseok no le iba a dar el resto del dinero hasta que le entregara a Taehyung.
—¿Cómo era aquel hombre?
—No se lo diré—Jimin se dio la vuelta y comenzó a caminar a la vez que tarareaba una canción. Yoongi lo alcanzó y lo tomó del brazo para hacer que lo mirara a los ojos y el chico del cabello azul se intimidó un poco por la gatuna mirada del chico.
—Jimin...—advirtió. Estaba usando toda su fuerza de voluntad para no hacerle una llave al chico y hacer que le dijera todo lo que quería saber.
—Pero hyung...—murmuró Jimin en un puchero. Y ahí estaban de nuevo, aquellos ojos de cachorrillo regañado— Si le digo va a ir y se las quitará—Yoongi hizo ademán de abrir la boca y defenderse, aunque fuera verdad, pero Jimin se le adelantó—. Llevamos dos días juntos pero lo he observado lo suficiente como para saber que si lo haría.
Yoongi trató de soportarle la mirada al chico pero su mirada acusadora —que sólo lo hacían ver más tierno con esas flores sobre su cabello y ese puchero en sus labios— lo venció y fue vulnerable a la colosal ternura del chico. Estaba perdido. Oh, si que lo estaba.
¿Dónde había quedado aquel mercenario frío y temido por muchos, al que no le afectaba nada?
—No se lo quitaré—Jimin pareció no creerle y entrecerró sus ojos hacia él—. Lo prometo.
El chico con flores en el cabello lo escudriñó y segundos después levantó el meñique frente a Yoongi.
— ¿Es en serio...?
— ¡Muy en serio!—interrumpió al chico a la vez que agitaba su meñique—. Prométalo por el meñique y se lo diré todo.
A regañadientes entrelazó su meñique con el chico flor y una brillante sonrisa apareció en el rostro ajeno.
— ¡Bien! Era más bien un joven, tal vez un par de años más grande que usted, su cabello era negro, sus labios eran muy bonitos, eran carnosos y rojizos, su rostro era afilado pero tenía unas bonitas mejillas. También era muy alto ¡Oh! Y sus hombros eran anchos.
Yoongi maldijo internamente al escuchar la descripción del joven.
Se trataba de Kim Seokjin, a él solo le gustaba molestarlo y estafar a las personas de buen corazón.
Seguramente lo vio y se percató de que venía acompañado de una persona de buen corazón y obtuvo premio doble.
Había trabajado un tiempo con Seokjin pero sus opiniones eran muy distintas y sus personalidades totalmente opuestas, así que su equipo no funcionó y aunque no dejaron de ser amigos, el pasatiempo de Jin era molestarlo cada vez que podía.
Yoongi suspiró lentamente, tratando de no ir tras Seokjin y sacarle esas monedas a golpes.