Boda Equivocada

Serpientes, lagartijas y un casi reencuentro.

Yoongi observó a la esbelta y delicada figura frente a él con una expresión llena de desinterés y asco. Había sido llamado por Joonhyuck al salón principal, donde lo esperaba la reina con una asquerosa e hipócrita sonrisa, junto a una chica pelirroja que a simple vista se veía nerviosa, eso asqueó a Yoongi.                    

—¿Y tú eres?                    

—Ella es la princesa del cuarto reino, Youngmi—Yoongi soltó un resoplido y se dejó caer en el trono, subiendo una pierna al brazo del mismo.—Ella ha venido para ser tu reina.                  

Yoongi soltó una carcajada cuando escuchó aquellas ridículas palabras, su risa fue tan repentina que hizo saltar a las dos mujeres en su lugar y por alguna razón, causándoles escalofríos.

El pálido se limpió una lágrima que soltó por la risa y se levantó del trono.                    

—Creí que no podías decir más estupideces, pero mira, lo haz hecho—Yoongi lanzó ágilmente una daga a la pierna de la princesa, sacándole un grito que Yoongi disfrutó—. No es mi tipo.

—¡Yoongi!—espetó la reina arrodillándose junto a la chica.

—Es un corte superficial—Yoongi le restó importancia encogiéndose de hombros—. Ya te la puedes llevar de aquí, sus quejidos arruinan mis tímpanos.

—Ella será tu reina—dictaminó la mujer mientras ayudaba a la princesa a ponerse de pie.— Lo quieras o no.

Yoongi borró su pequeña sonrisa socarrona y su mirada endureció a niveles escalofriantes. Hizo tronar su cuello y se acercó a las mujeres.

—Ella nunca será mi maldita reina—la ronca y hostil voz de Yoongi hizo vibrar las entrañas de la reina, sin embargo, no mostró debilidad—. Primero, porque no me voy a quedar y segundo, porque si no se aleja de este reino y de mí, la voy a convertir en una lagartija y mis serpientes adoran las lagartijas... ¿No es así, Venus?—cuestionó Yoongi a la serpiente que había comenzado a salir de la chaqueta de Yoongi.                  

El terror en la princesa era muy evidente, había comenzado a tambalearse y su boca se había secado repentinamente. Sintió como una serpiente comenzó a enrollarse en su pantorrilla y se desmayó, causándole una risa a Yoongi cuando escuchó el impacto del cuerpo contra el suelo.

—Ahora sácala de aquí—ordenó a la vez que la hacía a un lado con el pie para poder pasar y salir del salón.— Y si vuelves a tratar de emparejarme con alguien, arruinaré este y cada uno de los reinos que tienes bajo tu poder, y pasarás a ser nada.           

Empujó a los guardias parados frente a las puertas y comenzó a caminar por los pasillos para llegar a las celdas y pasar por la cueva para así llegar al hechicero oscuro.
Cuando estuvo ahí, Yoongi entró con suma confianza y se sentó junto a los cristales, esperando a la llegada del hombre, quien no se demoró más de quince segundos.

—¿Puedo verlo?—le preguntó sin mirarlo, solo jugando con la pulsera de oro que vestía su muñeca.

—Veo que regresaste a la normalidad—el dijo el hombre señalando su persona, observando que su cabello ya era completamente blanco.

—Responde mi pregunta.

El hechicero soltó una risa floja y se aproximó hacia un gran cristal; haciéndole una seña a Yoongi, volvió a pasar la palma de su mano sobre el cristal. El príncipe se acercó y sintió un cosquilleo cuando vio la imagen que se le presentaba.

Era Jimin riendo junto con los demás, pero Yoongi solo podía ver la sonrisa del joven y la forma en la que sus ojos que hacían chiquitos con aquella acción. Se acercó un poco más y las comisuras de sus labios se alzaron al cielo.

—Tú deberías ser mi rey...—susurró olvidándose por un momento que el hechicero se encontraba con él.

Yoongi observó como Jimin era cargado por Namjoon, haciéndole reír con más fuerza y a la vez aferrarse a él para no caer, pues había comenzado a dar vueltas.
El príncipe tensó la mandíbula y pasó con brusquedad su mano sobre el cristal para borrar la imagen, la cual se desvaneció con solo un pequeño contacto con su piel.

—¿Por qué no vas a buscarlo? —interrumpió el hombre su pequeña alteración. Yoongi negó con la cabeza y se recostó sobre una gran piedra.

—Él está bien así.

—Dime una cosa, ¿No quieres volver a ser como antes?—el hechicero de sentó al lado de Yoongi pero lo suficientemente alejado para no poner en peligro su seguridad.

—He sido así toda mi vida—amarga y resignada sonó la respuesta de Yoongi, provocando que el viejo hiciera una mueca de incomodidad.— Lo que fui cuando logré deshacerme de todo esto, sólo era una máscara... una que ocultaba todo lo feo y podrido. Sabía que caería en cualquier momento pero quise engañarme pensando que podía tenerla puesta por el resto de mi vida.

Yoongi se puso de lado y comenzó a trazar dibujos invisibles con su dedo sobre la piedra. Soltó un resoplido y miró momentáneamente al hombre.

—No sé porque te estoy contando esto...—le hizo saber confundido— ¿Usaste algún hechizo sobre mí? Bueno, no importa de todos modos no puedes salir de aquí y si quieres saber algo para destruir a la reina te lo diré. Tú solo pregunta y mi lengua se suelta para decirte cómo puedes acabar con su alma.

—Realmente la odias, ¿No es así?—el hombre se relajó con las palabras de Yoongi, al parecer a la única persona que odiaba con todo su ser era a la reina.

—Como no tienes idea.

—¿Y por qué estás aquí todavía? ¿Por qué la estás ayudando?—le cuestionó, olvidando su aprecio por la vida. Yoongi se incorporó y miró al hombre con seriedad.

—Porque para que ella pueda unir los cinco reinos, primero le tiene que pertenecer este. El más grande y poderoso... y para que eso pase tiene que verter mi sangre en el corazón del reino. La gran piedra Zafiro que está en el jardín secreto.

El hechicero se quedó pensativo durante unos segundos tratando de entender que es lo que le estaba diciendo Yoongi. Hasta que dio con la respuesta y se sorprendió por lo estúpido que era.




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