¿Estás decepcionado? No te culpo.

El hechicero soltó un resoplido, cansado de tener que escuchar la palabrería de Yoongi, quien había llegado ahí muy alterado para contarle sus "desgracias".

—¡Entonces lo aventé a la cama y salí corriendo como un cobarde!—terminó por explicar y lanzó una bola de fuego a un cristal, haciéndolo añicos.

—Primero que nada, deja de destruir mis cristales. A este paso me vas a dejar sin nada—reprendió dándole un golpe en la cabeza. Ya había perdido el miedo a Yoongi, pues se había dado cuenta que sólo era un buen joven escondiéndose tras una gran barrera cubierta de frialdad e indiferencia.— Segundo, ¿Cuál es el problema? Digo, ¿Te gusta, no?                 

—Puff, no...—negó cruzando sus brazos sobre su pecho y entonces el hechicero le dedicó mirada de pura incredulidad— ¡Está bien! Sí, me gusta. Cuando escapé; estuve buscándolo por mucho tiempo pero no sabía ni cómo se llamaba, lo único que tenía de él, era su imagen grabada en mi memoria y una pulsera de oro que perdió cuando huyó.—confesó a la vez que señalaba la pulsera en su muñeca. Revolvió su cabello y se dejó caer en una gran piedra— Después me deshice de todo esto y lo olvidé ¡Pero parece que aún así nos volvimos a encontrar! Pasamos tiempo juntos, al parecer me enamoré de él y yo lo llamaba bolita azul o mugroso, no lo sé... ¿Realmente es mi destino?

—¡Sí, lo es! Por eso no debes morir, él sentiría un gran dolor al perder a su complemento.

—Sí realmente es mi destino... aunque muera, en otra vida nos volveremos a encontrar y quizás en ese entonces yo sea una mejor persona para él.—murmuró Yoongi, aunque lo suficientemente alto para que el hechicero lo escuchara.

—Bueno ¿Tú eres idiota o qué?—espetó el hombre. Yoongi lo miró indignado y se incorporó—. ¿Cómo es que quieres morir aun sabiendo que a ese chico no le importa cómo seas? Él siempre va a terminar eligiéndote.

—Tienes que entender que no lo quiero arrastrar a esta vida, él es un noble y está acostumbrado a una vida de lujos. Y si no muero, me iré a las tierras bajas y créeme cuando te digo que en ese lugar no te reciben con flores.

—¿Sabes qué? No te dejaré entrar de nuevo aquí hasta que cambies de parecer.—MinGyu lo tomó de la camiseta y comenzó a llevarlo hacia la salida.

—¡No, espera! Este lugar realmente me agrada. ¡Tú me agradas!—le hizo saber a la vez que el hechicero se detuvo cuando lo escuchó. Ugh, era débil.

—Seunghoo tenía razón...—balbuceó, haciendo que las palabras fueran casi indescifrables para Yoongi. Pero solo tuvo que escuchar el nombre de su padre para quedarse helado.

—¿Qué has dicho?—inquirió lentamente. Se había separado por completo del hombre, poniendo su brazo estirado como una especie de barrera entre ellos dos.

—Yo no dije nada, anda ve con tu chico y explícale todo—quiso acercarse pero le fue imposible cuando el brazo de Yoongi comenzó a cubrirse en fuego.— Estás alterándote y no será bueno para ninguno de los dos.

—Dijiste el nombre de mi padre y quiero saber en que tenía razón.

MinGyu soltó un suspiro y asintió rendido. Supuso que si seguía sin decir nada, Yoongi se enojaría y no saldría bien parado de esa.

—Seunghoo era mi hermano. Yo nunca quise ser rey así que fui con la tía Sunie para formarme como hechicero, como nuestros antepasados... ellos eran hechiceros oscuros, no todos son malos, eso depende de la persona.—MinGyu miró efímeramente a Yoongi para después continuar hablando— Cuando... él murió, regresé pero tu madre me encerró aquí envenenado la mente de los demás diciendo que había venido solo para matarlos. Y así es como terminamos aquí.

[...]

—Te ha dicho que no te conoce, ¿Verdad?—se mofó Joonhyuck parándose al lado de Jimin. El rubio le dio un codazo y se alejó del bastardo—. Esto era lo que quería que vieras, a él nunca le importaste, así que cuando se deshizo de ti... te borró de su mente.

—Que nunca quisiera jugar contigo te dañó, ¿Cierto? Digo, nadie quiere estar con un bastardo, un sangre sucia. Un hijo de una ramera que hechizó al rey para que se enredara con ella—escupió con desprecio en su más puro estado. El rostro de Joonhyuck se oscureció y estuvo a punto de golpear a Jimin, pero fue interrumpido por Yoongi, quien tomó su muñeca con fuerza.

—Le pones una sucia mano encima y te mando con tu madre.—masculló muy cerca de su rostro, su hostil voz le causó escalofríos al bastardo, esos escalofríos que experimentó a lo largo de su vida cada vez que veía a Yoongi acercarse a él.— ¿Sabes dónde está? Por supuesto que no, nunca la buscaste... pero te diré qué pasó con ella. La maté, su sangre fue la primera en manchar mis manos cuando salí de aquí. Ah... fue una gran cacería.

Joonhyuck enojado se zafó de Yoongi y se retiró del lugar, sabía que nunca iba a poder ganarle a Yoongi. Principalmente porque tenía magia, tenía mucha más autoridad en ese reino y era alguien a quien no le importaba nadie más que si mismo —a los ojos envidiosos de Joonhyuck—.

—Hyung...—llamó Jimin sorprendido por la frialdad en las palabras de Yoongi, sin percibir ningún tipo de sentimiento en ella.— ¿Qué fue eso?

—Lo que soy—Yoongi dirigió sus ojos hacia Jimin, quien lo miraba de una manera que no pudo descifrar.—Tengo que hablar contigo.

Llevó a Jimin hacia su aposento, puso seguro y dejó que el chico se sentara donde quisiese. Porque lo necesitaría al saber que la persona de la que se enamoró solo era una fachada.

—Te contaré mi historia...—Yoongi se sentó en el escritorio que había ahí dentro y prosiguió—, cuando tenía dos años, papá se metió con una mujer, ella era... de la mala vida; quedó embarazada y vivió un tiempo aquí. Cada vez que me la encontraba no apartaba su mirada de mí, me seguía con sus ojos hasta que ya no podía verme más—Jimin no sabía porqué le estaba contando aquello, pero agradecía que se estuviera abriendo a él—. Una vez me dijo «quédate con él o mi hijo será tu destrucción» yo me asusté y se lo dije a mi padre, pero no me creyó porque él estaba hechizado. Pasaron los meses y entonces nació Joonhyuck, ella desapareció y no se volvió a saber de ella por años.