Dos semanas habían pasado. Y lo recalcaba porque justo ahora todos estaban nerviosos, tensos, y abrumados. ¿Por qué? No lo sabía. Pero yo también me sentía así. En este corto tiempo dos grupos de cuatro soldados volvieron aparecer, y aunque había sido en días diferentes, lo sucedido nos recordaba, en especial a mí, que ella seguía buscando, y que no tardaría en encontrarme.
Y yo aún no la recordaba.
Me había dedicado a practicar. Y había mejorado notablemente. Me iba mejor con las armas, había ganado resistencia, corría más rápido y le daba cuatro vueltas seguidas a la pista sin parar. Había mejorado con el arco también, podía disparar desde una distancia considerable y dar al blanco. En cuanto a los combates cuerpo a cuerpo, habían subido de nivel. Los entrenamientos se basaban en peleas a muerte. Scolly dijo que ya estaba en un nivel mayor y que ya podía enfrentarme a ellos sin miedo a que me jodieran. Lo había hecho un par de veces, no voy a decir que ahora era una vengadora invencible, pero había mejorado en comparación al primer día en el que estuve aquí. Y ni hablar de mi mejora con la espada, Scarlett había estado orgullosa cuando había acabado con dos guardias con esa arma.
—Stacey, repite los movimientos — exigió Dave con los brazos cruzados sobre su pecho, su mirada dura me hizo dar un escalofrío que me recordó cómo estaba mi situación con él.
Fría, igual que la mirada que le eché en ese momento.
No negaba que estaba un poco decepcionada de su actitud para conmigo, porque habíamos pasado de estar tan cerca, a solo mirarnos cuando era estrictamente necesario. Incluso los demás se habían dado cuenta, pues mis amigas me habían preguntado varias veces que había pasado con él. Mi respuesta era: Tenemos cosas más importantes que pensar. No cruzábamos palabras si no era estrictamente necesario, y aunque se dirigía a mí como si nada hubiese pasado usando sus lindas sonrisas, sabía que había un abismo entre los dos. No había usado el “carotte” ni una sola vez. El apodo había quedado en el olvido y no pensaba admitir que lo extrañaba.
—Debes mantener un poco más arriba el brazo— dijo con una sonrisa cuando llegué donde él después de haber disparado en varias ocasiones y haber estado a tan solo centímetros de darle al blanco. Sus brazos permanecían cruzados sobre su pecho. — pero igual ha sido un tiro muy bueno.
Me limité a asentir mientras revisaba las armas, tratando de ignorar su presencia, lo cual era muy difícil porque era casi magnética, haciendo que el no mirarlo se volviera una tarea sumamente peligrosa. Mi fingida concentración se vio interrumpida cuando un grito se coló por mis oídos, haciéndome poner una mueca y llevar mi vista al origen. Había sido Mia, que ahora estaba tirada en el suelo porque Scolly la había tumbado. El pelirrojo se mantenía con sonrisa mientras la ayudaba a poner de pie. Ella también había mejorado.
—Stacey— me llamó Dave en un susurro.
Dejé de mirar a mi amiga y devolví la mirada hacia el pelinegro. Su rostro permanecía serio, pero en sus ojos brillaba algún sentimiento que no me detuve a descifrar, justo porque había apartado la mirada tan rápido como la había puesto en él. No quería que aquel azul siguiera hechizándome.
—¿Qué ocurre? — le pregunté fingiendo distracción, mientras revisaba las armas. — ¿hay algún problema con el entrenamiento?
—Concéntrate.
Por momentos pensaba en lo bonito que había sido su actitud antes de que aquellos guardias aparecieran, pero luego recordaba que había llevado razón al decir que ese tipo de encuentros simplemente lograban desconcentrarnos a ambos. La mirada decepcionada que Scolly me había dado esa noche aún perseguía en mis pesadillas y me recordaba:
«Desde ser mejor»
Por la noche estaba a punto de dormir cuando dos toques, muy suaves y reconocibles, resonaron por la habitación. Con mi ceño fruncido me levanté de la cama para ir a atender a la persona que estaba del otro lado de la puerta, y aunque ya sabía a qué venía, no podía evitar preguntarme por qué lo seguía haciendo él.
Dave me observó con una sonrisa cuando abrí la puerta. No se la devolví porque ni siquiera lo miré al rostro de inmediato, pues fijé mi interés en la pastilla que traía en una mano, tal como la noche anterior. Una acción que me tenía completamente confundida porque alguien más podía traerla, de hecho, yo misma podía ir a la cocina y tomarla de allí, pero Dave insistía en traerla él.
Aunque su interés en mi recuperación me encantaba más de lo que quería admitir, pues amaba su presencia en la habitación, como el olor a miel se colaba por nariz y se quedaba en el ambiente incluso después que él salía.
¿Y si simplemente estaba siendo amable y yo estaba exagerando las cosas?
Estaba nervioso. Y no sabía por qué eso me gustaba tanto.
«Aunque me gustaría repetirlo»
Con un nudo en la garganta, y luego de patear su voz de mi cabeza diciendo aquellas palabras, me senté en la cama para observar como sacaba la pastilla de su empaque.
—¿Sabes que yo puedo ir por la pastilla, cierto? — le pregunté rodando por el colchón para acercarme a él. Se mantenía de pie, mirando fijamente la pastilla en su mano.
Mi vista viajó a sus labios cuando los relamió, un gesto bastante caliente si no hubiese sabido lo nervioso que estaba. ¿Por qué? Solo estábamos teniendo una conversación normal. Aunque el ambiente se había puesto pesado, el magnetismo de su cuerpo era delicioso, esa manera en la que me llamaba a que me acercara a él, a que tocara su piel.
«Tócame, ven a mí, hazte mía»
Sacudí mi cabeza para alejar cualquier sentimiento.
—Lo sé— se sentó en la cama frente a mí, en tanto me ofrecía la pastilla junto al vaso con agua— pero quería asegurarme que estuvieras al día. Scolly ha estado jodiendo con eso.
«Lo hacía por Scolly»
Ignoré la punzada de dolor que me atravesó el pecho tomando la pastilla. Cuando bajé el vaso, tenía en sus manos el ejemplar de "Te doy mi corazón", abierto justo en la página donde yo me había quedado.
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Editado: 12.09.2024