«Existen momentos y lugares para todo lo que la vida nos depara» al menos eso pensaba Stef mientras se separaba lentamente de Borja, porque al tenerlo cerca no podía pensar con claridad. Esos ojos cafés con pequeñas motas doradas la tenían un poco descolocada.
Por otro lado, Borja sentía el rostro caliente y no justamente por el golpe que recibió. Sabía perfectamente que se estaba sonrojando y lo odiaba, pero con Stef a centímetros de distancia era muy difícil controlar sus emociones. Por un momento la vió sonreír y eso solo empeoró la situación.
Ella se alejó de él para observarlo detenidamente. Desde que lo conocía iba vestido de negro de pies a cabeza, pero notó dos cosas nuevas; su playera tenía el logo de una banda de la cual estaba segura que alguna vez había visto y el cabello lo llevaba medio atado de los lados dejando el resto suelto. Y sí, con el cabello de ese modo su atractivo era más, al menos para ella.
Por su parte, Borja aprovechó que su amiga estaba distraída observándolo —lo cual sin duda lo ponía muy nervioso, odiaba que las personas se fijaran mucho tiempo en su persona—, pero con ella esa sensación de incertidumbre no fue tan avasalladora como en otras ocasiones, así que decidió hacer lo mismo y apreciarla. Quedó gratamente sorprendido al notar que Stef usaba jeans, zapatos deportivos, el cabello atado en una cola alta, y no sus típicos trajes de falda y chaqueta que la hacían parecer mucho más grande de lo que era. Así, al natural, le parecía más atractiva que con todo el maquillaje del mundo. Ninguno de los dos se atrevía a emitir palabra. No es que se sintieran incómodos, simplemente la situación no era una en la que se quisieran encontrar.
—Muchas gracias —se escuchó un pequeño susurro por parte de Stef.
—No tienes que agradecerme —respondió él, mientras su amiga le daba la espalda.
—No debiste interponerte, Borja —ella estaba tan enojada y frustrada.
—Sé que no era mi batalla, pero no podía permitir que un cobarde como ese se atreviera a lastimarte.
—Pero mira lo que te ganaste —casi gritó. Ese era uno de los problemas de Stef, sentir demasiado y no poder controlar la intensidad de esos sentimientos—. No era necesario, yo sé defenderme —los ojos de ella se cristalizaron.
—Sé que eres capaz de defenderte sola, pero si algo me enseñó mi madre y la vida, es que jamás permitiría que lastimaran a alguien estando presente, aunque el que se llevara la peor parte fuera yo —respondió señalando su mejilla mientras se levantaba del sillón.
—Yo... Solo... No es justo que ahora tú tengas la cara de colores —eso le causó gracia.
—No te preocupes, debe ser pequeño. Lo que pasa es que al ser tan blanco, los golpes se marcan mucho más —le dolía, pero no iba hacer sentir peor a su amiga.
—De igual manera Borja, no sabes cómo lo siento.
—En serio, tranquila. Lo que importa es que tú estés bien.
—Tú también importas y mucho —no creía que podía ser importante, una persona como él no merecía ese tipo de cosas, solo eran capaces de generar desprecio, odio y asco.
—Yo no importo —no le gustó nada que su amigo no se valorara, para ella se había vuelto una persona importante.
—Pues a mí me importas, así que muchachito, vuelve a sentarte hasta que nuestro jefe regrese con el hielo, necesitamos que no se hinche más.
—Yo..
—Yo, nada. Ve a sentarte —resignado le hizo caso y tomó asiento. Ya había perdido la cuenta de cuentas veces se había sentado en ese lugar.
—Esa cosa se te va a poner de colores en unas horas.
—Seguramente.
—No sabes cómo lo siento —se volvió a disculpar Stef.
—Ya deja de disculparte o me enojaré contigo.
—Es que…
—Es que nada. Pero ¿Me harías un favor? —él no estaba seguro si se estaba metiendo en territorio prohibido. Esperaba que no.
—El que quieras —respondió ella de inmediato.
—No te vuelvas a meter con hombres tan idiotas como ese tal Robert —Stef sabía por qué se lo decía, pero no le agradaba que se metieran en su vida—. Y no me mal interpretes, tanto hombres como mujeres son libres de hacer con su vida sexual lo que se les venga en gana. Pero sí deberías evaluar un poco mejor a quién eliges, para evitar este tipo de altercados —no sabía si enojarse o agradecerle su preocupación. Era lindo que otro hombre a parte de su padre se interesara en su bienestar.
—Créeme no me meto con cualquiera, pero el alcohol y una mala noche no son la mejor combinación para tomar buenas decisiones.
—Comprendo —Stef colocó una de las sillas frente a él y tomó asiento.
—Te prometo que seré más precavida al elegir a mis ligues. Antes te los presentaré y si los apruebas, le doy gusto al cuerpo —esas palabras le causaron un cierto malestar a Borja, a pesar de que sabía que ella estaba bromeando.
—Con que seas más sensata me basta.
—Está bien. Lo seré.
—Gracias.
—Gracias a ti por ser el hombre que eres. Ya quedan muy pocos como tú, todo un caballero —Borja se sonrojo y desvió la vista, no estaba acostumbrado a los halagos o palabras bien intencionadas.
—Ya, no es para tanto, mejor cambiemos de tema.
—Vale. Me gusta como llevas el cabello, te queda muy bien —a Stef en serio le gustaba.
—Eh, ¿Gracias? —y ahí estaban de nuevo los cumplidos.
—De nada. ¿Y no dirás nada bonito acerca de mi belleza natural? —comentó en broma, pero si algo era cierto es que su compañero admiraba más su belleza de esa forma.
—Sí, bueno...—estaba nervioso y sin saber cómo responder a la clara broma de Stef—, estás muy guapa, es la primera vez que te veo en jeans y tenis.
—Gracias, sí, solo suelo usarlos en casa o cuando estoy en mis días libres pero hoy me apeteció usarlos. No me veo tan mal ¿verdad?
—Para nada, te quedan muy bien.
—Eres un lindo.
—No.
—Para mi sí y punto —Borja sabía que era inútil contradecirla, por lo que se quedó callado.