Hasley
—No quiero sonar ridículo, pero estuve esperando esto por mucho —
Matthew dijo entusiasmado pasando uno de sus brazos por mis hombros y acercarme a él.
—Igual —confesé en una sonrisa mientras nos adentrábamos al cine.
Era sábado, lo que implicaba mi cita con el chico que me tenía abrazada. Me había pasado a
buscar en mi casa, para mi mala suerte, mi madre fue quien abrió la puerta. Lo estuvo interrogando
mientras yo ataba una coleta a mi cabello, terminé su «charla» haciéndola a un lado con mi cadera
y decirle que no alcanzaríamos la función a tiempo, antes de cruzar la puerta recibí una mirada de
advertencia por su parte. Quedamos en no llegar muy tarde, según Matt quería seguir al pie de la
letra las órdenes de mi madre.
Nos detuvimos en la parte de las carteleras para poder elegir alguna película que nos interesara,
no había alguna que llamara nuestra atención, a él no le gustaban las de acción, y a mí no me
agradaban las románticas, llegamos a la conclusión, después de unos diez minutos de
suposiciones, que lo mejor sería ver una de terror.
Caminamos hacia la fila, para nuestra suerte, era corta. El chico me empezó a platicar las razones
de sus cicatrices que tenía en sus brazos, contándome la anécdota que algunas fueron durante su
infancia cuando jugaba con sus primos, y las demás por el fuerte entrenamiento que hacía
cuando practicaba para algún juego importante. Matthew era interesante, tenía la facilidad de
hablar de cualquier cosa mientras una mueca o sonrisa era estampada en su hermoso rostro.
Amaba cuando reía y algunas arrugas se formaban a los extremos de sus ojos.
Él detuvo su charla cuando fue nuestro turno en pedir, una chica de tez blanca con cabello negro y ojos azules nos dedicó una sonrisa de lado, por un segundo pude ver a Luke en una versión
femenina. Matthew le dedicó una sonrisa coqueta y sentí un pequeño nudo en el estómago.
«No dramatices», me regañé.
—¡Pushi! ¡Se volvió a atorar la caja! —La chica gritó en un tono aniñado—. ¡Pushi!
¿Pushi? Solté una risita por lo bajo al oír lo gracioso que sonaba el nombre o apodo.
—¡Maldita sea, Jane! ¿Cuántas veces te tengo que decir que no me digas así?
Esto no podía ser real.
Todo tipo de sonrisa, celos o paz en mi interior se esfumó al escuchar esa voz y me sentí decaer
cuando el cuerpo del rubio apareció a través de la misma puerta de aquella vez que vine con Zev y
salió del sitio hecho una furia por no querer cambiarnos los boletos.
—Pushi… —La chica repitió con una sonrisa juguetona—, la caja se atoró.
Luke le dedicó una mirada amenazadora y se acercó a ella sin rechistar, pero algo hizo que
volteara hasta donde yo me encontraba y se detuvo al instante, su boca se entreabrió, y alzó una de
sus cejas, arrastró sus ojos con lentitud a Matt y regresó a mí con el ceño fruncido.
—Lárgate, yo me ocupo —ordenó sin quitar su mirada.
La chica no pronunció nada, pero tampoco obedeció. Me acerqué a la caja y puse mis manos
encima del mostrador.
—Se supone que hoy no trabajas —demandé.
Estaba molesta con él y conmigo misma, al igual que con Matthew, por haber decidido venir al
cine y sobre todo a este habiendo otros en toda la ciudad. ¿Por qué a los Village y no a Luxurs?
Cierto. El dinero.
Promociones. Economía.
—¿Qué dices? Luke siempre trabaja, ya sea aquí o en los otros cines
—La chica, de nombre Jane, intervino poniendo su codo en la barra y mirar al rubio—. ¿No es
así, Pushi?
—¿No te dije que te largaras? —escupió dedicándole una mirada asesina.
—Oh, ya veo… —negó unas cuantas veces haciendo tronar su lengua
—. ¿No le has dicho que tú…?
—¡Mierda, Jane! —vociferó cabreado.
—Bien. —Jane alzó las manos fingiendo inocencia y caminó de espaldas mostrándole una sonrisa
burlona.
Debía conocerlo ya desde hace tiempo para que actuara de tal manera con él, no sabía la relación
que tenían ellos dos, y por muy curiosa que me pusiera, tampoco quería averiguar.
Me sentía incómoda al estar presenciando la escena, no entendía por qué mejor no me daba la
vuelta para regresar a mi casa y gritar lo tanto que odiaba a Luke y todo a mi alrededor. Al menos
sabía algo; no era a la única chica que trataba de tal forma.
—Mmm… —Matthew se hizo notar, dando dos pasos al frente y aclarar su garganta—, queremos
dos entradas.
El rubio miró al chico y rodó los ojos de una forma muy grosera, pero fue más grosero lo que a
continuación dijo:
—Se me olvidaba que estabas aquí.
—¡Luke! —reprendí.
Matt soltó una risita por lo bajo.
—No te preocupes, Has —dijo, abrazándome—. Luke solo es sincero.
—Él sobó mi hombro creando una tensión horrible, la mandíbula del rubio se tensó y bajó su
mirada—. Serán dos boletos para Insidious, la siguiente función.
El chico volvió a alzar su mirada, pero ahora una sonrisa maliciosa acompañaba sus ojos. Esa
mirada la conocía perfectamente.
—Antes no hubo cambio… —Arrastró las palabras en un canto seco y me miró frunciendo los
labios—. Hoy no hay boleto.
Finalizó con la voz dura y firme.
—Eso no… —Matthew intentó intervenir, pero guardó silencio al ver
los movimientos del otro chico.
Luke puso sus manos en la barra ejerciendo fuerza poniéndose de pie sobre esta y llamar la
atención de las pocas personas. Llevó sus manos alrededor de su boca creando un megáfono con
ellas.
—¡Lamento informarles que solo por hoy las funciones no estarán disponibles!
Si mi mandíbula no estuviese sujeta a mi cara, literalmente estaría hasta el suelo. Lo miraba
sorprendida y aturdida, pero sobre todo enojada.
¿Qué ocurría en él? ¿Qué demonios sucedía en su maldita cabeza? No podía arruinar mis planes siempre que él quisiera.
Ya. Suficiente. No podía soportar más, había estado aguantando todas sus estúpidas rabietas, pero
esta vez rebasó el vaso de mi paciencia.
—¿Qué estás haciendo? —Jane apareció alarmada a lado de él—.
¡¿Estás loco?! ¡Te va a matar mi tío!
—Cierra todo —Luke ordenó con la voz neutra dándose la vuelta.
—¡Luke! —llamé, pero no me hizo caso—. ¡Maldita sea, Howland!
¡¿Qué está mal contigo?! ¿¡Qué es lo que te he hecho!?
—Hasley, detente… —Mi acompañante intentó tomarme del brazo.
Falló.
—¡Joder, ven aquí!
—¡Que eres patética! ¡Eso ocurre! —me respondió.
—¿Disculpa? —hablé irónica y eché una risa.
No era la primera vez que me decía así, pero estaba tan molesta que todo en este instante le
agregaba otro gramo de enojo a mis ánimos de querer meterle un puño.
—¡Estás mal, muy mal! ¡Necesito hablar con el dueño! —farfullé enojada.
—¿¡Qué crees!? ¡Estás hablando con el hijo de él! —gritó fuerte que sentí su garganta doler.
No intenté responder, mi voz no salía de lo estupefacción en la que me encontraba. No había sido
su grito lo que me hizo guardar silencio. La frase lo fue. ¿El dueño? ¿Luke era el hijo del dueño
del cine? ¿Cómo es que aquello era cierto? La frase se repitió y no pude armar nada.
Quizás ahora todo tenía sentido.
—¡Mierda! —gruñó y desapareció por la misma puerta de la cual entró.
—Oh, yo lo siento —Jane murmuró, aunque no sentí sincera su disculpa.
Decidí no responderle y salir de aquel lugar lo más rápido que pude olvidando por completo a
Matthew. Una vez que estuve afuera maldije todo lo que pude. Estaba tan exasperada que
necesitaba hundirme en un poco de agua, era tan fulminante como Luke llegaba a ser tan
insoportable, el chico debía tener serios problemas mentales para actuar de tal modo. Un día
podía actuar natural y al otro ser un completo ser despreciable.
El chico era peor que una ruleta.