Hasley
Estaba tratando de controlar mi respiración y no caer en un colapso de desilusión, no tenía que
ponerme así. Matthew me había llamado para cancelar nuestra cita disculpándose porque no
podría venir ya que entre los planes de su madre había una comida familiar. No me enojé, sabía
que no podía ir en contra de su madre, pero no podía negar que me sentía decepcionada.
Tenía el pensamiento de hablarle a Zev para que sustituyera a mi novio, pero sabía que no podría
ser posible porque seguía saliendo casi todos los días con aquella chica que todavía yo no
conocía.
Pasé ambas manos por mi rostro y suspiré pesadamente. Ahora no tenía ni un plan para evitar
aburrirme. La casa estaba sola, mi madre seguía en su oficina de trabajo y llegaba hasta las ocho
de la noche porque siempre tenía que ver los expedientes de sus pacientes para ver sus avances.
Esto era lo malo de ser hija única, no tener a nadie que te haga o le hagas la vida un desastre, pero
aun así no te haga sentir tan sola como el pan de sándwich que nadie quiere.
Caminé hasta la cocina para abrir el refrigerador y ver que podía comer por entretenimiento, me
prepararía algo y me iría a la sala a ver algún programa sin sentido de la televisión. Saqué
mermelada de fresa, cajeta, chispas de chocolates y crema de maní, cerré la puerta del
refrigerador, bajé el pan y tostadas para llevar todo a la mesita de estar,
me senté en posición de loto en el suelo y prendí la tele, con una cuchara comencé a untar crema
de maní en unos de los panes y después mermelada, y hacer eso con todas las mezclas, muchos
dirían que esto era extraño o incluso asqueroso, pero el sabor resultaba extravagante.
Unos golpes suaves en la puerta principal me dieron una pequeña esperanza de que fuera Matt. Me
levanté rápidamente del suelo que ni siquiera me di cuenta de que llevaba en mi mano la cuchara y
el trozo de pan, puse el trozo de pan entre mis labios y abrí la puerta.
Las esperanzas fueron sustituidas por una pequeña sorpresa al ver a Luke parado en frente de mí.
Fruncí mi entrecejo y él elevó unas de sus cejas acompañando su rostro con una sonrisa de lado.
—¿Cocinando, Weigel? —se burló.
Negué con la cabeza e hice un ruido, él rio y con unas de sus manos tomó el pan de entre mis
labios y lo quitó. Con la yema de su dedo pulgar limpió la comisura de mis labios y el ardor se
apoderó de mis mejillas.
Luke miró el pan y frunció sus cejas.
—¿Es maní con mermelada?
—Ahhmm… —Estaba desconcertada por el simple hecho de su acción y de igual manera por
tenerlo aquí. Sacudí todos los pensamientos de mi mente y me obligué a mí misma a volver a la
realidad—. Sí, es una mezcla…
—Rara —interrumpió completando mi frase, asentí y él se encogió de hombros—. Pero es
deliciosa.
—¿Deliciosa?
—Igual me gusta —explicó, sin nada más, le dio una mordida al pan.
—¡Hey! —me quejé—. Era mío.
—Era —recalcó. Le saqué la lengua y sonrió—. Infantil.
—¿Qué haces aquí? Creí que estabas enojado conmigo por lo que pasó en el instituto.
—Tu torpeza es algo que no puedo evitar… —habló desganado—. Fui a la casa de un amigo y
tomé este camino, me acordé de que tu casa quedaba por aquí y decidí tocar la puerta para ver que
sorpresa me traía la vida —explicó diciendo lo último con ironía.
—Se supone que no tienes amigos —ataqué. El chico solo chasqueó y
mordió de nuevo el pan.
Divisé por encima de su hombro que su moto estaba estacionada y comprendí todo. Nadie más
dijo nada y ahí nos veíamos de nuevo en silencio, yo mordiendo el interior de mi mejilla y
solamente el ruido de él masticando. Di un suspiro profundo y hablé:
—¿Vas a pasar?
—En realidad se me ha ocurrido una idea, ¿quieres venir? —sugirió dando la última mordida al
pan.
—¿A dónde? —inquirí.
—Solo ven —insistió dándose la vuelta caminando hacia su moto.
Tuve que pensar rápidamente en qué hacer, pero al final de todo, me veía regresando a la sala para
apagar la televisión, dejar la cuchara, tomar mi celular y salir de la casa.
—Estoy casi en pijama —me quejé.
Luke se dio la vuelta y me miró neutro.
—Te ves bien con cualquier cosa, al menos para mí. —Se encogió de hombros y se montó,
extendiéndome el casco. Mis mejillas tomaron un color carmesí y reprimí una sonrisa cogiéndolo —. Sube, solo intenta no recargarte en mi espalda.
Le hice caso a su indicación un poco dudosa, pasando mis manos por su cadera y sin apoyar mi
rostro en su espalda, todavía sentía algo de inseguridad, no por parte de él, sino de las demás
personas que venían en dirección opuesta.
Iba oscurecer en unos pocos minutos y tenía que avisarle a mi madre si no es que quería otro
castigo. Luke detuvo la moto poco a poco mientras frenaba y aceleraba a propósito.
—¡No hagas eso! —regañé tajante.
—Es divertido sentir como te sujetas a mí aún con más fuerza —Dio una carcajada y le di un
manotazo en su espalda.
Él dio un quejido deteniéndose por completo y sentí sus músculos tensar, entonces mi rostro cayó
con culpabilidad y a la vez entendiendo todo.
—¿Lo hizo de nuevo? —susurré.
Luke no dijo nada, seguía con sus manos en los extremos de la moto,
pero apretando las manijas lo demasiado duro para hacer notar las venas en ellas.
Me sentí mal, al igual que sentí el enojo e impotencia emanar mi cuerpo, detestaba saber que Luke
estaba en un mal momento y yo no podía hacer nada para evitarlo, había cosas que aún no
entendía, pero tenía en claro que su padre no debía golpearlo al grado de lastimar su piel, ¿qué
ocurría por la cabeza de ese hombre?
Me bajé de la moto y me posicioné a un lado de él, su rostro estaba caído mirando hacia el suelo,
puse mi mano sobre su hombro y sus músculos se relajaron. Una lágrima descendió por su mejilla
y mi corazón se rompió.
—Esto no estaba entre mis planes —murmuró.
—¿Qué cosa? —pregunté sin entender.
—Verme así, enterarte que no he tenido una buena semana —acotejó alzando la mirada hacia mí —. Pero prefiero no hablar de eso. —Movió su cabeza y pasó el torso de su mano por sus ojos—.
¿Cómo te ha ido con Jones?
—En realidad no quiero hablar de él —confesé.
—¿Por qué? Ha sido espectacular la forma en que te pidió que fueras su novia —admitió con una
sonrisa de lado—. Me alegra que seas feliz con él, lo digo en serio, al menos no todos son caras
tristes.
No tenía nada que decir ante sus palabras, me sentía incómoda hablar del chico con cabello rojizo
cobre, no podía negar que estaba feliz por ser su novia. Había deseado tanto serlo, pero ahora que
por fin lo era, no se sentía bien, creo que al negarse a verme me hacía sentir más atracción a él.
—No es lo mismo, ¿sabes? Yo también prefiero no hablar de eso. — Me abracé a mí misma y le dediqué una sonrisa torcida apenas elevando la comisura de mis
labios.
Luke se bajó de la moto y se acercó tan solo a unos centímetros de mí, apreciando bien la escena y
el momento, él era casi dos cabezas más alto que yo, siempre lo había sido.
—¿Tan incómodo es el tema? —murmuró con la voz ronca enviando una sensación de electricidad
por todo mi cuerpo—. ¿O lo es el momento?
No podía articular ni una palabra, mis ojos miraban fijamente los
suyos sin parpadear, y no podía hacer otra cosa que respirar y parpadear.
—Luke…
A penas susurré, cuando sus labios tocaron los míos, de nuevo. Sabía que tenía que detenerme,
decirles a mis pies que se alejaran, a mi mente que reaccionara, y que mis labios no se movieran,
pero todo eso se fue al caño cuando el contacto de los dos era uno solo.
Otra vez nos movíamos al compás sintiendo el mundo detenerse y solamente nosotros dos
moverse, tranquilo, pero arrollador, así era este sentimiento que sentía y así era Luke.
Él se detuvo y alejó su rostro unos centímetros de mí, lamió su arito mirándome y elevó una de sus
manos a mi mejilla para acariciarla con la yema de su pulgar.
—Hasley —pronunció lento y suave—. Nos estamos destruyendo de la forma más hermosa y bella
que hay, ¿te das cuenta?
—Creo… —susurré todavía tratando de asimilar lo que había dicho.
—Estamos creando nuestro propio boulevard, solo que este tendrá un final para uno de nosotros, y
déjame decirte que no me arrepentiré.
Y volvió a unir nuestros labios, creando una perfecta tormenta con dudas, preguntas y sin
respuestas en mi cabeza.