Boulevard

Capítulo 26

Hasley 
—¡Weigel, corre! 
Pasando a mi lado, Luke gritó aquello. Le di una mirada confundida, dejándole en claro que no 
entendía a qué venía eso, pero él en lugar de detenerse, solo volvió a gritar entre risas. 
—¡He tocado el timbre de una casa! 
Oh, maldito. 
—¡Estás loco, Howland! —reproché mientras comenzaba a correr lejos de allí. 
Eso había sido tan infantil, sin embargo, era chistoso en algún ámbito, oír a Luke riendo hizo que 
yo lo hiciera de igual manera. Él, al ver que mi velocidad disminuía, tomó mi mano haciendo que obligara a mis piernas a ir más rápido, sentía como mis músculos empezaban a arder y tirarme al 
suelo era una de mis ideas principales. 
Habíamos decidido ir al callejón, aunque el cielo comenzó a teñirse de un gris triste que 
preferimos ir a casa, fue tan estúpido el tan solo decidir venirnos caminando hasta mi casa, ya 
que, esta estaba lo demasiado lejos, Luke venía haciendo bromas y fumando uno que otro 
cigarrillo. 
—No vuelvas a hacer eso —reprendí al rubio una vez que comenzamos a caminar con paso 
normal. 
—Dios, Weigel, fue divertido —chasqueó con una sonrisa lobuna. 
Le lancé una mirada diciéndole que no lo fue y él alzó las manos en 
forma de inocencia. Empecé a caminar por la orilla de la baqueta de concreto mientras extendía 
los brazos, mi equilibrio no era para nada bueno, pero hacía el más grande de mis intentos, 
escuché como Luke rio. 
—Recuerdo que eso hacíamos mi hermano Zach y yo —susurró a mis espaldas. Me detuve, 
girando sobre mis talones lo miré—. Mamá solía decirnos que nos caeríamos y podría haber un 
accidente con los automóviles, siempre ha sido muy paranoica. 
Me sentí mal en ese momento por haberle recordado aquellos acontecimientos de su vida, su cara 
tenía una sonrisa, una melancólica, miraba hacia el fondo de la calle. Succioné mi labio inferior 
hacia adentro y traté de que sus ojos y los míos se encontraran. 
—No quise recordártelo —murmuré apenada. 
—No tienes que preocuparte, casi ya no duele como antes, he aprendido a sobrellevar las cosas —confesó y prosiguió—. Lo he hecho gracias a ti, contigo las cosas duelen menos, pero no cuando 
vienen de ti, si entiendes, ¿verdad? 
Mordí mis labios y bajé la mirada comenzando a sentir el ardor en mis mejillas. Me estaba 
sonrojando por dos cosas, una de ellas era por su confesión y la otra era porque sabía a qué se 
refería con lo último. 
Sentí las frías yemas de Luke rozar con la piel de mi barbilla, al instante que alzó mi cabeza me 
sonrió, el hoyuelo en su mejilla se dignó a aparecer y no pude evitar devolverle la sonrisa. 
—Todo está bien, ¿de acuerdo? —pronunció. 
Asintiendo lo rodeé con mis brazos mientras ocultaba mi cabeza en su pecho, pero tan pronto, ya 
nos veíamos corriendo de nuevo, la lluvia estaba empapándonos por completo, ambos nos 
enfermaríamos. Estaba lloviendo en invierno y el fresco clima no era bueno en estos momentos. 
De repente, el chico se detuvo y comenzó a palpar sus bolsillos.

—¿Qué ocurre? —pregunté al ver su acción. 
—¡Mierda, mierda, mierda! —maldijo varias veces—. ¡Mi cajetilla se ha mojado! 
—¡Luke! —farfullé—. ¡Podrás comprarte otra! 
—¡Pero ahí van más de diez cigarrillos sin encender! —se quejó—. 
¡No son gratis, Weigel! 
—¿Quieres apurarte? —mofé irritada—. ¡Hay frío! 
Luke gruñó, y a cascarrabias continúo corriendo. Al llegar a mi casa entramos rápidamente, Luke 
se apoyó contra la pared y se dejó caer al suelo tiritando del frío, no lo culpaba, yo estaba igual o 
quizá peor. 
—Voy por unas toallas —avisé y subí rápidamente a mi habitación. 
Tomé dos de mi closet, al girarme de nuevo hacia abajo di un pequeño brinco al ver que Luke se 
encontraba en el umbral de mi puerta enredado con una cobija, mordía su labio, en la parte donde 
yacía aquel arito plateado de metal. Ya era costumbre por parte de él. 
—¿Dónde la conseguiste? —inquirí apuntando aquella tela de color roja de algodón. 
—Estaba en el sillón. —Se encogió de hombros y se adentró a mi habitación para sentarse en la 
orilla de mi cama. 
—Mi madre me va a matar —jadeé y él esbozó una sonrisa. Rodeé los ojos y le tendí la toalla, él 
la tomó y se quedó quieto en su lugar sin tratar de secarse—. ¿Pasa algo? 
—No —murmuró—. Oh bueno, sí, pero… no quiero que te pongas dramática, ni mucho menos 
sientas lastima por mí, ¿bien? 
—Bien —afirmé extrañada por su actitud. 
Luke dio un suspiro profundo y a continuación se quitó la playera, donde pude ver de nuevo el 
tatuaje que acompañaba a la ruleta, sin entender aún, le dediqué un entrecejo fruncido, él puso su 
dedo índice sobre sus labios indicando que guardara silencio y seguido; se dio la vuelta. Entonces 
comprendí. De nuevo tenía algunos golpes en su espalda. 
Llevé unas de mis manos a mi boca y reprimí un jadeo. Aún no entendía porque su padre le hacía 
eso, o siquiera como podía seguir mirándolo a los ojos. ¿Cómo podría llamarse padre haciéndole 
eso? 
Di pequeños pasos hasta acercarme a Luke y analicé cada moretón que había allí, se podían ver 
con mucha claridad, el color morado con verde resaltaba fácilmente ante su pálida piel. 
—¿Duelen? —pregunté a Luke mientras ceñía con mi dedo índice una de las marcas que había.

Lo tenía a mí al frente con el torso completamente desnudo, y sé que en otras circunstancias estaría 
nerviosa, aunque esta vez era diferente. 
Quería interrogarle por aquellos golpes en su piel, sabía quién era el causante de cada uno, pero 
quería saber el porqué de ellos. 
—No tanto —confesó observándome por encima de su hombro. 
—¿Seguro? —pregunté insistente, sin embargo, Luke se dio la vuelta conectando su mirada azul 
con la mía y asintió con el semblante vacío. 
Di un suspiro pesado, dándole a entender que no le creía, pero también que no insistiría. Había 
descubierto que Luke tenía el mal hábito de mentir para no verse débil frente a mí. A pesar de que 
ya tuviéramos una buena relación, y nos entendiésemos bien, no daba su brazo a torcer con su 
carácter de macho alfa. 
—Deberías irte a bañar —sugerí cambiando de tema, ya que el ambiente se había puesto 
incómodo y el silencio había reinado. 
—Weigel, ¿tratas de decirme que huelo mal? —dijo fingiendo estar ofendido mientras alzaba unas 
de sus cejas. 
—¡No! —chillé negando unas cuantas veces—. Solo que tienes aún agua de lluvia y te puedes 
enfermar, yo igual lo haré. 
Él me regaló una sonrisa y después con su pulgar acarició mi mejilla provocando que mis ojos se 
cierren por inercia. 
El tacto de Luke era el roce más cálido que había podido sentir, tal vez era porque venía siendo de 
él, la sensación más maravillosa que mis entrañas podían sentir cada vez que enviaba aquellos 
toques de electricidad o pequeñas vibras por todo mi cuerpo, su piel contra mi piel se había hecho 
algo tan necesitado, y no de aquella forma con perversidad, sino, de aquella sana y tierna, aquel 
roce que no se puede describir de tan perfecto que es, Luke Howland me hacía sentir así. 
Sentí como sus labios tocaron mi frente, estaban secos y fríos, aunque se sentían igual de bien, con 
él todo se sentía bien. Poco a poco abrí mis ojos dejándome ver aquella poca barba sobre su 
mandíbula picaba sobre mi nariz causando que la arrugara y gruñera. 
—Me haces cosquillas —balbuceé. Luke se alejó unos cuantos centímetros de mí y rio—. 
¿Quieres algo de comer? —ofrecí, él volvió a asentir, viéndose como un niño pequeño. 
—¿Dónde está el baño? —preguntó viendo por toda la habitación. 
—Es esa puerta de color crema —mencioné obvia apuntándole. El 
chico solo alzó sus manos en forma de inocencia—. Iré al baño de mi madre. 
Me dirigí a la puerta para salir de la habitación, cuando estuve a punto de abrirla, Luke haló de mi brazo haciendo que girara sobre mí mismo eje y, sin previo aviso, pegó sus labios a los míos. No 
me importó nada, rápidamente puse mis manos en su cabello, enterrando mis dedos entre ellos y 
jalándolos, él pasó unas de sus manos por mi cintura y la otra se posicionó en mi mejilla haciendo 
de este beso más profundo, y joder… ¡Se sentía magnífico! 
Mi espalda tocó la pared y la mano de Luke bajó hasta mi pierna haciendo presión. Supe que tenía 
que detenerlo, aunque no fue necesario porque él lo hizo. 
—Gracias —susurró. 
—No hay de qué —respondí de igual manera. 
—Ahora bajo —avisó dándose la vuelta y caminar hasta el baño. 
Me quedé viendo su espalda, no me agradaba la idea de que su padre abusara de él en aquel 
aspecto, detestaba a ese hombre sin siquiera conocerlo. 
?? 
Ser buena en la cocina no era algo en lo que fuera, Luke miraba el platillo que tenía enfrente de 
una forma extraña con la cabeza ladeada. 
—¿Sopa instantánea? —preguntó ahora echando su cabeza hacia mí y con el ceño fruncido. 
—Es lo que me hago cuando tengo frío —defendí. 
—Estas clemente, Weigel. 
—¡Solo come! —chille golpeándolo levemente con una almohada y él rio. 
Agarró la cuchara y comenzó a comer, solté una risa al ver como una mueca se formó en su cara. 
—¡Diablos! ¡Me quemé la lengua! 
Luke Howland, eres un idiota. 
El ojiazul me dio una mirada fulminante y se tocó la lengua. La vista 
que tenía de él me gustaba, su perfil era demasiado lindo, ¿acaso todo en él era perfecto? Porque 
para mí lo era. 
Su cabello rubio aún seguía mojado, haciéndolo lucir de alguna manera más atractivo de lo 
normal, pequeñas gotas rebeldes resbalan por la parte de sus sienes. Él pasó unas de sus manos 
por su cabello, causando que me salpicara, ante el impacto solo pude cerrar los ojos y soltar un 
jadeo en forma de quejido. 
—Eso es por no decirme que estaba caliente —Luke gruñó—. Se me entumió la lengua. 
Comencé a dar estruendosas carcajadas ante lo dicho, esto era divertido, su rostro era como el de un niño pequeño cuando está indignado y no quiere que lo toques, él frunció sus labios y blanqueó 
los ojos para mirar hacia otro lado. 
—Era obvio que estaba caliente —apenas pude articular. 
—Cállate, Weigel. 
Cubrí mi boca para intentar detener las carcajadas, pero era inevitable, mucho menos cuando su 
rostro era de alguna forma graciosa ante mí, él volvió su mirada y negó unas cuantas veces. En un 
segundo, ya estaba en el suelo con Luke encima de mí haciéndome cosquillas. 
—¡Detente! —exclamé intentando alejarlo. 
Me estaba quedando sin aire, hasta que Luke por fin se detuvo, y esta vez, yo quedando encima de 
él, nuestras respiraciones eran demasiado rápidas. Mi oído estaba apoyado sobre su pecho, 
oyendo claramente como su corazón latía con frenética. 
Era impresionante como en ese corto tiempo podía olvidar todo lo que había pasado hace unos 
días atrás, como con Luke nada importaba, solamente éramos él y yo, y tal vez, solo tal vez, 
siempre fue así. Solo los dos. Me hacía sentir bien, siempre me sentía así con él, a su lado. Era 
como mi protección, mi seguridad y mi paz. 
Todo estaba en silencio, solo se oía el sonido de la lluvia que comenzaba a caer. Escuchaba aún 
sus latidos, si nada más, y no era un ambiente incómodo, era un silencio en donde no tienes que 
decir nada, porque simplemente es reconfortante, es nítido, aquel tipo de silencio que puede decir 
más cosas que uno mismo con palabras, de esos por los cuales 
aparecen para que los sentimientos fluyan. Aunque en un momento tenía que ser roto, y fue por 
Luke. 
—Weigel. —Su voz sonó tan ronca y su pecho vibró sintiéndolo en mi mejilla. 
Alce mí mirada azul hacia la suya, esos ojos eléctricos me miraban serios, pero a la vez tan 
penetrante, estaban completamente brillosos. Este era Luke. Mi Luke. 
—¿Sí? —pronuncié en un murmullo. 
Hubo tan solo unos segundos de silencio hasta que su boca se abrió, soltando en un suspiro las 
palabras perfectas: 
—Te amo. 
Y juro que en ese momento mi corazón se detuvo para después comenzar a palpitar con rapidez 
rítmica. Jamás me imaginé que Luke diría aquello, no así, no en un momento como este. 
Probablemente quisieras oír ese te amo en el instante perfecto, pero… allí me di cuenta de algo, y 
es que solo era especial si la persona de quien viniese lo era. 
—Yo también te amo, Luke.



#5063 en Novela romántica

En el texto hay: desamor, amor

Editado: 05.01.2024

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