Hasley
Los dedos de Luke rozaban mi mano, haciendo de aquel intencional, cortando la pequeña brecha
entre ellas, las entrelazó. En su otra mano llevaba un cigarrillo, dando pausadas caladas para
expulsar después el humo. No me gustaba el olor, pero cuando el humo se combinaba con su
perfume me resultaba de alguna forma maravillosa.
—Pareces chimenea —comenté meciendo nuestras manos.
—Y te encanta —sonrió de lado.
—Narcisista —ataqué.
—Lenta. —Se acercó hasta mí oreja y la atrapó entre sus dientes causando que diera un gélido
gruñido.
—No hagas eso, me da cosquillas —reprendí, pero él no me hizo caso
—. ¡Luke!
Se alejó de mí y por un instante creí que se daba por vencido, pero me equivoqué, aún con
nuestras manos entrelazadas, me jaló hasta su cuerpo, con su otro brazo me abrazó enterrando mi
cabeza en su pecho, sentí el frío metal de su arito hacer contacto con la piel trasera de mi oreja y
dejó un pequeño beso allí. Hacía cosquillas y enviaba pequeñas sensaciones a través de todo mi
cuerpo, estaba erizando mi piel, dio una pequeña risa y mordió mi lóbulo.
—Ya detente —jadee, pero él seguía sin obedecer—. Pushi…
Al instante que dije aquello, se separó de mí, me miró con el ceño
fruncido y torció los labios.
—Ni se te ocurra —advirtió—. Suficiente tengo con la perra de mi prima llamando y enviándome
mensajes las veinticuatro horas diciéndome así para que lo hagas tú también.
—Pushi suena a nombre de gato —confesé—. ¿Por qué te dice así?
—Es una larga historia —gruñó.
Se quedó en silencio durante unos segundos para después soltar una carcajada.
—¿Qué es divertido?
—Jane lo es —respondió—. Siendo honesto, he pasado gran parte de mi infancia junto a ella, es
mi única prima y la quiero a pesar de todo —
admitió alejándose de mí—. Puede ser muy cínica y dura, pero es una gran chica, quizá juega con los sentimientos de los chicos, aunque tiene sus razones, es por eso dejo que haga de su vida una
mierda. Sin embargo, la defiendo de cualquier cabrón.
Antes de que pudiese pensarlo dos veces, la pregunta salió de mi boca.
—¿Es por eso que nunca le dijiste a Zev que lo engañaba?
Mierda.
Quise meterme ahí mismo una cachetada por estúpida. Luke me miró aturdido y movió sus labios
de un lado a otro, pensando en mi cuestionamiento, hizo lo mismo los últimos diez segundos y
habló:
—Con que ya lo sabes… vaya.
—No como yo esperaba, pero sí, lo sé.
—Pues sí, preferí no decirle a Zev porque Jane me lo suplicó. —Dio un suspiro—. Ella siempre
me ha ayudado en lo que puede, por eso me vi con la obligación de callarme.
—Entiendo…
—No, no entiendes, amor.
—¿Por qué lo dices?
—Porque los sentimientos que se sienten en cada tipo de relación son diferentes, y los míos con
Jane no se comparan al de nosotros. Este último es más fuerte.
Sonreí.
Luke tomó una última calada para tirar la colilla al suelo y aplastarla,
seguido, palpó sus bolsillos y sacó una pequeña bolsa. Supe que era al ver el polvo blanco dentro
de ella.
—Si sigues así, te matará —sentencié.
No mencionó nada, solo me regaló una curvatura de labios. Se burlaba.
Le di una mirada fulminante y bufé volcando los ojos. No entendía por qué Luke quería eso. De
hecho, en ocasiones, no entendía nada de lo que viniese de él. Si de algo no me equivoqué, es que
la palabra incógnito lo definía demasiado bien.
—De acuerdo pero, ¿mínimo puedes evitar hacerlo en frente de mí?
Tenía razón. Podía hacerlo, pero no lo haría porque ambos sabíamos que él no querría que yo me
fuese.
—Yo no te estoy reteniendo, te puedes marchar —agregó jocoso.
Luke se sentó sobre la acera de aquella calle vacía donde se podía sentir el ligero viento. Me
percaté que cogió sus llaves, tomando el amuleto en forma de periquito con su cola plana para
coger un poco y esnifar. La regresó a su bolsillo. Relamí mis labios y tragándome todo el orgullo
me senté a su lado.
—He oído de ti últimamente por los pasillos del instituto —mencionó para romper el silencio y
con un toque irónico finalizó—. Eso es nuevo.
—¿Sobre mí? —pregunté, extrañada, volteando a verlo.
—Seh —chasqueó sacando de su pantalón una cajetilla y cogió un cigarro.
Al parecer Luke consumía de todo, no le importaba en dónde y cuándo, solo lo hacía como si de
un dulce se tratase.
El tabaco no me extrañaba. Ante los ojos de la sociedad eso era algo común, lo cual solía ser
triste, sin embargo, el que quisiera consumir todo al mismo tiempo aun así fuese un día al mes, era
mucha carga para su débil cuerpo.
—Así que le has dado un buen golpe en la cara a Matthew. —Me miró esbozando sonrisa.
—Algo así —musité apenada—. Dicen que se ve más atractivo con él.
—Quizá —confesó y fruncí la cara.
—¿Debería sentirme mal?
—No. —Me sonrió de lado—. Pero al menos ya entiendo porque tu
nombre resonaba por todos los pasillos nuevamente.
—Creen que soy patética —reí sin ganas.
—¿Sabes? —Él me miró—. Deja que se reían de lo patética que creen que eres, al final de
cuentas todos terminamos igual. —Dio una calada a su cigarro y dejó escapar el humo—. En un
boulevard de los sueños rotos.
Nuestros ojos se quedaron fijos durante varios segundos, para después mirar hacia al frente y él
volver a dar una calada, inflé mi mejilla izquierda y comencé a dar pequeños golpes a mi rodilla
con la yema de mi dedo índice. Aún no entendía sobre el significado de su frase.
Luke
—¿Qué piensas hacer? —André indagó.
—Explotar tu gran trasero —respondí.
—Quiero conservar mi trasero sino te importa —dijo divertido.
—¿Tienes un encendedor? —pregunté mirándolo—. El mío se ha ido a la mierda.
—¿Para explotar mi trasero? —Arqueó una de sus pobladas cejas.
—No seas imbécil —farfullé.
Él dio una estruendosa carcajada y buscó en su bolsillo trasero de su pantalón.
—Una cita con fuegos pirotécnicos —mencionó estirando su brazo con el encendedor en sus
manos, lo tomé sin quitar mis ojos de los suyos—.
Eso es raro, Luke, ¿a dónde irán?
—Hablas mucho, André —reproché pasando mis manos por el rostro
—. La voy a llevar a las afuera de la ciudad, sino regreso en veinticuatro horas es porque estoy en
la cárcel.
—Prometo sacarte. —Alzó una de sus manos y reí negando.
—Bien, entonces me voy —avisé poniéndome la cazadora y el casco.
André alzó su pulgar sonriente y me subí a la motocicleta, le di una última mirada al chico y
aceleré para dirigirme a la casa de Weigel. El aire daba directamente a mi rostro, debería
ponerme el casco, pero lo
detestaba, era demasiado incómodo conducir con él puesto.
Las cosas con mi padre se habían vuelto un poco menos tensas y más cómodas, los insultos en la
casa cesaban, pero me seguían obligando a ir a mis citas de psicología. Blodie hacía las cosas
bien, el hecho de que me gustase consumir marihuana se trataba de mí y no lo demás. Dependencia
quizás. Es por eso que palabras llenas de sentimientos no harías que yo cambiase de opinión tan
fácilmente.
Es difícil dejar algo cuando ya estás acostumbrado a ello.
Pensaba en que a veces las cosas dan un giro de una manera tan inesperada, que ya te encuentras
en el borde de tu vida, es el momento exacto en donde te encuentras pensando en ti, pero ese no
era mi caso, en el borde de la mía, me encontraba pensando en Weigel.
Esfumé todo tipo de pensamientos cuando detuve la moto en frente de la casa de la chica, me quité
el caso y guardé bien la cajetilla que se asomaba en la parte superior de mi bolsillo comenzando a
caminar hasta la puerta, con mis nudillos di unos cuantos golpes suaves, la puerta se abrió
revelando a una mujer con los mismos ojos de la chica, ella me sonrió.
—Señora Bonnie —pronuncié con la comisura de mis labios un poco elevados.