A lo largo de los últimos siglos a. C. y algunos siglos después también, aparecieron gran cantidad de “autoproclamados” mesías, todos ellos de la corriente del judaísmo mesiánico, todos ellos tuvieron mayor o menor repercusión y, como sabemos, todos ellos fracasaron, ninguno tuvo éxito. Al fracasar un “mesías” en su intento de expulsar al imperio invasor de la tierra prometida, ahora en manos del imperio romano, los israelitas entendían o interpretaban que era un falso mesías ya que el verdadero mesías debía tener el favor de Yahvé y nadie guiado por Yahvé podía fracasar.
Uno de los más conocidos fue Judas de Galilea, quien formó un ejército de unos seis mil hombres y se reveló contra el imperio romano unos pocos años antes de cristo, (los registros no son claros, algunos historiadores ubican esta rebelión hacia el 30 a. C. pero muchos otros creen que fue en una fecha más tardía, incluso contemporánea al nacimiento de Cristo que, según la cronología de Ussher está fechada en el año 4 a. C.). El fracaso de judas de Galilea fue sangriento, la mayoría de sus hombres murieron en batalla y el resto fueron ejecutados con la crucifixión.
Hay un libro muy interesante que plantea la hipótesis de que Jesús de Nazaret era el hijo de Judas de Galilea; “Jesús o el secreto mortal de los templarios” de Robert Amberlain plantea una hipótesis algo descabellada sin embargo resulta una lectura muy interesante para conocer la forma de vida y las costumbres de esa cultura, en esa época.
Yo no tengo claro el porqué, pero Jesús de Nazaret fue un judío apocalíptico. Tal vez creció en el seno de una familia apocalíptica o quizás las noticias sobre el destino de Judas de Galilea y el resto de los mesías mesiánicos lo empujaron a tomar esa postura. En su libro “Cristianismos perdidos, los credos proscritos del nuevo testamento” Bart Ehrman nos cuenta: “Jesús y sus primeros seguidores eran apocalipticistas judíos que esperaban la inminente intervención de Dios para derrocar a las fuerzas del mal. En este sentido, eran parecidos a muchos otros judíos del siglo I, entre otros, a los que escribieron los rollos del mar muerto. Jesús parece haber creído que Dios pronto enviaría al Hijo del hombre desde el cielo para juzgar a todos los que se habían puesto en su contra, en esto también coincidía con otros profetas apocalípticos de su época. Sin embargo, tras la muerte de Jesús, sus seguidores empezaron a pensar que era Jesús mismo quien pronto regresaría del cielo sobre las nubes como juez cósmico de los pueblos de la tierra. El apóstol Pablo, el primer autor cristiano del que tenemos noticias, creía que Jesús regresaría durante su propia vida, (Véase 1 Tesalonicenses 4:14-18 y Corintios 15:51-52).”
En realidad sabemos poco de los eventos acontecidos en esos tiempos, las únicas fuentes disponibles sobre la vida y obra de Jesús son los evangelios, canónicos y apócrifos, y ninguno de ellos es contemporáneo a los hechos. Esto queda muy claro al leer el libro “Jesús no dijo eso" también de Bart Ehrman que explica la tarea titánica desarrollada por la crítica textual neotestamentaria y sus resultados. Lo que si queda claro, pese a que muchos historiadores niegan la existencia del Jesús histórico, es que todas las evidencias parecen indicar que Jesús fue un personaje histórico alrededor de cuya vida se tejió toda una mitología que incluye milagros, profecías y demás. Otro libro de Bart Ehrman, “Jesús existió” resulta ser una lectura indispensable para conocer al Jesús histórico.
Volviendo a la historia, el problema era que los judíos apocalípticos eran una minoría, la mayoría de los judíos eran mesiánicos y esperaban a ese líder político y militar que venciera, en esos tiempos, al imperio romano y restaurara el imperio de Israel. Recordemos que Jesús era judío, sus discípulos eran judíos, sus apóstoles eran judíos y su prédica era dirigida solo a los judíos. Al crecer su ministerio generó gran descontento en las más altas esferas judías que no esperaban el fin de los tiempos, ellos esperaban la restauración del imperio de Israel prometido por Dios (según las sagradas escrituras, o mejor dicho, según su interpretación de las sagradas escrituras), lo que llevó a Jesús a su trágico final, final que todos conocemos y no tiene sentido describir en este trabajo.