Él la mira, desde lejos.
Llevan toda la tarde mirándose, cada uno desde un lado del salón. Sin embargo, ninguno dice una palabra. Se quedan cada uno en su lugar, en silencio o charlando con otras personas.
¿Qué significan las miradas? ¿Qué significa aquella comunicación silenciosa?
Por un rato, la pierde de vista, hasta que sale al patio, a tomar aire, y la vuelve a encontrar.
Está sentada en un rincón, y envuelve sus piernas con sus brazos. Parece triste, tan diferente a la chica de mirada intensa y sonrisa gigante que era un rato antes en el aula.
Duda.
¿Debe acercarse y preguntarle qué le pasa? ¿Acaso tiene derecho a hacer esa pregunta?
Mientras medita sobre ello, la joven repara en su presencia.
No hace nada, no se mueve, y ya no le sostiene la mirada.
Suspira, decide acercarse.
Se sienta cerca, pero las palabras no le salen.
—Hola —Empieza. Ella hace un gesto con la cabeza, dándole a ent ender que le ha escuchado. —Te he visto desde lejos y quería saber si estás bien, te ves bastante más apagada que hace un rato...
Ella suspira, todavía sin decir nada. Lo mira a los ojos, al tiempo que una lágrima cae por su mejilla derecha.
—La gente que no sabe lo que quiere me lastima —suelta, se levanta y se va.
Él la ve irse. Esa chica es extraña.
La tarde pasa y ella sonríe como si fuera el día más feliz de su vida. No puede dejar de mirarla, buscando aquellos instantes en los que la máscara cae y ella demuestra lo mal que está en verdad.
¿Por qué no dice nada?
Para el final del día, logra entender: no todos saben pedir ayuda, y no todos saben recibirla. Algunos tenemos dificultades para comunicarnos.