¿Alguna vez encontraste un lugar en el mundo donde sientes paz, sin importar lo que estés haciendo? ¿Un lugar que, sin importar la estación o la compañía, logra hacer que te relajes? ¿Alguna vez sentiste que un lugar podía... Cambiarte?
Pues él encontró un lugar así. Al llegar aquél domingo a almorzar con aquella familia amiga, sintió cómo toda la tensión desaparecía de su cuerpo en segundos, como si su cuerpo fuera una habitación repleta de agua y de pronto hubiesen abierto la puerta, drenando el lugar en instantes.
La comida fue relajada, entre risas y anécdotas. El viento soplaba leve y cálido, despeinando a los comensales y trayendo consigo aromas agradables.
Todo parecía estar dispuesto para olvidarse el mundo.
Todo parecía hecho a medida de aquél hombre y su paz.
A medida de la tranquilidad.