Me encontraba en un lugar desconocido para mí, pero podía oír a las personas gritando, el llanto de un bebe, el humo sentía el fuego cerca de mi lo raro era que no me quemaba, alguien llamaba la voz de una mujer diciendo mi nombre -Aysel, Aysel- la voz se fue haciendo más clara todavía y hasta sentía un aire familiar.
- ¡Aysel Carter, levántate en este instante o llegaras tarde! - y ya entendí de donde venia lo familiar mi madre me gritaba desde el otro lado de mi habitación, me levanté y comencé mi día.
El frio en la mañana me parecía realmente perfecto, Cotton iba a mi lado y había veces que parecía que tratara de protegerme cuando cruzábamos una calle, o cuando alguien raro se me acercaba; al pasar junto a la tienda gótica apresure el paso aquella tienda me hacía ver cosas muy raras como sangre y lunas de color azul y teñidas de color rojo sangre, caos y un sinfín de desastres. Una corriente eléctrica recorrió mi columna vertebral, alejé esos pensamientos de mi mente y seguí mi camino, sin darme cuenta había llegado a mi nuevo colegio, había adolescentes juntos a sus carros riendo o solo conviviendo.
Me agache para despedirme de mi gato, siempre me parecería un gato único, por muy común que el pensamiento fuera.
-Nos vemos en casa Cotton- acaricie las orejas al felino quien ronroneo me levante. Adentro estaba pintado de blanco, con casilleros rojos y grises iban intercalados como un patrón, pósteres que decían "vamos Lobos de Midtown" y en el centro había un lobo gris; y otros que hablaban de inscripciones a clubes de teatro, ajedrez, carpintería entre otros.
Me dirigí a la recepción donde estaba atendiendo una mujer como de 35 años, usaba lentes redondos, pero le iban con su estilo su cabello rubio lo llevaba en una cola alta que resaltaba sus ojos mieles con rayos dorados, tenía una amplia sonrisa.
-Hola, ¿Qué tal? bienvenida al colegio de Midtown, dime lo que necesitas y te lo traeré enseguida- su voz era dulce, era lo opuesto a la de la mujer de la tienda gótica. Debía dejar de pensar en esa horrible mujer y aparte el pensamiento inmediatamente.
-Vengo por mis llaves del casillero y mi horario- sus ojos mieles parecían registrarme.
-Claro, necesito tu nombre, apellido y edad- la mujer comenzó a revisar su computadora .
-Aysel Carter, 16 años- la mujer me pidió que esperara un poco se levantó de su silla y se adentró a la secretaria.
-Hola, sabes donde esta Margaret- mire a la persona que me hablaba era un chico como de mi edad, media como 1.90, con acento francés, su cabello marrón al igual que sus ojos, tenía cuerpo atlético... era guapo.
-Pero, que dices Aysel- mi voz interna me hizo recapacitar sobre lo que estaba pensando.
- ¿Quién es Margaret? – el chico me miro extrañado por mi pregunta.
-Pues la secretaria, la rubia- dijo como si fuera lo más obvio del mundo.
-Pues si no sabes, soy nueva y la verdad me tiene sin cuidado el nombre de ella- mi tono de voz era neutro, pero con algo de molestia, el chico asintió con la cabeza y desvió su mirada.
-Aysel Carter, tus llaves y horario ¡disfruta tu primer día! – Margaret me dio mis cosas.
Dirigió su mirada al chico y le hizo un ademan de que esperara, Al retirarme de ahí, alcance a oír que ella pronuncio un nombre que creo que era Louis o Liam, si creo que era Liam, me dirigí a mi casillero tome los libros necesarios y me fije en mi horario. ¡Algebra! Y quien demonios se le ocurre poner algebra un lunes por la mañana tomé aire y me dirigí al salón. Me senté en un puesto a lado de la ventana el cielo estaba nublado el campo de futbol se veía limpio y hermoso el césped verde, pintado con franjas blancas para dividir el campo saqué una hoja de papel y comencé a trazar, a borrar y sombrear sin saber qué hacía, no sé en qué momento fue que el profesor había llegado.
Era un hombre de 40 años sus ojos cafés tenían ese entusiasmo que nunca se lo había visto a ningún otro profesor antes, su cabello azabache lo tenía bien cuidado me recordaba al de Andrew y con su barba bien cortada.
-Por favor preséntese- su voz era gruesa como la de cualquier hombre maduro solo que, con un toque amigable, asentí y todos me voltearon a ver.
-Soy Aysel Carter y soy de Portland...creo-dije la última palabra casi en un susurro.
- ¿Cómo dijo señorita Carter? - el profesor me miraba dudoso y con curiosidad.
-nada, no dije nada- el profesor no parecía convencido, pero aun así siguió con la clase cosa que agradecí de no haberme hecho más preguntas.
El día había continuado normal nada fuera de lo usual, iba caminando hacia mi casillero cuando alguien se cruzó en mi camino.
-Pero que cara...- mire al chico con quien me había tropezado era el mismo de la secretaria- tú- dije con amargura el chico me ayudo a levantar mis cosas, aunque trate de hacerlo lo más rápido posible.
-Lo siento Aysel ¿no? – asentí.
-Si, Louis- me miro extrañado y luego sonrió.
-En realidad soy Liam mucho gusto- me tendió su mano y al ver que no la tomaba la bajo.
-Si losé- dije empezando a caminar a mi casillero.
-Si lo sabes porque me llamaste, Louis- metí mis libros a mi casillero y me encogí de hombro, cerré el casillero y me fui hasta la salida, Liam venía a mi lado y eso me estaba empezando a irritar.
- Mira, Louis no fue un gusto conocerte y ahora me voy así que adiós, hasta nunca- me volteé y seguí caminando.
-Eso no será posible vamos al mismo curso y al mismo colegio- me grito.
-No me lo recuerdes- le volví a gritar, pude visualizar a mi amigo el felino una sonrisa se me dibujo en la cara el gato camino con elegancia hacia mi ronroneo me agache para acariciarle las orejas
- ¿me extrañaste? - Cotton maulló me levante y nos dirigimos a la casa.
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Editado: 23.09.2021