CAPÍTULO 2: UN GOLPE DE SUERTE.
Confundido, mirando en todas direcciones intentaba comprender en qué momento llegó hasta donde estaba.
Pero, las personas de la calle seguían con normalidad, como si no lo hubieran visto llegar. Además, ya no tenía hambre, de alguna manera se sentía que había digerido bastante comida
Y al mismo tiempo, notaba que su sangre fluía velozmente por sus venas. Decidió volver a casa de Jaime para explicar lo sucedido. Y al volver tras sus misteriosos pasos, no recordaba que hubiera caminado por ahí.
-Ha sido solo en un segundo. -Pensaba inquieto Fran. -Si hubiera perdido el conocimiento me hubiera caído al suelo, ¿no? Alguien tendría que haberme avisado, seguro.
Pero, al avanzar seguía sin ubicarse.
-Tanto no he podido avanzar. Maldita sea, si solo ha sido un segundo, a saber cuánto he andado. -Pensó angustiado.
Sin embargo, recordó que lo último que hizo fue correr con todas sus fuerzas. Sin perder tiempo, se preparó para hacerlo, y las personas que pasaban al lado suya ni se inmutaban por sus acciones. Esto fue algo que le sorprendió, pero continuó con su objetivo.
Empezó a correr con la intención de que le volviera a pasar lo mismo, pero al dar varias zancadas todo seguía igual.
No se cansó, pero no pudo repetir lo que había pasado. Pero, ya pudo averiguar dónde estaba al situarse exactamente delante de su propia casa.
Extraño, anormal, sobrenatural era lo que pensaba que le ocurría.
-Iba a mi casa y me la he saltado. Tengo que estar loco. Jaime no me va a creer ni lo más mínimo. -Terminó imaginando.
Decidió entrar en su hogar y tranquilizarse. Dentro del edificio, iba a las escaleras, y al levantar el pie para subir el primer escalón, en una fracción de segundo llegó hasta arriba del todo. Y se detuvo casi chocando con la pared.
-Ha vuelto a ocurrir. -Dijo en voz alta.
Lentamente se acercó con miedo a las escaleras, y no tenía ningún recuerdo de haberlas subido, solo el haber tenido la intención de hacerlo. Suspiró y decidió bajarlas para comprobar que ocurriera lo mismo. Las bajó y convencido fue a subirlas, pero no ocurrió nada. Con normalidad llegó hasta arriba.
-¿Esto cómo funciona? ¿Funciona de verdad o son imaginaciones mías?
Sin nada más que perder, sacó las llaves y abrió la puerta de casa. Entró con mucha prisa para no ser visto por sus vecinos después del escándalo que posiblemente hubiera montado. Se dirigió al salón y comenzó a dar vueltas por él mientras se preguntaba en voz alta:
-¿La gente me ha visto? ¿Hago ruido cuando me ocurre eso? Espera un momento, ¿me ocurre de verdad o es mi mente? Pero, ya son dos veces, no puede ser una mentira.
De nuevo, para repetirlo se colocó en posición para comenzar una carrera, y con todas sus fuerzas empezó a correr en círculos en el salón. Lamentablemente, al cabo de unos cinco segundos no había ninguna novedad. Se detuvo, pero lo que le sorprendió es que después de todo aún siguiera con energías para seguir así. Se sentía intacto, fresco, e insatisfecho porque podía correr mucho más tiempo.
Al seguir razonando en lo que le ocurría, le llegó a la mente una idea, la expresó en voz alta con ilusión:
-Soy único. A nadie más le debe ocurrir esto. Esta es mi mejor oportunidad para ser conocido, famoso. Si llego a ser capaz de controlar esto me haré… ¡me haré un héroe!
Fue hasta el baño para mirarse al espejo, continuó mientras iba:
-Si me hago conocido, veré algún día en persona a Lucas y al resto de los Gobernantes de la Tierra. Quién sabe, a lo mejor me hago…
Sin embargo, al verse se asustó.
-¿En qué momento me ha crecido la barba? -Se preguntó.
Pero, no era normal, había crecido desuniformemente. Por algunos lados sí, y otros no.
-¿Esto acelera todo mi cuerpo? -Cuestionó. -Voy más rápido que los demás Pero, ¿en qué sentido? ¿Voy a envejecer más rápido o solo me estoy preparando?
Se afeitó lo más rápido que pudo, pero, debido al ruido, alguien llamó a la puerta. Al escuchar los golpes, Fran se dirigió a la puerta, pero al salir del baño llegó en un instante a la puerta. Se asustó porque perfectamente podría haberse chocado con la puerta o incluso romperla. Del impulso gritó angustiado. La persona tras la puerta dio dos pasos atrás y preguntó:
-¿Estás bien?
-Ah, Daniel. Sí, sí, todo bien. ¿Qué ocurre? -Respondió Fran.
-¿Qué son todos esos ruidos y gritos?
-No pasa nada, de verdad.
-Es que se ha escuchado por todo el edificio.
-Pues no sé qué habrá podido ser.
-Bueno, solo me había preocupado por ti.
-Gracias. ¡Nos vemos!
Y Daniel se marchó de vuelta a su puerta, que estaba justo enfrente de la de Fran. Su vecino era alguien que se aseguraba que las personas de su alrededor estuvieran bien. Por ello, al escuchar los golpes vino lo más rápido que pudo.
Fran se alejó de la puerta y volvió al salón pensando:
-A sus sesenta y siete años y sigue dándolo todo por los demás. Pero esta vez no te metas, Daniel, no es algo peligroso ni dañino. O eso espero.
Se sentó en el sofá, pero no podía estar más de un minuto tranquilo, se levantó, necesitaba moverse.
-No puedo estar aquí, tengo que salir. -Dijo ansioso, pero algo le hizo pensar. -Yo no sé si estos poderes les harán daño a los demás. Aún no sé controlarlos ni cómo hacerlos salir a mi antojo. ¿Y si atropello a alguien? ¿O lo desintegro por la velocidad a la que voy?
Tras dar muchas vueltas por su casa, decidió:
-Tengo que ir a campo abierto, donde apenas haya personas.
Se preparó, fue a su habitación y agarró una mochila que tenía, la levantó con ligereza, con suavidad, a diferencia de todo lo que ha estado haciendo con prisas. Era sencilla, de color negro y azul oscuro.
-Hace tiempo que no te uso. -Expresó calmado.