Las horas pasaron, y Fran no pudo conciliar el sueño, estuvo tres horas pensando e intentando no dejarse llevar por la necesidad de usar sus poderes, de correr. Hasta que su madre lo comenzó a llamar urgentemente. Al mismo tiempo, él no pudo aguantar más. Eran las siete de la tarde, y en un segundo se puso de pie usando sus poderes. En tan solo ese segundo ya se sintió vivo y fortalecido. Aunque ansiaba seguir usándolo, su miedo a dañar a otras personas lo intimidaba. Pero, pensó:
-Después, puedo dar un paseo y, si tengo suerte, toparme con algún delincuente. A ver qué quiere mi madre.
Fue a la puerta, y al abrirla se encontró con dos hombres desconocidos y su madre. No sabía quiénes eran, iban vestidos con traje, y uno de ellos, quien parecía ser más mayor, llevaba un maletín. Al no decir nada, su madre lo presentó:
-Él es mi hijo Fran.
-Un placer conocerlo. -Expresó el hombre con el maletín.
Fue a darle la mano, y Fran la estrechó sorprendido. El hombre lo notó y dijo:
-Me llamo Sergio, y él es mi compañero. -Comentó señalando.
-¿Quiénes sois? ¿Mamá, qué ocurre? -Preguntó Fran asustado.
Su madre iba a contestar, pero Sergio se adelantó y respondió:
-¿Por qué no nos sentamos y lo hablamos?
Pero, como se sentía seguro por sus poderes, se encaró con el hombre y preguntó seriamente:
-¿Quiénes sois?
La energía recorría su cuerpo y era una mecha que estaba a punto de incendiar al mínimo chispazo. Sergio, quien era más bajo que Fran, no se echó para atrás, si no que expresó con firmeza:
-Trabajamos para el Gobierno, nos han enviado para hacer unas preguntas. Por favor, sentémonos. -Insistió con amabilidad.
Fran se contuvo al saber que podían ser de fiar y aceptó sin decir nada. Su madre estaba asustada, ella estaba en el salón, acostada en el sofá y de repente llamaron fuertemente a la puerta. Y ahora tenía a dos hombres, que para ella eran peligrosos, en su propia casa.
Ella, al menos, intentó ser cordial, preguntó:
-¿Quieren café? ¿Agua?
-Dos cafés, por favor. -Respondió Sergio con simpatía.
Se sentaron en la mesa, Fran en una punta, y Sergio y su compañero a los lados de la otra.
-¿Y tú, Fran, quieres algo? -Preguntó su madre.
-No, no tengo ganas.
Sergio se rió al ver a Fran tan nervioso, él le preguntó:
-¿Y qué les trae por aquí? ¿Preguntas de qué?
Sergio puso su maletín en la mesa y lo abrió, en él había varios papeles. Le pidió a su compañero:
-Luis, por favor, busca la hoja D-38.
Sara, la madre de Fran, ya estaba preparando los cafés. Sergio iba a comenzar a explicar, pero el ruido de la cafetera lo impidió.
Ella se dio cuenta y cerró la puerta de la cocina. Esto le generó más inseguridad a Fran, quien se sentía solo. Pero, a la vez tenía el comodín de usar sus poderes si las cosas se ponían feas.
Al ya no haber tanto ruido, Sergio explicó:
-Fran, ¿ha visto usted las recientes noticias?
-¿Cómo cuáles?
-Ha habido un accidente cerca de esta casa, ¿lo sabía?
-Ah, sí, sí. Por suerte no ha habido víctimas.
-Tiene razón, pero, es un misterio cómo ocurrió.
Fran, que se temía por dónde podían ir los tiros, respondió:
-Bueno, hay rumores, pero no hay nada confirmado.
-Claro, no lo hay. Pero, una persona que estaba grabando los coches pudo captar algo.
En ese instante, un escalofrío recorrió el cuerpo de Fran. Su madre aún seguía en la cocina, y miraba con tensión a Luis, quien no paraba de buscar intensamente el papel entre tantos que había. Sin embargo, se dio cuenta que estaba viendo los mismos papeles una y otra vez. Pero, un chasquido lo asustó. Fue Sergio, quien preguntó:
-¿Le ocurre algo?
Fran dijo inseguro:
-¿Va a tardar mucho su compañero en encontrar el papel?
-Me temo que sí. -Contestó Luis fríamente.
Hasta que finalmente su madre abrió la puerta y trajo los cafés. Esto alivió a Fran, pero enseguida Luis agarró uno de los papeles, se levantó, se dirigió a Sara y dijo:
-Señora, debe firmar este papel y seguidamente ir a la dirección especificada.
-¿Perdone? ¿Y dejaros en mi casa?
Sara dejó la bebida en la mesa y Sergio comenzó a beber tranquilamente mientras miraba fijamente a Fran, quien estaba asustado por lo que ocurría.
Luis repitió:
-Hágalo. Tenemos la autoridad suficiente para imponerlo.
-Pero, ¿quién os creéis que sois? -Preguntó ella seriamente.
-Trabajamos para los Gobernantes de la Tierra, y el papel ha sido escrito directamente por uno de ellos. Está obligada a cumplir con las órdenes.
Fran se quedó atónito al escuchar para quiénes trabajaban. Muchas cosas pasaban en su mente, pero un gran peligro resonaba en su cabeza.
-¿Los Gobernantes ya saben lo que soy? -Pensó Fran.
Sara leyó el papel, y al ver lo que había escrito se sorprendió, y el terror entró en ella. Luis lo sabía perfectamente, expresó:
-Solo firme y no habrá ningún problema.
-Pero, yo no he elegido esto.
-Como bien debería saber, esto es al azar, y debe cumplir con su obligación. Piense en todo lo que podrá lograr con esto.
Fran quería saber qué había escrito en el papel, pero la mirada fija de Sergio lo intimidaba y le impedía levantarse.
Su madre lo miró con miedo, pero comenzó a ver lo positivo y aceptó. Fue a buscar un bolígrafo para firmar.
Mientras, Sergio le dijo a su compañero:
-Bien hecho.
-¿Qué hay en el papel? ¿Qué le pasa a mi madre?
-Nada malo, tendrá que entregar el papel y volverá a casa.
Al confirmar que ella iba a irse, le gritó a su madre:
-¿Me vas a dejar solo con ellos? ¿Qué haces?
Su miedo crecía y tenía la voluntad de correr y escapar. Él podía notar vibraciones en sus piernas, y cómo la sangre fluía a gran velocidad.