ChanMin
Cuando lo ví por primera vez solo un pensamiento cruzó por mi mente,y fue en cuidarlo para siempre,sus ojos eran oscuros y brillantes,cargados de inocencia pura,su sonrisa dulce y radiante.
En mi vida jamás había visto persona más hermosa.
Me acerqué con la intención de hablarle.
Pero me detuve de golpe,mirando de lejos como se acercaba a un pequeño perro que no dejaba de ladrarle.
Me impresionaba lo perfecto que parecía ser.
Estuve un buen rato observando sus pasos,iba de un lado a otro buscando un recipiente para darle algo de comer al pequeño animal que aún seguía ladrando,el día estaba soleado pero aún así hacia bastante frío,ustedes no se imaginan lo tierno que se veía ese chico con ese gorrito de invierno que cubría casi por completo su cabeza,su ropa era abrigada y de color café,sus manitos estaban cubiertas por guantes y a kilómetros se podía notar que era un chico inocente e ingenuo.
No podía apartar mi mirada de él,estaba hipnotizado con su belleza. Sonreí en cuanto se tropezó sin caerse al suelo y largó un pequeño grito,observó a su alrededor algo avergonzado.
Y fue cuando mi corazón dió un vuelco.
Sus ojos se habían encontrado con los míos al fin y su vergüenza había manchado sus mejillas de un tono carmesí.
. . .
-Seungmin-el menor me miró.-¿Estas escuchandome?-él solo negó y reí.
-Me perdí en lo lindo que se mueven tus labios al hablar-dejé de reír y abrí mis ojos sorprendido.
Minnie no era alguién que se expresara de esa manera,tan abiertamente,una persona tímida como él era algo difícil que dejara salir sus sentimientos al exterior.
A menos que tuviera un par de tragos encima,como ahora.
Habíamos llegado al bar a eso de las nueve de la noche y lo único que hizo mi pequeño novio fue beber una cerveza tras otra durante tres horas,algo le molestaba.
-Algo esta pasando-afirmé,él apoyó su cabeza en mi hombro.
-Yo...-Largó un suspiro-Quiero vomitar-ya era hora.
Lo tomé de la cintura ayudándolo a pararse,recargó su cuerpo en mí y caminamos hasta el baño,una vez al mes Seungmin toma alcohol hasta desmayarse,pero nunca dice el porque lo hace,la primera vez me asusté bastante,solo imaginen que la persona que aman llega a casa completamente borracha,sin soltar palabra alguna del como terminó así.
La siguiente vez fue conmigo,me tomó de la mano todo el tiempo y sus ojos se llenaban de amargura,me hacían querer guardarlo en una cajita de cristal y que nada ni nadie le hicieran daño.
Acariciar su espalda era lo único bueno que podía hacer por el momento,luego de vomitar casi todo el alcohol le ayudé a lavarse el rostro y enjuagar su boca.
-¿Recuerdas cuando me dejaste plantado?-su pregunta me tomó por sorpresa pero de todas formas,asentí.-¿Por qué?-lo senté en el sillón y llamé con la mano al chico que antes nos había traído los tragos.
-Es una historia muy larga,Minnie-sus ojos me miraron con el ceño fruncido.
Pagué la cuenta y lo ayudé a parar nuevamente para poder irnos a casa.
-La noche es aún más larga-susurró.
Eso me dió a entender,que no se iba a rendir sin saber la razón de porque no asistí a nuestra cita ese día.
-Cargame-dijo haciendo puchero,adoraba esa carita de cachorro y él lo sabía muy bien.
Lo cargue sobre mi espalda por medio estacionamiento,hasta que el auto color azul brillante apareció frente a nosotros,abrí la puerta y lo bajé de mi espalda ayudándolo a subir al vehículo,le ayudé con el cinturón de seguridad y antes de poder apartarme para subir,ahora yo al auto,me tomó de la camisa atrayendome hacia sus labios.
Se detuvo a solo centímetros y sonreí.
-No te besare-susurró,hice puchero.-Cuando lleguemos a casa y me de un baño,quiero que me digas el porque me dejaste plantado-me quedé mirando sus ojos negros por unos segundos.
Segundos eternos,sus ojos tenían tanto poder sobre mi que aveces llegaba a asustarme,tenían tanto control sobre mí que si el llegaba a pedirme el mundo entero sería capaz de cualquier cosa por entregárselo en la palma de su mano.
-Bien-besé su frente y subí al auto para dar comienzo el corto viaje a casa.
Habíamos comenzado nuestra relación hacia nueve meses,él me ayudó bastante a superar mis pequeños problemas,desde el primer momento que lo ví,lo supe,ese chico sería quien me salvaría del abismo en el que me había encerrado.
Seungmin era torpe y dulce,cada momento a su lado me hacia inmensamente feliz.
Y lo que menos quería era que sufriera o la pasara mal por mi culpa.
Al llegar a casa corrió al baño a asearse,para luego acostarse en la cama grande de nuestra habitación,esperando que yo hiciera lo mismo.
-Ese día...-comencé.
Estaba muy emocionado,al fin había tomado el coraje suficiente para hablarte e invitarte a tomar un café,mi corazón latía desesperado,pensando que al fin tenía la oportunidad de estar contigo.
Pero,toda esa emoción se apagó con un balde de agua helada cuando recordé.
Antes de salir de casa,rumbo a nuestro punto de encuentro,miré el calendario colgado en la pared de la cocina.
La fecha de ese día me hizo derrumbar.
Estaba tan pendiente a tí,a tu sonrisa,tus ojos negros y tus torpes pasos que olvidé por completo que tenía que visitarla.
Ella solo tenía quince años cuando la conocí,su cabello negro como el carbón,sus labios eran rojos como el fuego y sus ojos azules que resaltaban aún más con su blanca piel,era una muñeca en vida.
Mi amigo me presentó y yo con timidez tomé su mano.
Había sido amor a primera vista.
Comenzamos a pasar tiempo juntos,todos los fines de semana le llevaba una flor de jazmín,le gustaban demasiado.
Ella horneaba pastelitos que disfrutabamos debajo del viejo árbol que había cerca de su casa,y antes de anochecer la acompañaba hasta la puerta de su casa,donde con un suave beso se despedía de mi,corriendo puertas adentro,avergonzada.
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Editado: 12.08.2024