Comenzar en una nueva escuela la verdad no es tan malo, aunque nunca me había cambiado a una nueva. Desde que me acuerdo siempre estuve en la misma desde pequeño, era de esas que te cursa la primaria, la secundaria y la preparatoria en un mismo lugar, se que hay que se separan de grado para no tener a tanta gente en un mismo lugar, pero… bueno en realidad no es que me importe mucho eso.
Siendo completamente franco, no se como actuar en un nuevo lugar, al principio pensé, bien, solo debo actuar normal y solo mezclarme entre la multitud como si nada. Solo ser uno mas del monton. Eso la verdad hubiera sido realmente perfecto, sino fuera por un pequeño detalle: Llegue un mes tarde para entrar a clases.
Los últimos dos meses, luego de haber salido de vacaciones de verano en mi escuela, estuve un tiempo en mi ciudad, pero luego, sucedió lo que tenía que suceder. Mi madre y yo estábamos preparados para recibir esa llamada, pero la verdad, es que no queríamos recibirla. Cuando nos llamaron sentimos que todo nuestro mundo se había derrumbado.
Mis vacaciones duraron muy poco, apenas de haber salido nos fuimos a Sacramento por asuntos personales, era algo realmente que debíamos atender, no podíamos dejarlo para después.
Estuve los últimos dos meses allá y sinceramente no tenía ganas de volver, pero aun así, mi madre tenía razón; cuando llegó luego de un largo día, dijo que yo debía de volver y tener una vida normal de un chico de 15 años. Debía de vivir mi vida y no estancarme.
Y bueno, veanme acá, sentado en la oficina del Director, en el N°15 St. Scott High School de San Francisco.
Para cuando llegue todo el mundo comenzaba a entrar a sus salones correspondiente para su nuevo año escolar, yo en cambio me había dirigido a la oficina del director, el cual me había atendido la secretaria. Una señora bajita y regordeta, con un peinado bastante ochentero a pesar de ser 2016; una gran melena morena, con grandes rizos gruesos y que intentaban estar despeinados pero se notaba a leguas, y de que además se notaba en el ambiente, un penetrante aroma a Laca para cabello, y no de los sutiles, sino de los potentes. A excepción de su extravagante cabellera, su apariencia me recordaba bastante a un personaje de un libro; la Inquisidora esa. ¿Como era que la llamaban? ¿Cara de sapo?. Bueno, era de sobra que no debía meterme con ella y hacerla enojar con nada, ya con sólo porque respires fuerte, sientes que te meterá dos semanas de “detención”
La oficina del Director también parecía que me había ido al pasado, era tan tirado a los años ochenta, todo hecho de madera con acabados elegantes e incluso aparatos que la verdad dudo mucho cómo se utilizan, y mejor ni tocarlos porque ya creo que los llegó a romper. Realmente pareciera que tanto al secretaria como la oficina del director se habían estancado en el tiempo.
—¡Buenos días! —Anunció una voz grave tras un fuerte resoplido como si algo lo estuviera estorbando en la boca. Me levanté para recibir a quien sea que había entrado en el lugar y ni siquiera había oído abrirse la puerta.
—Buenos días, señor —Lo reconocí de inmediato, resultaba ser el director de la escuela, no era la primera vez que lo veía, aunque sí en persona. La primera vez que lo había visto fue cuando mi madre me entregó el folleto sobre los datos de la escuela que me quería escribir. En el folleto mostraba a todos los docentes que trabajaban actualmente y obviamente entre ellos se encontraba el director del lugar.
Esto parecía sacado de una caricatura, era un poco más alto que yo (y eso que mido 1.70 de altura) pero era el triple de mi talla, y no es por ofender, pero realmente era, bueno, grande. Era como el típico Director que iba a la cafetería para robar alguna golosina.
Iba bien vestido, con una camisa en la que hacía juego con un corbatín que, siendo franco, se escondía tras la papada. Usaba un saco elegante de color caqui y su cabeza estaba completamente calva, en el único lugar en que aún quedaba pelo; era en ese grueso bigote grisáceo en la que la edad se le acentuaba más ahí que en cualquier otro lado, aunque en sus ojos eran tan azules como los míos. Hasta podría ser mi abuelo. Pensándolo mejor, si, mejor no.
—Veo que no has podido adquirir tu uniforme —Observó el tras darme una repasada de pies a cabeza.
—Si, bueno —Titubeó un tanto nervioso. Era normal, se supone que en esta escuela utilizan uniforme, a pesar de ser una preparatoria, hay muchas que en estos grados no los usan, pero resulta que en esta si—. Mi mamá no pudo comprarmelo, llegamos a penas hace dos días de Sacramento. —En realidad solo yo llegue hace dos días de allá, ella había llegado antes, pero sin mi, no podía comprarme las cosas.
—Ah sí, algo me había mencionado por teléfono ayer. —Contestó con elocuencia mientras se dirigía con pasos suaves hasta su escritorio—. Toma asiento Joven. —Hizo una pequeña pausa tras dar un resoplido, al parecer el pelo de su bigote se le metía en la boca. —Soy el Director Phineas Theodore Brown Scott —¿Era tan necesario presentarse con el nombre completo?— Y como veras, esta escuela a sido un legado de mi familia durante mucho tiempo y tiene un prestigio incorregible, muchos estudiantes han salido de estos muros a grandes universidades; como Harvard, Princeton e incluso la universidad de Yale. Si, grandes universidades. Durante muchos años, mi familia solo ha aceptado a grandes educadores para poder moldear a nuestros jóvenes estudiantes, e incluso a estudiantes difíciles de controlar, tenemos un sistema increbrantable, sí, por supuesto. Recibimos muchas donaciones para expandir nuestros recursos para la educación de nuestros estudiantes desde el año 1941, una gran empresa vio una gran potencia en mi familia como educadores y desde entonces ellos--.
Editado: 14.04.2019