Noah tragó en seco ante las miradas retadoras que se dirigían el uno al otro. Se sentía acorralado e intimidado al mismo tiempo, además, estaba de luto por lo de Jonathan, aún no podía pensar de manera analítica ni mucho menos.
—Saul. —se interpuso en el medio al verlo dar el primer paso en son de amenaza—. ¿Podríamos hablar más tarde? no me siento muy bien ahora mismo.
Absurdamente, esperaba frenarlo con ello. En parte era cierto que se sentía mal. Le dolía la cabeza por el llanto y las múltiples vueltas que le había dado al asunto de sus familiares. Le hacía falta quedarse en cama, descansar y dejar salir las lágrimas que había estado conteniendo en la perorata con Brahim.
—¿Te sientes mal para hablar conmigo, pero no con él? —Saul arrugó aún más el ceño tras el silencio del rubio.
Había aguardado en una banca cercana a la casa del rubio con el afán de abordarlo cuando lo viera salir. Se había inquietado por el vehículo desconocido aparcado junto a la fachada, pero jamás pensó que su rival en cuestión aparecería en ese momento. No le tomó mucho relacionar al individuo con su compañero de clase. No obstante, seguía tan o más perdido que antes.
—El que calla otorga, Clifford. —masculló Tareck en tanto atraía a Noah a su lado, pasándole el brazo por los hombros y mirándolo con un excesivo deje de afecto—. No me interesa saber qué haces aquí ni lo que pretendes, pero créeme que elegiste el lugar y momento equivocados. Noah y yo tenemos un compromiso pendiente y lo estás arruinando con tu presencia.
Saul entornó los ojos con rabia, desplazándose hacia un lado para impedirles el paso. Aquel sujeto era un altanero y bocazas, empero, su preocupación primordial era Noah.
—¿Qué ocurre? —esperó la respuesta mientras lo confrontaba visualmente para impedirle mentir como antaño.
Noah se llevó un par de dedos a los lagrimales, apartó las diminutas gotas salinas que se habían acumulado en ellos, y obligó a sus músculos faciales a relajarse.
—Pasa que estoy muy feliz porque Brahim vino a visitarme, enserio. —sonrió levemente, pese a sentirse terriblemente incómodo por el abrazo forzado del joven albino—. Ya te había dicho que salí algunas veces con Tareck.
—Si. Y también me dijiste que no pensabas frecuentarlo de nuevo. —objetó Saul, circunspecto y atento a cualquier cambio de expresión en Tareck, quien decidió dar por finalizada la charla de una vez por todas.
—Es tu decisión, Noah. —se apartó y extendió su palma para señalar con mofa hacia el frente—. Puedes ir conmigo como habíamos acordado, o puedes quedarte con Clifford y jugar a los detectives. Es tú elección.
Noah cerró los ojos y apretó sigilosamente los puños en impotencia. Por un lado, no quería traicionar ni fallarle a Saul, era la única persona que lo había apoyado y alentado a pesar de todo, pero por otro lado estaba la advertencia de Tareck y sus múltiples amenazas que solían ponerlo en una auténtica encrucijada.
—Saul... —nombró cabizbajo, dejando a sus mechones frontales cubrir sus ojos vacíos—. Si aún quieres hablar conmigo, te veré en el colegio. —tensó la mandíbula y antes de que el albino se acercara para volver a abrazarlo, añadió—. Lo mismo va para ti, Tareck.
El susodicho reprimió la rabia al hincar las uñas en sus manos con fuerza. Semejante insolencia no iba a permitirla.
—Como quieras. —pero con Clifford presente, no podía mover adecuadamente los hilos.
Así que optó por ser paciente. Dio media vuelta y se marchó con la promesa en mente de hacerlo pagar por el actual desplante.
—No vuelvas a acercarte a Noah. —Saul alzó la voz, sin moverse un ápice, ni variar la expresión neutra en su rostro.
Su raciocinio había vinculado a Tareck con los agravios físicos sufridos por Noah, sin embargo, no tenía forma alguna de demostrarlo.
—¿Y si lo hago? —frenándose en seco, Tareck decidió medir su suerte.
Sonrió con arrogancia, pero no le dio tiempo a darse la vuelta cuando un inesperado puñetazo en el costado lo derribó.
Adolorido y falto de aire, se puso de rodillas, viendo con repudio al causante de semejante golpe.
—¡No, Saul! —Noah trató de detenerlo al rodearlo en un cálido abrazo.
Temía por su seguridad, pero más le aterrorizaban las represalias que pudiera tomar Tareck en contra del pelinegro.
—Por favor... —pidió en un susurro, aferrándolo con más y más fuerza, sintiendo su agarre flaquear con los movimientos bruscos de Saul en pos de apartarlo—. Te amo.
Saul se petrificó.
Tareck tensó el cuerpo entero al oír la inesperada confesión.
—Noah... —el pelinegro cedió con su intento por hacerlo a un lado, lo tomó del rostro y siguiendo el impulso, lo besó en los labios.
El tiempo pareció detenerse en aquel efímero instante.
***
Brahim estaba preparando el desayuno cuando oyó el crujido de las escaleras. Enseguida se dirigió a la puerta y vio a Noah dando pequeños saltitos al intentar ponerse uno de los zapatos.
—Voy tarde al colegio. Quedé de verme con un amigo en el parque. —se explicó, acomodándose los puños de la camisa.
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Editado: 17.01.2024